Capítulo 1

2819 Words
¿Alguna vez te has encontrado completamente vacía por dentro? ¿Alguna ves has sentido que lo has dado todo pero sin embargo las cosas no han salido como esperabas, como a ti te hubiera gustado? ¿Alguna vez te has sentido rota, muerta por dentro y respirar solo era una agonía? “El tiempo pasa y pone todo en su lugar” “No puedes ir en contra del destino, él ya está escrito” “ Lo que tiene que ser será y lo que no…” y lo que no es te destruye por dentro y ella lo sabe muy bien. ¿Dicen que el tiempo cura heridas verdad? Sin embargo para Alina el tiempo no había hecho nada, solo nublarle el alma, sintiéndose vacía, olvidándose hasta incluso de ser feliz. Todavía sus noches se le hacían largas y duras y debes en cuando le ganaban las lágrimas. Los recuerdos eran como puñales en su pecho que una y otra vez escarbaban su herida. Su vida era una completa agonía. - Señorita, es su turno en la pasarela. – dice una de las asistentes del desfile. - Ya salgo. Gracias. – dice ella aún sin despegar su mirada en su reflejo en el espejo. Se reflejaba tan diferente y no simplemente en cuanto a su apariencia, sino también dentro suyo. Ya no se hallaba cada vez que se miraba al espejo, esa mujer de la cual su madre se sentiría orgulloso se había transformado en todo lo que no soñó jamás. Simplemente no era ella, no era Alina. Terminó de retocar su maquillaje y peinar su cabello ondulado rojizo y no pudo evitar que su mente la transportará hacia aquellos lugares del pasado que no pisaba por años y lo vio… se miró allí, en el reflejo juntos otra vez. - ¿Sabes que fue lo que me enamoro de ti, además de tu personalidad? – le dice él mientras la abraza sentados en la ventana luego de hacer el amor. - ¿No? – responde ella sosteniéndolo a su cuerpo como si tuviera miedo de perderlo. - Tu cabello. – dice ante la expresión de sorpresa de ella. – el color de tu pelo es… simplemente hermoso.- ella se separa de su cuerpo y se acomoda frente a él, toma su rostro con ambas manos y besa dulcemente sus labios. - Te amo. – dice uniendo sus frentes. – y a mí me gusta todo de ti. –¿Aunque esté dañado? – ella se separa de él y frunce el ceño ¿Por qué decía eso? - Tengo miedo. – ella no tuvo que decirle nada, porque en sus ojos encontró él la pregunta. – tengo miedo de no ser capaz de cuidarte a ti y a nuestro bebé. – dijo afligido y Alina sintió se le hacía un nudo en la garganta. Entonces toma sus manos y lo mira sería. - Serás el mejor padre que nuestro bebé pueda tener y confío que lo harás bien. – y ante las primeras lágrimas que se asomaban en sus ojos, ella lo abrazo y lo contuvo, no con sus brazos solamente… lo contuvo con el cuerpo, con el alma. A veces quisiera tener el poder o la receta para olvidarlo, para desterrar de su vida su existencia, pero le es difícil porque no solo aún lo ama, sino que tiene el fruto de su amor diciéndole mamá. - Señora. – vuelve a ingresar la chica avisarle que es su turno en la desfile. - Si, disculpe, ya voy. – evitó la mirada de la chica que la observaba curiosa al verla llorando frente al espejo, pero no tenía tanta confianza como para preguntar el por qué de su condición. Se secó aquellas lágrimas que le estaban ensuciando el maquillaje, se volvió a mirar en la espejo para asegurarse que todo estuviera bien, tomo una gran bocanada de aire y fingiendo que no había sucedido nada, que la vida, de nuevo, no le había demostrado que por más que lo intente Marco siempre será parte de ella, porque querer desterrarlo de su vida era como pretender respirar sin oxigeno o vivir sin latidos. Simplemente era imposible. Respiró un momento, se puso ese caparazón de hierro y “salió a brillar” salió a fingir que todo, estaba bien. - Estuviste muy bien Alina. – le dice Valeria mientras levanta su copa para brindar en honor a ella. – y no solo eres una de mis modelos para importantes, también eres mi amiga y como tal sabes que puedes confiar en mí. – ella la mira atenta mientras toma un sorbo de su bebida. Valeria no era tonta como para no darse cuenta, que minutos antes del desfile ella estuvo llorando y aunque Alina era demasiado inteligente para disfrazar sus sentimientos ante el mundo, no podía hacerlo ante ella quien no solo la ayudo en su peor momento, sino que fue su contención en todos estos años. Ella se había convertido en una amiga. Una amiga que siempre estaría allí cuando la necesitara y cuando no también. - ¿A qué viene eso? – le dice sería mientras coloca su copa con cuidado encima de la mesa. - Sabes de qué hablo. – Alina le había dicho una y mil veces que Marco era un asunto del pasado y que no quería saber de él ni de su vida, pero la realidad era que se moría por estar con él, lo extrañaba tanto. – Alina yo creo que … - ella sabía cuál era el tema que tocaría a continuación y una vez más, la puso en su lugar. ¿Eran amigas? Si, pero había temas delicados y muy íntimos dónde no le permitía a nadie, incluso ni a su hermana interferir en él. - Mi hija nunca va a saber la verdad. – dice tajante y decisiva. - Pero tiene derecho. – reprochó ella con nostalgia y en contra de como estaba llevando el asunto del padre con Michelle. – si algún día descubriera la verdad… - Pero enseguida la pelirroja la calla. - Eso no pasará nunca. – dice nerviosa, el simple hecho de enfrentarse a la posibilidad de perder a su hija por haberle mentido todos estos años la invade de miedo. – Valeria ve reflejada en su mirada el terror y no tarda en tomar su mano para que ella vea que su apoyo es sincero y que con sus palabras no buscaba herirla, simplemente hacerla recapacitar para no sufrir en un futuro que puede ser más cercano que lejano. - Alina, Michelle es una niña inteligente y si descubriera que su padre está vivo será difícil que lo entienda. – se dio la vuelta y apoyó sus manos sobre el mueble de maquillaje y dejo salir un pequeño llanto que hizo que Valeria dejara su copa y la abrace. - ