Narra Tehuel
—¿Será su novia la chica esa? —pregunté mientras veíamos a Eli practicar el saque.
—Parece. Es linda, ¿no?
—No me fijé mucho en ella, pero no se puede esperar otra cosa, ¿no?
—¿Qué pensás ahora que lo ves de nuevo?
—Que creo que nunca dejó de gustarme.
—Decile, en una de esas y vuelven.
—¡No seas boludo! Está con esa piba, seguro que ni se acuerda. Ni siquiera se acordaba de nosotros cuando nos vio.
Lo miré, Mati se encogió de hombros. Volví a mirar a la cancha, Eli seguía ahí, jugando, riéndose con los demás chicos, sin saber que en mi cabeza ahora lo único que aparecía era su cara el día que nos besamos por primera vez. ¿Él también se acordaría de eso? Pensé en lo mucho que me gustaría decirle cuanto lo había extrañado. Habíamos hablado hasta mitad de sexto grado, después dejamos de hablar por alguna razón. Dejamos de vernos después de la escuela y, cuando terminamos séptimo grado, casi me había olvidado de él. Nos quedamos ahí mirándolo jugar, aunque Mati se dedicó más a mirar su celular que a Eli, a mí no me importaba nada más que él, sobre todo ahora que lo veía de nuevo. Pensé en lo lindo que se veía con el pelo más largo, ahora medio agarrado con una vincha. Cuando salió de su clase, nos juntamos los tres de nuevo para salir. Caminamos hasta afuera con los demás compañeros de Eli. Nos pusimos al día hablando de cosas que habían pasado en estos años, hablamos de Tomi, que se había mudado de provincia por el trabajo de su papá, que ninguno había hablado con él en estos años, pero que podríamos juntarnos a buscarlo. Miré la hora en mi celular, estaba muy cerca de mi toque de queda, tenía que volver a mi casa rápido o me iban a castigar de verdad.
—Eli, ¿me das tu número? —dije de repente apurado.
—Sí, dame tu celular.
Le desbloqueé mi celular y se lo di, esperé a que se agendara con cierta urgencia. Quería quedarme con ellos, pero no quería que me volvieran a castigar. La próxima vez, seguro que no me dejaban salir de casa. Cuando me devolvió el celular, me despedí de los dos antes de salir corriendo a mi casa, sabía que Mati le iba a explicar lo de mi castigo y por qué tenía que volver antes de que se hiciera la hora. Apenas llegué a casa uno o dos minutos antes, mi mamá me miró con cara seria, pero no me podía retar, únicamente podía hacerlo si llegaba después de la hora que habíamos acordado. Fui a mi habitación, agarré ropa y me metí a la ducha, me bañé lo más rápido que pude y salí para encerrarme en mi habitación, agarré mi celular mientras me tiraba en la cama. Le mandé un mensaje a Eli, aunque no estaba seguro si me iba a contestar, por ahí seguía con Mati y me iba a contestar recién cuando llegara a su casa, pero, al menos, ya iba a tener mi número. Mientras esperaba a que me contestara, me distraje mirando i********:, aunque, en realidad, no miraba nada, lo único que podía hacer era pensar en Eli, en lo lindo que se veía, en las ganas que tenía de volver a hablar con él. Suspiré mientras esperaba su mensaje, esperaba que no se hubiera olvidado de mí. Si Lu pudiera escuchar mis pensamientos ahora, seguro que me diría dramático o pesado, que dejara de pensar tanto y me pusiera a hacer algo. Me quedé dando vueltas por mis r************* hasta que me llamaron para cenar. Solté un suspiro, me levanté guardándome el celular en el bolsillo antes de ir al comedor. Saludé a mi hermana y a Ana, que no las había visto cuando entré apurado para hablar con Eli, me senté en el lugar de siempre al lado de mi prima. Aproveché a revisar mi celular mientras servían la cena, ninguna notificación que me importara en realidad. Mi mamá me retó apenas se dio cuenta que estaba mirando el celular en la mesa. Seguíamos teniendo esa estúpida regla, aunque mi mamá, mi tía y Ana eran las únicas que hablaban en la mesa, mi hermana y yo nos dedicábamos a comer. Luché durante un rato para no mirar la pantalla de mi celular, aunque vibrara en mi bolsillo una y otra y otra vez. Miré a mi mamá, estaba distraída, bajé la mano hasta mi celular, lo saqué y lo revisé, tenía un mensaje de un número que no conocía.
