++++++++++++++ Estoy en el camerino. Sentada frente al espejo redondo con luces encendidas, esas que iluminan hasta la más mínima imperfección, pero que también hacen sentir que estás en otro mundo. El mundo del espectáculo, de las luces, de los secretos bien maquillados. Estoy vestida con uno de los atuendos más llamativos que me han tocado hasta ahora: la clásica conejita sexy. La imagen perfecta de “La conejita Playboy”, con las orejitas negras en mi cabello, el antifaz n***o de encaje que cubre media cara, y esa lencería que apenas deja algo a la imaginación: corset ceñido, ligueros, encaje, transparencias. Tacones negros imposibles de caminar con ellos si no estás acostumbrada a sostenerte en este tipo de vida. Me miro al espejo y me reconozco, y al mismo tiempo no. Esa que está ah

