Cada uno desde su refugio

3842 Words
Oliver: Voy conduciendo en camino a mi casa. Veo el reloj, me sorprendo, ¡Wow! son casi las 9 p.m. El tiempo pasó sin darme cuenta. Me siento emocionado. No puedo creer que la haya probado de esa manera. Es exquisita. Me hubiera gustado probar de sus mieles directamente pegada a mi boca. Lo que probé me dejó con ganas de más. Quise llevarla directo a mi apartamento, pero me dio miedo que se espantara y luego no quisiera saber más de mí. Me costó contenerme pero lo hice. Esta necesidad que siento de ella va a pasar una vez que la haga mía, seguro estoy que después de eso retomaré mi vida de siempre. Volveré a estar con cualquier mujer que me provoque. Tiene que ser así. No soy hombre para las relaciones de pareja y menos con una mujer como ella. Ciertamente es de las que espera una relación con flores y pedida de mano. Eso no es  lo mio. Ya va a pasar. Estoy cerca de lograr calmar al lobo que se apodera de mí cuando la tengo cerca. Ese rostro aniñado y esos ojos temerosos me vuelven locos apenas los veo. Es normal que ante la novedad que ella representa y lo buena que esta, porque no lo voy a negar. Quedé sorprendido con su respuesta de hoy. Se dejó llevar y el premio que recibí fue una satisfacción mejor que cualquier otra que haya recibido en bandeja de plata. No es que lo buscara aunque lo deseaba, y aun la deseo.  Admito que forcé el encuentro de hoy. Solo quería hablar con ella. No podía dejar que me siguiera evadiendo. No estoy acostumbrado a ello. La estuve esperando desde un cuarto de hora antes de la salida, escondido por donde obligatoriamente ella debía pasar, no me iba a ir a casa hasta lograr verla. Sé que no se va con nadie. Siempre anda sola. Amanecí optimista. Tenía la plena seguridad que hoy sería mi día, y así fue,  lo logré. Si lo hubiera planeado no hubiese salido tan bien. Contradiciendo a mi mente, que no admite razonamiento lógico a mi forma de actuar de los últimos días, mi cuerpo siente la plena satisfacción de haber estado con ella. En el fondo quiero que se vaya acostumbrando a mí de a poquitico. Sentir mis dedos en sus labios vaginales fue el paraíso, y más al tocar el punto más sensible de su centro, fue lo fue aún más, la sentí explotar. Eso me gustó y anhelo lograr ese mismo efecto teniéndola tendida en mi cama, desnuda solo con las sabanas protegiendo su cuerpecito. Voy manejando y sacudo la cabeza para apartar un poco esos pensamientos. Bajo la mirada a mi entrepiernas y veo el pantalón a reventar, palpita desesperado. Lo que logra Fiorella. Me siento agotado, pero feliz. Ya sé dónde vive, tengo su número de teléfono y lo más importante confirmé que nadie más la ha tocado como lo hice yo. Aunque ella no me lo ha dicho sé que soy el primero en explorar su piel. Voy a hacer todo cuanto esté a mi alcance para hacerla mía, no le voy a dar tiempo a que pueda mirar a ningún otro. Es una piedra preciosa y por haberla descubierto me pertenece. Sin saber que me sucedería todo lo que viví hasta hace un rato con mi pequeña, rechacé la invitación de Manuel de ir a una discoteca. A pesar de que es viernes no quiero salir a ningún lado. Llegaré a casa a darme una ducha que me ayude a bajar la tensión, cenaré algo y descansaré, tengo muchos días sin hacerlo bien por culpa de ella. Estas últimas semanas han sido bastante activas en todos los sentidos. Bueno, corrijo, no en todos. Sorprendentemente llevo casi tres meses sin sentir las piernas desnudas y calientitas de una mujer entre las mías. Ni lo había notado. De momento mi mente regresa a la pequeña y hermosa mujer que acabo de dejar en su casa. Admito que ella ha sido la causante de mi desinterés por el sexo estas semanas. Un momento, apenas me doy cuenta que en realidad si he soñado con el sexo estos días, pero con ella. Ninguna otra mujer ha provocado ese deseo en mí últimamente. Y eso es raro, me gusta mucho el sexo. Es mi dosis vitamínica para sentirme completamente activo. ¿Qué estará pensando mi pequeña? Espero no vuelva a salir huyendo de mí. Después de haber besado esos sugerentes y carnosos labios, haber palpado y saboreado esos grandes y bien formados senos. De solo recordarlo me dan ganas