Nicole abrió lentamente los ojos, con dolor de cabeza. Estaba acostada en una cama blanca de hospital, rodeada de paredes desconocidas. El pánico se apoderó de ella cuando intentó incorporarse, pero un dolor agudo en su abdomen la hizo retroceder a la cama. Respiró profundamente e intentó calmarse, observando su entorno. La habitación estaba silenciosa. El único sonido provenía de las máquinas que emitían pitidos, monitoreando su ritmo cardíaco y su respiración. De repente, la puerta se abrió de golpe. Asha irrumpió en el hospital y gritó de alegría al ver a Nicole despierta. —¡Dios mío! ¡Nicole, por fin estás despierta! —Exclamó, con lágrimas corriendo por su rostro. Los doctores entraron apresuradamente y empezaron a revisar los signos vitales de Nicole, asegurándose de que estuviera

