A medida que los primeros rayos de sol de la mañana se filtraban a través de las cortinas, Nicole abría gradualmente los ojos, recibida por el cálido resplandor de un hogar acogedor. El aroma de café recién hecho y comida deliciosa llenaba el aire, tentando sus sentidos y despertando su apetito. Para su sorpresa, encontró a la joven niña, Emily, sentada junto a su cama, observándola con ojos curiosos. Nicole ofreció una débil sonrisa, sintiendo todavía una sensación de inquietud acerca de su propia identidad. —Buenos días. —Gorjeó Emily, su voz llena de inocencia. —, me alegra que estés despierta. ¿Cómo te llamas?—Le preguntó. Sorprendida, Nicole dudó por un momento. No quería revelar su verdadero nombre, temiendo las repercusiones que podría traer. En cambio, decidió ofrecer otro nomb

