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Emparejada con el Alfa Bestial

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ADVERTENCIA: Este libro contiene violencia, palabras explícitas y sexo. Algunas palabras pueden no gustar a otras personas. Se recomienda discreción por parte del lector.

Liam Hallows era una bestia temida por todos, despiadado y lleno de ira. Nació para atormentar a sus opresores y odia la palabra compañero o amor. Su tipo ideal es una aventura de una noche, folla y nunca más se oye hablar de ello.

¿Qué sucede cuando Liam tiene una aventura de una noche con una chica en la que accidentalmente se imprime, un error que teme toda su vida?

Nicole Mallory, la luna perfecta que era amada y adorada por todos excepto su compañero. Fue obligada a presenciar el modo en que su compañero tenía relaciones sexuales con diferentes Omegas como castigo por haber sido entregada a él como fuente de pago de las deudas de sus padres.

Demasiado dolor y agonía la llevaron a beber en el bar y terminar en la cama con un desconocido que la deseaba, pero era igual, exactamente igual que su compañero.

¿Podrá Liam ganarse el corazón de la chica en la que se imprime, o podrá domar a la bestia que está lista para devorarla?

¡Ps! Esto es diferente a tus libros normales de hombres lobo. He creado un mundo diferente a otros libros de hombres lobo.

Gracias.

