—Se libre… porque ahora yo lo seré. Y el primero que vea… hmm… me gustaría que fuese un n***o. Sí, Philippe, uno de esos que me reviente la v****a, que me haga sangrar el culo, que me haga vivir todo lo que tú nunca pudiste hacer. Él parpadea dos veces, atónito. Yo continúo, disfrutando cada segundo de su cara endureciéndose. —Sí, así como lo oyes. Que me deje temblando, sudando, que me ponga de rodillas hasta que me tiemblen las piernas… y no, no quiero romanticismo barato. Quiero que me coja como un hombre de verdad, no como tú… que parecías pedir permiso hasta para tocarme. —Claire, cállate… —me dice, pero ya tiene la voz rota, apretando la mandíbula. —¿Cállate? No, no… no he terminado. Quiero a alguien que me muerda, que me deje marcas en todo el cuerpo, que me agarre del pelo y me