de meter la cara entre ellos y absorber su aroma, besarlos, masajearlos. Aunque se muy poco de ella, puedo observar que es fuerte, tiene una capacidad admirable para enfrentar las situaciones desconocidas con firmeza. Inclusive ante lo que nos sucede se ha portado con firmeza, solo que yo he sido insistente. Con sus limitaciones ha llegado lejos. Es ejemplar su persistencia por abrirse paso en la vida. Tal vez a otros les parezca algo simple, pero para mí es de valiente que con su condición no le importe andar sola en la calle en medio de tanto peligro, y mucho menos ejercer una profesión donde hay tantas personas despiadadas. Hoy en medio de la lluvia, cuando me dijo que la dejara en la parada sentí preocupación, quise protegerla. No quería imaginar lo que ha tenido que sortear en la vida en momentos como el de hoy donde la lluvia caía torrencialmente y ella en medio de la calle sola sin nadie que la proteja. Sin proponérselo ella se está convirtiendo en alguien importante para mí. Margen Al adentrarme en el estacionamiento donde está ubicado mi apartamento, escucho el teléfono me anuncia la entrada de una llamada, como estoy estacionando, miro de reojo hacia el asiento del copiloto para ver quien llama: Dios, esta mujer no se cansa. Es Katherine, mi ex. Parece que no asimila las veces que le he dicho que nuestro tiempo ya culminó, no quiero nada más que ver con ella. Decido ignorar las llamadas. No voy a dejar que me perturbe. Se cansará en algún momento. Al entrar a mi refugio opto por tomarme una cerveza bien fría tratando de disipar el calor que traigo del encuentro con mi pequeña, voy directo al refrigerador, agarro y destapo una, enciendo el aire acondicionado, me dirijo a mi habitación e igualmente enciendo el aire acondicionado y la T.V. Decido tomar una ducha pues el frio de la cerveza no me calma. Aunque sé que solo pudiera calmarme si la tengo aquí conmigo. Esta necesidad de tenerla ha ido creciendo día a día. Por momentos siento temor pues no sé qué tan lejos puedo llegar. Los que dicen que nosotros los hombres no sentimos temor están equivocados. Claro que sentimos temor, solo que nos cuesta admitirlo, sobre todo en público para no parecer débil. Fiorella ha logrado que sienta temor. Por momentos me sorprendo asustado pensando cuál será su próxima reacción. Nunca me he enamorado. No sé qué se siente estar en ese estado. No es normal que pase la mayor parte del tiempo pensando en ella y de solo verla el corazón late con tal magnitud que parece se quisiera salir de la caja torácica, mi entrepierna apenas la veo reacciona, es como si los tres mosqueteros que habitan en mi (mente, corazón y entrepierna) se pusieran alerta apenas sentir el llamado de su comandante. Abro la llave de la ducha para que corra el agua mientras me despojo de la ropa. Realizado esto, meto la cabeza bajo el agua fría para ver si logro disipar la calentura de mi cuerpo. Sin éxito alguno, media hora después salgo del baño directo al closet en busca de un bóxer, siempre duermo sin pijama, la ropa me estorba. Desde hace cinco años vivo solo, estuve viviendo en Londres con mi hermano hasta que decidí volver a mi país, compre este apartamento en medio de una guerra con mi madre porque quería viviera con ellos, al final no le quedó más que aceptar mi decisión, lo decoré con su ayuda, es cómodo, tengo lo necesario. Apenas tenga oportunidad traeré a mi pequeña para que compartamos aquí relajados. Debo ser cuidadoso para no asustarla más. Me sorprendo a mí mismo deseando que conozca otra parte de mí además del Oliver insistente y lujurioso que la acosa. Me río mentalmente. No niego que me gustaría estar en la intimidad con ella, pero también quisiera compartir en otros espacios, saber más de ella, sus gustos, qué le disgusta, todo de ella. Me doy miedo pues mi mente desea una cosa y mis sentidos y el corazón otra. Fiorella: Mientras Oliver la pensaba, Fiorella apenas llegaron su mamá y su hermana se dispuso a apartar de su mente lo sucedido hoy con Oliver y corrió a la cocina a prepararle un café para acompañarlo con los dulces que él le había regalado. No tuvo corazón para comérselos sola. Ellas comparten todo y esta no sería la excepción.  - Manita de donde sacaste dinero para comprar esto tan rico –dice Fernanda parándose de la mesa en busca del tarro de azúcar-. - Me los regaló un compañero de trabajo y quise compartirlos con ustedes –no les mentí solo omití quien es ese compañero de trabajo y sus intenciones-. - Eeeso suertuda –Fernanda me da un golpecito en el hombro- La pequeña ya tiene pretendientes en tan pocos días que lleva trabajando allí. - Deja a tu hermana Fernanda –mi mamá sale en mi defensa- ya dijo que es solo un compañero. Aprovechemos el rato para distraernos. Cuéntanos hija ¿qué tal te ha ido estos días? –me pregunta mi mamá con curiosidad de saber mis avances-. Allí me enfrasque en una explicación de todo lo que me ha tocado hacer en mi puesto, lo emocionada que estoy por ello y lo que he aprendido en estos días. Les comenté de la designación como asesora de un proyecto y de los informes que debo entregar el lunes. Tenía tanta emoción que terminé transmitiéndosela. Siempre nos hemos apoyado en las buenas y en las malas. Era de esperar que compartiera esta pequeña felicidad con las personas más importantes de mi vida: mi mamá y mi hermana, son mi vida. A lo lejos escucho que mi teléfono repica, lo ignoro, pues de seguro es alguien equivocado, es demasiado tarde para que alguien me esté llamando, cuando vuelva a la habitación veré. No obstante ello, era tal la insistencia que al tercer llamado mi hermana me dice que vaya a contestar, pero “¿Quién puede llamar a esta hora y con tal insistencia?”, pienso mientras me dirijo a mi habitación, no sin antes escuchar a mi mamá decir que ya se va a descansar, por lo que me despido de ella, cierro la puerta y me recuesto en la cama a contestar la llamada. Veo la hora de mi reloj de pulsera, el cual marcaba las 10:50 p.m., no reconozco el número, contesto y me sorprendo al reconocer la voz del otro lado, esa voz que una vez más logra desestabilizar mi mundo: - Hola mi pequeña y hermosa mujer -habla Oliver-. - Buenas noches –digo al responder-. “¡Oh, Es Oliver!”. Quedo sin palabras. No pensé que llamara tan pronto. El corazón se me puso a mil por horas. ¿Qué hago? ¿Qué le digo? Nunca he estado en una situación similar.  - Cuéntame ¿cómo te sientes? ¿Ya estabas dormidita? -Interrumpe mi diálogo interno-. - Hola Licenciado. No. Estaba hablando con mi mamá y mi hermana que recién llegaron –respondo aun con dudas, no me hago a la idea de su interés por mí-. - Llámame por mi nombre por favor. Las formalidades ya no caben entre nosotros después de todo lo que ha pasado. Hiciste que creciera más mi interés por ti. No voy a descansar hasta conquistarte, eres una princesa y aunque parezca anticuado mereces ser halagada como tal. Veras todo lo que haré por ganarme tu confianza y con ello muchas otras cosas más. Dice esto sin imaginar las sensaciones que recorren mi cuerpo de solo escucharlo. Me hace recordar lo sucedido aquella tarde y el día de hoy. Mi cabeza parece un reproductor de video. Todos los recuerdos desfilan por mi memoria incomodándome. Al ver que no emito respuesta alguna me dice: - Dime ¿qué piensas mi pequeña?, no te quedes callada por favor –pregunta-. - En realidad no sé qué responder. Todo esto me sobrepasa. No sé cómo actuar. Me asustas –confieso así sin más-. - Ya verás que esos temores son infundados –responde él con la seguridad que lo caracteriza. Poco a poco lo voy conociendo- ¿Te puedo ver un rato mañana? Dime que sí por favor. - Mañana debo hacer los quehaceres de la casa y trabajar en un informe. - Es un rato nada más, por favor. Si quieres vamos almorzar y luego te retorno a tu casa. Quiero verte.  