Autora original: Diamondlee

Link: https://www.dreame.com/story/4004076032-mated-to-the-beastly-alpha

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1.
La tensión nublaba las emociones de Nicole mientras sentía rabia y un dolor muy amargo. Apretó los dientes y se mordió los labios hasta hacerlos sangrar. Su rostro hinchado y manchado se iluminó con una mezcla de sudor y lágrimas que empezaron a gotear de sus ojos y su frente. Su cuerpo ensangrentado estaba encadenado a una silla. Jadeaba, los dientes castañeaban de miedo y sus garras se enterraban profundamente en su regazo. Lucía como el infierno, sin embargo, su apariencia era una subestimación de lo que estaba ocurriendo en su cabeza. Su lobo rugía en su mente, su pecho estaba cargado de dolor y su corazón parecía estar siendo picado con cubiertos. Clavó sus garras en su regazo porque el dolor físico era mejor que todo lo que estaba sucediendo en su cabeza. Gemidos calientes, fuertes y roncos llenaban el aire mientras un hombre apuesto follaba a una rubia con volantes mientras besaba a una mujer pelirroja y acariciaba su pecho. Nicole no quería más que cerrar los ojos y evitar la violencia que estaba presenciando, pero no se atrevía. Podría romper fácilmente las cadenas que la sujetaban y arrancarles la garganta a la tripulación frente a ella, pero no se atrevía. Ahora cambiaban las posiciones, la rubia agarró su m*****o con la boca, mientras la boca del hombre estaba fija en el coño pelirrojo. A su alrededor había otras mujeres que pasaban los dedos por el cuerpo del hombre y se masturbaban ante la escena. Esas mujeres eran Omegas tocando al Alfa, su Alfa, su compañero. Cada contacto y sonido la volvía loca. Su lobo quería sangre. Podría matar fácilmente a cada mujer en esa habitación por siquiera mirar a su compañero, pero no podía. No podía hacerlo porque era su castigo. En este mundo, su compañero la veía como nada más que basura y disfrutaba manipulándola y jugando con trucos psicológicos. —Estás perdiendo la concentración, Nicole. Obsérvame atentamente. Necesitas ver y aprender. —Manifestó el hombre, su voz sonaba cargada de excitación y de mando poderoso. Automáticamente sus ojos se abrieron de par en par y su cabeza se enderezó. Era doloroso, pero cuando un Alfa ordenaba, uno se veía obligado a obedecer. Las mujeres se rieron antes de acercarse a ella. —Estúpida perra. —Comentó una de las mujeres mientras otra la abofeteaba con rudeza mientras se reía histéricamente. —Oh, Luna, ¿estás enfadada? ¿Tu cuerpo está hirviendo de rabia en este momento?—Preguntó una mujer de ojos azules, burlándose en su rostro. —Todos rindan homenaje a la Luna. Perra asquerosa. —Se burló otra mujer. Ecos de risas llenaron la habitación y la rubia que acababa de chupar la polla de su compañero se acercó a ella y la lamió en la cara. —Él dijo que debías observar atentamente, perra. —Susurró en su oído. Nicole jadeó, su rostro dolía por los cortes y moratones que había recibido antes de su compañero cuando la golpeó. Mordió sus labios desgarrados para no gritar y presionó sus garras aún más profundamente en su regazo. —Es tan jodidamente fea. ¿Te das cuenta de lo fea que eres, verdad?—Preguntó una. —¡Mira a mis ojos, maldita zorra!—Gruñó su compañero. Nicole gimoteó, rezando para que su tormento terminara. Otra Omega se aferró al cabello castaño ceniza de Nicole y lo tiró. Nicole soltó un grito de agonía. Una nueva ola de risas recorrió la habitación. Nicole inhaló aire, su lobo amenazaba con explotar. A diferencia de ella, a su lobo no le importaban las consecuencias. —Basura, tu existencia no vale nada. Tal vez por eso nadie te quiere. —Se burlaron. En ese momento, el control de Nicole se rompió. Emitió un gruñido retumbante mientras sus iris avellana se oscurecían con anillos rojos alrededor de ellos. La risa y la burla cesaron de inmediato. Shane, su compañero y el Alfa de la Manada Crimson gruñó, apartando a las mujeres que lo rodeaban. Sus ojos brillaban dorados mientras la agarraba. —¡Regresa a su subconsciente, lobo!—Gruñó, su dominancia se extendió a través de su cuerpo. Casi de inmediato, sus ojos volvieron a su color normal y lanzó un grito de agonía. Sonriendo con alegría, Shane la dejó caer al suelo y la silla a la que estaba atada se rompió bajo su peso. —¡Te dije que no dejaras que tu lobo tome el control! ¿Te dolió lo que dijeron? Tienen razón. Eres inútil y lo serás siempre. Por eso tu padre te vendió para pagar sus deudas. Sabía el desperdicio que llegarías a ser. —Irrumpió el hombre. Las lágrimas brotaron de los ojos de Nicole. Podía soportar cualquier forma de dolor, insulto y lesión, pero nada dolía más que el recordatorio de que era realmente inútil y nunca podría ser algo bueno. Las palabras que Shane decía no eran más que la verdad y ahora deseaba que alguien pudiera poner fin a su miseria. —Abre tus ojos. —Ordenó, y ella obedeció. Le lanzó una mirada despectiva y luego la derribó con su talón. … Unas horas después, Nicole agarró un trago de whisky en un bar. El anochecer había caído afuera y los clientes entraban al bar lúgubre y mal iluminado. Había salido silenciosamente de la manada, oculta, esperando que nadie la notara. Aunque todas sus heridas se habían curado, su cuerpo aún estaba dolorido y su mente aún cruda de dolor. —Luna. —Le llamó un hombre mayor, dándole palmaditas en la espalda afectuosamente. Nicole contuvo un gemido y apretó los dientes mientras el dolor se extendía por sus nervios. Lentamente, giró sobre sí misma y mostró una sonrisa falsa en su rostro. —Gabe. —Le saludó ella. Él le sonrió irónicamente. —Gracias. Mi pareja me contó cómo la ayudaste ayer. Eres lo mejor que le ha pasado a esta manada. —Dijo con honestidad. Las lágrimas llenaron los ojos de Nicole, su corazón dolorido se rompió un poco más. Su sonrisa vaciló y luchó por mantenérsela. —No lo menciones, Gabe. —Dijo ella con voz ronca. —, ¿No es para eso que está una Luna, verdad?