—Tehuel, te dije que el celular en la mesa no.
—Pero, ma —me quejé.
—¿Qué es tan importante?
Si le decía que era del colegio, me iba a obligar a mostrarle los mensajes. Solté un suspiro sin más opciones.
—Es Eli, ma. ¿Te acordás de él? —Ella me miró y después miró a mi tía, que se encogió de hombros—. Eli, ma. El chico que me gustaba en quinto grado.
—Ah, sí, tu noviecito, el coloradito.
—Con el que te encontraron besándote en el baño del colegio —acotó mi tía con un tono burlón.
—Sí, ese. Me lo encontré hoy en el club y le di mi número. Estaba esperando a que me mandara un mensaje para agendarlo.
—Bueno, ahora estamos comiendo. No te va a hacer nada esperar cinco minutos más para agendarlo.
Me quejé de nuevo, pero mi mamá volvió a prestar atención a la conversación que tenía con mi tía. Lo que siguió de la cena fue escuchar a mi prima unirse a mi mamá y a mi tía para joderme por lo de Eli. No odiaba que me recordaran todo el tiempo que me habían encontrado besándome con él, pero me molestaba que lo usaran como si fuera una burla o algo vergonzoso. Me acordaba, todavía, del miedo que tenía él en ese momento, de cómo había llorado por culpa de los boludos que eran nuestros compañeros. Apenas terminamos, me levanté y me encerré en mi habitación, sabía que, cualquier otro día, todos, salvo Nati, se estarían quejando de que me fuera sin ayudar, pero hoy ninguna dijo nada. Me senté en la cama y revisé el mensaje que me importaba.
—“Hola, soy Elías”
Mi corazón empezó a latir con fuerza, por fin íbamos a poder hablar después de cinco años de no vernos. Me temblaron los dedos, no sabía escribir de repente. Quería preguntarle si todavía se acordaba que nos gustábamos, de nuestro primer beso, de lo que había pasado, pero mis ojos se fijaron en su foto de perfil, estaba él con la chica de la otra vez besándose. Me mordí el labio con nerviosismo. Él tenía novia y yo, ahora, me agarraba a algo que había pasado cinco años atrás, no quería meterlo en quilombos con su novia, lo mejor era que me olvidara un poco, aunque verlo ahora, tan lindo, hacía que me pareciera imposible dejar atrás todo.
—“Pensé que no me ibas a escribir”.
—“Pasé por la casa de mi novia un rato, por eso tardé”.
—“Sí, tranqui, no tenés que darme explicaciones”. —Le mandé un par de emojis riéndose—. “Bueno, contame algo, pasaron cinco años desde que te fuiste del cole”.
Habíamos hablado un poco, pero mi toque de queda me había cagado la conversación. Ahora quería hablar hasta que ya no pudiera más, hasta que tuviera tanto sueño que no me pudiera mantener despierto. Primero me contó sobre la escuela, su grupo de amigos y que había decidido entrar a vóley para tener algo que hacer en lo que no estuviera su hermanito. Después me contó sobre su novia, de ella habló bastante más que de todos los demás, la quería, de verdad le gustaba. Sentí una punzada en el pecho. Le tenía envidia a esa chica por estar con Eli.
—“¿Te gustan los chicos?”
Escribí, pero no se lo mandé, me quedé leyendo cada una de las palabras como si no fueran en mi idioma. Respiré profundo y le envié el mensaje con nerviosismo, no sabía si, después, me iba a dejar de hablar, por ahí pensaba que quería algo más. No iba a mentir, quería estar con él ahora que lo había visto de nuevo, pero tampoco quería meterme en su relación, de verdad parecía que la chica le gustaba.
—“Ni siquiera lo sabe Cande, pero soy bisexual”.