No voy a aguantar esperar hasta el lunes –confiesa esperando convencerme-. Pienso en qué responderle, ¿qué me pudiera pasar? Hoy pudo haberme secuestrado y no fue así. Pudo haberme forzado a terminar lo que empezamos en su automóvil y no lo hizo. Fue tierno, cuestión que me sorprendió. A excepción de las pocas veces que acepto las locas salidas con Lennys, nunca salgo de casa sino cuando mi mamá y mi hermana tienen tiempo libre y no vamos sino al supermercado o a la iglesia, las visitas a mis familiares hace tiempo las hemos ido postergando pues son demasiado conflictivos e interesados, preferimos apartarnos de los problemas sin sentido; al cine no podemos ir pues eso implica tener dinero extra, ese es un lujo que por los momentos no nos podemos dar. Nos conformamos con disfrutar el rato juntas en casa viendo tele o inventando cualquier actividad para distraernos. -  No Oliver. No puedo salir –le digo sorprendiéndome de mi respuesta-. -  Será solo un rato pequeña –me insiste-. -  Por favor no insistas –le digo con firmeza- ya es tarde, estoy agotada, voy a dormir. Que tengas feliz noche –sin darle tiempo a responder cuelgo la llamada. Pongo el teléfono móvil en la mesa de noche y recuesto mi cabeza de la almohada. “Es lo mejor. Debo alejarlo de mí, sino terminaré sufriendo”, pienso tratando de convencerme, intentando apartar de mi mente lo vivido y dormir sintiendo una mezcla de emoción e incredulidad, sumergida una vez más en un mar de interrogantes que logran inquietarme, atormentan tanto que ya casi me duele la cabeza, han sido muchas emociones por hoy para este pequeño cuerpecito. Cuando me disponía a apagar la luz entra mi hermana y me pregunta: - Mana ¿te pasa algo? –Me interroga con tono de preocupación-. - No manita solo me duele la cabeza. Esta semana fue ajetreada –prefiero mentirle antes de saber cuáles son las verdades intenciones de Oliver. Después le contaré-. - Tomate un analgésico. Ya te lo traigo. Aprovecha mañana descansar bastante. Descansa por las tres je je je –sale de la habitación y al rato regresa con un vaso de agua y el analgésico- Tomate esto y duerme, ya mañana estarás bien. Mamá ya está durmiendo –me abraza- Te quiero mucho manita, descansa –apaga la luz y sale cerrando la puertas tras de sí-. Una vez me tomo la pastilla, recuesto la cabeza en la almohada, sin darme cuenta del momento en que me quedo completamente dormida. Mientras tanto, al otro lado de la ciudad un Oliver triste y contrariado por la respuesta de Fiorella, piensa como hacer para convencerla. Se levanta de la cama y se dirige al pequeño bar que tiene en la sala decidido a tomarse un trago de whisky para pensar en cómo hacer para no perder todo lo que había avanzado con Fiorella. Aun no se cree su negativa. Al bajar del carro y no oponerse a que la besara de despedida estaba casi seguro de que había aceptado que entre los dos había algo. Pensó que ella al igual que él estaba de acuerdo en ver hasta dónde podía llevarlos esa atracción. Respiró profundo al darse cuenta que el nivel de inseguridad de Fiorella es superior a lo que él había imaginado. Se sienta en el sofá un rato a pensar en lo que podría hacer el día de mañana para sorprenderla. Pese a su negativa, ya había decidido ir hasta su casa a buscarla. Debía organizar algo perfecto, algo que le permita compensar tantas metidas de pata con su pequeña. Pensando en ello se le va el  tiempo sin darse cuenta hasta que el reloj marca la media noche y decide ir a dormir para no aparecer con cara de cansancio en su primera cita. No se iba a rendir. Fiorella “Sus labios son tan suaves que se sienten como una caricia, es tan delicado que me siento volar. Se separa, mira mis ojos, besa mi frente, luego mi nariz, vuelve a tomar mis labios con esa dulzura que siempre había anhelado sentir…” A lo lejos se escucha un ruido, me siento tan cómoda que me cuesta reaccionar. El ruido es tan insistente que termino abriendo los ojos con pesadez, me siento extraña. Sacudo la cabeza tratando de aclarar la mente. Me siento desorientada. Parecía que estaba como en un sueño. “¡Wow!”en ese momento caigo en cuenta que estaba soñando. Sí, era un sueño. Por Dios estaba soñando con Oliver. Me siento en la cama, respiro profundo, la tristeza me invade al comprender que solo era un sueño. Vuelvo a escuchar el ruido que me despertó. Es mi teléfono móvil. Lo tomo, veo en el identificador una llamada de mi mamá, contesto: - Hola hija, buenos días –dice animada-. - Hola madre, buenos días –saludo aun somnolienta- ¿Qué sucede? Estaba dormida. - Lo imaginé. No pasa nada malo.  