**MANUEL** No perdí tiempo. Mi mano, firme y decidida, buscó el número de Sergio con precisión. En lugar de una llamada, opté por enviarle un mensaje de texto. No quería que mi voz traicionara la rabia que me consumía; prefería que mis palabras permanecieran frías, calculadas, directas. “Te pido que te alejes de Rita. Mantente al margen de su vida.” El mensaje fue claro, una advertencia tajante. No iba a andarme con rodeos ni a buscar excusas. En ese momento, cada segundo que pasaba sentía que el peligro acechaba más cerca, que mi hija estaba en riesgo, y mi instinto me decía sin dudar que Sergio, con su egoísmo y su indiferencia, tenía mucho que ver en esa amenaza. La respuesta de Sergio fue casi instantánea. Sus palabras llegaron con un tono prepotente, con esa arrogancia que siempre

