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La Culpa de Amarte.

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"No desearás a la mujer de tu prójimo"

Él sabía que las leyes de los hombres no funcionaban con ellos, y aun así, la culpa de enamorarse de la mujer de su hermano, lo consumiría día tras día.

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⎢Introducción⎢
Eleanor se encontraba acostada sobre el suelo admirando el cielo, sintiendo sobre su piel lo delicioso de la brisa del viento que se combinaba perfecto con el dulce aroma a las flores de lavanda que se extendían por todo el jardín. Era una ironía que aun estando en el exterior se sintiera igual de prisionera que dentro del castillo, ansiaba tanto su libertad, pero había hecho una promesa y por eso mismo no podía huir. — ¿Qué hace aquí, señorita? Sabe que a él no le gusta que ande afuera. — A él… — soltó una risa burlona y siguió recostada sobre el suelo — Déjame aprovechar estos momentos. — Si el señor la ve afuera se enfadará muchísimo. — Tranquila, Cordelia. He sido cuidadosa y sé que el señor no se encuentra. La sirvienta notó lo despectivo de la palabra “señor” pronunciada en la boca de su joven ama, pero contrario a lo que siempre hacía, esta vez no la regañó, entendía perfecto porque estaba afuera, entendía que extrañaba su familia, su hogar, pero sobre todo que lo extrañaba a él. — Este aroma, ¿Le recuerda a él? — le preguntó cuidadosamente, recordando que la última vez que hablaron de lo mismo, su ama había terminado llorando y no quería volver a pasar por ello. — ¿A él? — soltó un suspiro y sonrió cuando el viento acaricio su rostro —Di su nombre, me gusta escuchar su nombre. — Sabe que eso está prohibido, señorita. Eleanor se levantó bruscamente del suelo y volteó a ver a la chica, ella percibió ira en su mirar, pero no se asustó, pues sabía que no estaba dirigida a ella, calmadamente esperó la explosión de palabras. — ¡Dios mío, pero si ese hombre es su hermano! ¿Como puede ser que esté prohibido? — Tranquila, señorita. Entiendo su molestia, pero debe comprenderlo — se acercó con pasos cortos a su ama y le agarró la mano. — Estoy segura de que él sufre de igual o peor forma que usted. — Lo dudo, seguramente está muy tranquilo sabiendo que fue su hermano y no él, quién fue a esa maldita guerra. — ¡Señorita Eleanor, no diga eso! — ¡Ja! Es la verdad. ¡Astor necesitaba deshacerse de Emmett! Él nunca aceptó lo nuestro, me ha de odiar y si yo sigo aquí es porque… — ¡Calla a esa mujer, Cordelia! — gritaron tras de ellas. Eleanor dio un brinco, abrió enormemente los ojos, tensó el cuerpo y con inseguridad se giró para ver al dueño de aquella imponente voz, un hombre alto de cabello n***o y ojos dorados salió de entre las murallas de los jardines, él la miró terriblemente y Eleanor bajó la mirada avergonzada, sentía las mejillas calientes, si bien todo lo que había dicho verdaderamente era lo que pensaba de él, odiaba el hecho de que la hubiese escuchado. La joven sirvienta se precipitó a su lado y dio varias reverencias para mostrar respeto y disculpas, pero él la ignoró por completo. — Si tu piensas que quería deshacerme de él, estas demasiado equivocada. — le dijo y Eleanor subió rápidamente la mirada dispuesta a enfrentarlo. — Pero… — Señorita, guarde silencio. — la reprendió Cordelia. Eleanor dio un brinco y mordiéndose los labios con enojo decidió quedarse callada, quería salir corriendo, pero sus pies parecían pegados al suelo. Por su parte, Cordelia nuevamente se disculpó en su nombre, notó que como siempre su amo Astor no decía nada y al igual que otras veces se alejaba a paso lento internándose en el límite de los jardines y la espesura del bosque. Eleanor le siguió con la mirada hasta que lo perdió de vista, pero para Astor, la mujer aún seguía en su mente, no solo no podía olvidar su aroma y el latir de su corazón apresurado, pero lo que más tenía presente era el odio en su mirada y las desafiantes palabras que dijo sobre él que, aunque no habían sido en su presencia, sabía que eran suficientes para mandarla a castigar. — Pero la verdad es que no es mi culpa — se dijo a sí mismo, mientras admiraba el firmamento, achicó los ojos — ¿Prohibido? Hermano, tu nombre no debería estar prohibido, pero me es más fácil seguir adelante de esta manera. Todos los días me pregunto ¿En dónde estarás? Y sobre todo… ¿Por qué me pediste esta cosa tan imposible con tu mujer? ¿Por qué Emmett? Los sentimientos dentro de él fueron los que desataron parte de su poder y notando que sus uñas se convertían en garras, las ensartó en el tronco más cercano tratando de calmarse, se odiaba por no poder ponerle alto a esa mujer porque sabía que lo estaba haciendo por su hermano menor, porque él le pidió que la protegiera mientras que él se iba a la guerra y no podía sacar a esa mujer del palacio, porque era su promesa. Prometió que cuando él regresara, daría su consentimiento para que se casara con esa humana. Ambos sabían que estaba prohibido, demonios como ellos no podían, no debían enredarse con débiles humanos, pero claramente para Emmett aquello había sido ignorado. — Y ahora yo debía cargar con eso. — se dijo así mismo, mientras veía como sus dedos sangraban, pero aquello ni lo inmuto. *** Eleanor entró en su habitación furiosa, se arrancó los adornos de su cabello sin cuidado y los tiró sobre la cama, después se echó ella. — ¡Lo odio! ¡Lo odio como jamás he odiado a alguien! — gritaba contra las sábanas, notó que lágrimas de rabia corrían por sus mejillas y lo odió aún más. — Debe tranquilizarse, señorita. No es bueno que se enfade de esa manera. — ¡Es que no hay tranquilidad con él, Cordelia! Todo el día es asfixiante, estar cerca de él es algo maldito. ¡No lo soporto! Y cada vez que le pregunto por Emmett, solamente se da la vuelta y dice que no hay cartas, él me está ocultando algo. — Ya le he dicho, que el amo esta de igual o de peor forma que usted. — ¡No!... Su amo no quiere a Emmett y sé que lo en verdad desea es que yo desaparezca. No dejó que nos casáramos y ahora lo mandó a esa estúpida guerra para que se muriera. — Usted sabe lo delicado de eso, señorita. El matrimonio entre razas diferentes no es algo normal, ni menos cuando es entre la realeza. Además… estoy segura que el amo solo quiere lo mejor para ustedes. — Lo que quiere Astor es que todos y cada uno de nosotros nos olvidemos de Emmett para siempre, pero ¿sabes algo, Cordelia? ¡Yo jamás lo olvidare, porque lo amo! Y juro por Dios, que cuando él regrese, este o no de acuerdo, me casare con él… — Pero señorita… — Te lo vuelvo a repetir, de la misma manera en la que amo a Emmett, con toda la fuerza de mi corazón, con esa misma fuerza odio a Astor. Cornelia no dijo nada, solo la observó y reflexionó, tanto dolor, odio y temor había en el corazón de esa mujer por su amo Astor, como había amor y felicidad por su querido Emmett. Que diferencias tan grandes había entre los dos hermanos, que diferencias tan inmensas le separaban y aun así la anciana lo sabía, ambos hermanos se querían, un amor fraternal raro, pues al final de todo, aunque eran medios hermanos, lo único que tenían era el uno al otro. Como cada que se encontraba sola, Eleanor se permitió recordarlo, era el unico consuelo que le traía a su corazón y lo unico que ahora podía hacer. Lo extrañaba demasiado, para ella era lo unico que importaba… lo unico que siempre iba a importar.

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