—Preguntó Nicole. Gabe sonrió y le apretó los hombros. —Sí, pero tú lo haces de una manera humana. Es reconfortante. Eres una verdadera Princesa, gracias. —Terminó y se alejó cojeando. En cuanto estuvo lo suficientemente lejos, ella enterró la cabeza entre las manos y se echó a llorar suavemente. Los miembros de la manada Crimson no sabían nada de lo que ella estaba pasando. ¿Cómo podrían saber que, debajo de todas sus sonrisas y su arduo trabajo, ella se estaba consumiendo por dentro? Sabían que el Alfa Shane no la consideraba importante porque la usaron como pago por una deuda que sus padres tenían, pero lo que no sabían era la magnitud completa. Solo los miembros de alto rango de la manada y los Omega sucios con los que el Alfa Shane tenía orgías lo sabían. Mientras tanto, los miembros de la manada Crimson la veían como la personificación de la perfección e incluso la adoraban. Su cuerpo temblaba mientras sollozaba dolorosamente. Hace tiempo había dejado de rezar por un milagro, porque los milagros no sucedían en Crimson. Para ella no había nada como la alegría; solo dolor, sufrimiento y tortura. Ahora deseaba olvidar, dejar de sentir, estar en un estado más allá de su miseria actual. Era la única forma en la que podía escapar de su realidad. Secando sus lágrimas, levantó la cabeza y se tomó un trago, luego hizo gestos al camarero para que le sirviera más. Nicole vertió copa tras copa tras copa en su garganta hasta que el zumbido en su cabeza desapareció. Sus ojos se nublaron y apenas pudo sostenerse. Estaba a punto de caerse del taburete alto en el que estaba sentada. Rió, amando la sensación de libertad y poder que recorría sus venas. Después de tomar otro trago que quemaba la garganta, se resbaló del taburete. En el momento en que sus pies tocaron el suelo, el mundo se derrumbó. Sus piernas se doblaron bajo su cuerpo y cayó al suelo. Estalló en una risa descontrolada, se tambaleó para ponerse de pie y regresó a su taburete. Nadie se dio cuenta, porque al igual que ella, la mayoría de las personas en el bar querían ahogar sus penas. Nicole se tapó la boca mientras luchaba contra sus ataques de risa. Todo le parecía hilarante y emocionante. Movió su mano torpemente hacia el camarero para pedir otra bebida. Y apoyó la cabeza en las manos. —¿Qué tiene de gracioso?—Preguntó una voz penetrante de barítono, sorprendiéndola. Ella levantó la cabeza y estalló en risas antes de buscar la fuente de la voz. El alcohol y las luces tenues le borrosaron la visión, por lo que no podía verlo claramente, pero sus sentidos captaron su interés en ella. Eso la hizo ruborizarse y reír de nuevo. —Y pensar que dijeron que soy fea. —Murmuró. Sus palabras salieron como un sinsentido completo. Rió de nuevo, golpeándose el muslo con fuerza. El hombre, moderadamente construido y lleno de tatuajes, que estaba parado junto a ella levantó una ceja y entrecerró los ojos profundamente encajados en su rostro. Una sonrisa se insinuó en sus labios y sus ojos azules claros se oscurecieron de deseo e intriga. Se sentó en el taburete junto a ella, mirándola fijamente. —¿Qué quieres?—Balbuceó Nicole, volteándose para enfrentar al misterioso desconocido y casi cayendo del taburete. Él la agarró de inmediato y la enderezó. Sus mejillas se sonrojaron y ella rió aún más fuerte. El camarero regresó con su relleno y su pedido y lo puso ante ellos. Nicole intentó tomar su bebida, pero él se le adelantó y se la bebió de un solo trago. Ella abrió los ojos de par en par y gruñó. Él sonrió, sosteniendo la copa protectivamente. —Te… —Gruñó Nicole. El hombre misterioso hizo un ademán al camarero, quien estaba a su lado de inmediato. —Tráele una botella de agua. —Ordenó, y el camarero asintió antes de hacer lo que le habían dicho. —¿Estás loco?—Soltó Nicole, apuntando con el dedo al pecho del hombre. Él solo sonrió, ignorando la letanía de maldiciones que salían de su boca. Tan pronto como el camarero regresó con la botella de agua, pagó por su bebida sin tocar y la de ella, luego se alejó. Nicole estaba furiosa. Enfurecida, tomó de un solo trago el agua y, tambaleándose, fue tras él. Tropezando con la gente y las mesas, porque el mundo parecía estar bailando bajo sus pies. —¿Quién demonios era él?—Se preguntó a sí misma. Ya había tenido suficiente de que la intimidaran y el alcohol en sus venas la ayudó mucho, ya que le daba el coraje que normalmente le faltaba. Nicole salió tambaleándose afuera para inhalar el dulce aire nocturno, dejando que llenara sus pulmones. Cerró los ojos, exhaló y luego olfateó el aire en busca de su aroma. Lo encontró de inmediato y lo siguió sin ver. Tropezó y se detuvo cuando se encontró en un callejón oscuro. Para entonces, ya había vuelto a estar un poco sobria y se arrepentía de sus acciones. Él rió y se puso a la vista. Nicole jadeó y retrocedió unos pasos. Era más grande de lo que recordaba. Estaba oscuro, pero como su visión se había aclarado, pudo vislumbrar sus rasgos.¡Estaba tan caliente! —¿Quién te crees que eres?—Gruñó ella, suprimiendo su miedo. Sus iris azules se oscurecieron y un destello de oro brilló en ellos mientras su mirada penetrante recorría su cuerpo. Todo su cuerpo respondió con un escalofrío y su coño empezó a palpitar involuntariamente. Tragando saliva con dificultad, Nicole dio otro paso hacia atrás y se apoyó contra la pared. Un sutil olor en el aire le indicó que él estaba tan excitado como ella. Y eso fue lo último que recordó.

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