—Sí —dijo él con firmeza—. Lo que pasó con mi hermana no estuvo bien. Se pasó de la línea, y yo permití que lo hiciera. No suelo mezclar lo íntimo con mi vida personal, o sea, familiar, y claramente fallé.
Me humedecí los labios con la lengua, despacio. Tenía que recomponerme. Sacar a la perra seductora, la que sabe jugar. La que nunca pierde.
—Acepto tus disculpas —dije con un suspiro lánguido—. Lo que no supero es que hayas conseguido mi número personal sólo para hacerlo. ¿Qué sigue? ¿Un ramo de flores con GPS?
Ja, ja, me gusta bromear un poco.
—¿Qué puedo decir? —su tono se volvió aún más bajo, casi un ronroneo—. Cuando quiero algo, lo consigo.
Waooo... Cada vez me llama la atención.
—¿Y qué es lo que quieres ahora, Killian?
—A ti.
Me mordí el labio. No estaba preparada para que
