+ALEXANDER+ Estoy conduciendo hacia la empresa de Philippe. No tengo que decir que voy furioso, porque la tensión en mis manos sobre el volante lo dice todo. Los nudillos blancos, la mandíbula apretada, los ojos fijos en la carretera como si la pudiera partir en dos con la mirada. Claire se fue. La muy condenada se fue sin dejar que yo decidiera qué era lo mejor para ella. Y, maldita sea, hay una parte de mí muy escondida, muy pequeña, que se siente orgullosa de eso. Orgullosa y… excitada. Sí, no voy a mentir: me calienta que ella sea así, que no dependa de nadie, que no se quede como una muñeca de porcelana esperando que yo le solucione la vida. Pero lo que no entiende es que no quiero verla cerca de ese imbécil de Philippe. No porque no pueda cuidarse, sino porque yo no quiero que