Tranquila mi amor –hace una pausa- hice unas compras en el abasto y le pedí al chico del delivery que las lleve a casa. Debe estar por llegar. - Pero mamá ¿Por qué hiciste ese gasto? Sabes que el delivery es caro –le digo preocupada-. - Tranquila hija. Preferí hacerlo así para no recargarte de obligaciones y para que no tuvieras que ir y regresar con ese peso, recuerda tu problema de la columna –dice mi madre, es tan comprensiva que me da dolor todo lo que se preocupa por mí, la adoro-. - Ya debe estar por llegar, apresúrate a pararte y lavarte los dientes. No vaya a ser que te agarre con aliento de dragón je, je, je –dice mi mamá en medio de risas- Nos vemos ahora más tarde, cualquier novedad llámame, te quiero –dicho esto cuelga, no me dejó decirle nada más. Coloqué el teléfono en la mesa de noche y salí corriendo a mi baño a lavarme los dientes, apenas colgué la toalla en el perchero del baño escuche el timbre sonar, ¡bingo!, pienso. Llegó en la raya. Salí a mi habitación a ponerme mis pantuflas, me recogí el cabello y corrí a abrir la puerta. Exactamente como mi madre lo predijo era el chico del delivery, dejó las compras en el comedor e inmediatamente entrega el pedido se marcha. Me dirigí a la cocina a prepararme un café, lo necesito para terminar de despertar.  Busqué el banquito que uso para llegar a la cocina y el fregador, de hecho tengo uno en mi habitación y otro en mi baño, pues como soy pequeña dependo de ellos para llegar a los espacios altos. Ya puesta la cafetera en la cocina, cuando me disponía a sentarme en uno de los banquitos en la cocina a esperar por el preciado líquido, recordé que tenía varios mensajes en el teléfono, por lo que mientras terminaba el proceso fui a mi habitación. Al revisar pude ver que hay seis llamadas pérdidas y varios mensajes de Whatsaap. Al abrir el historial de llamadas puedo ver que cuatro son de Oliver y dos de mi mamá. De seguida abro la aplicación para ver los mensajes y me encuentro también con varios mensajes nada más y nada menos que de Oliver y de mi amiga Lennys. Abro los mensajes de Oliver: 8:23 a.m. “Hola mi pequeña. Buenos días ¿Cómo dormiste? Espero me hayas soñado como yo a ti” 8:30 a.m. “Hey ¿Dónde estás? 8:37 a.m. “Amor espero no te haya sucedido algo, te estoy llamado y no recibo respuesta” 8:45 a.m. “Fiorella mi pequeña contéstame por favor” 8:55 a.m. “ahora si me voy a preocupar” Apenas termino de leer su último mensaje entra una llamada precisamente del remitente de los mensajes. Contesto: - Por Dios mi pequeña no vuelvas a hacerme esto, ya estaba preocupado –se escucha preocupado-. - Buenos días Oliver –le digo torciendo los ojos, ¡qué dramático!-. - Por tu tranquilidad al hablar supongo que estas bien. Disculpa, por momento me preocupe al ver que no me contestabas. - Tranquilo. Aun dormía. Por lo general los días que no trabajo ni estudio suelo dormir hasta muy tarde –le digo con tranquilidad- de hecho desperté porque el ruido del teléfono era tan insistente que no me quedó más que contestar una llamada de mi mamá. - No sabía que eras una dormilona –dice con voz tierna- ya se para más adelante no preocuparme. Yo despierto siempre temprano. Pensé que tú también lo hacías. - Nooo yo no. Si pagarán por dormir fuera millonaria –escucho como se ríe a carcajadas con mi comentario. Me encanta ese hombre-. - ¡Qué cosas dices mi pequeña! Je, je, je. Supongo que no has desayunado. Solo quería escuchar tu voz y saber cómo estabas –toma una pausa- también quería ver si habías desistido de la idea de no querer verme hoy. - No, apenas voy a tomar café y después veré que comer. No tengo apetito aun. Y no, no he desistido. Hoy no saldré de casa –le digo con firmeza- no insistas. - Come algo amor. Siempre es bueno desayunar aunque sea ligero. - Tranquilo ya veré –me emociona su preocupación pero de inmediato la desecho pues la duda me vuelve a invadir-. - Me desilusiona que no quieras salir conmigo aunque sea un rato hoy –guarda silencio por segundos- bueno, no te distraigo más para que hagas tus cosas –dice esto así sin una despedida cariñosa y cuelga-. Hasta yo quedé desilusionada de mi negativa, quería gritarle que sí quería ir con él adonde quisiera llevarme, pero la cordura no me permite ser tan irracional y volver a caer en sus brazos. Al final seré la más perjudicada.    
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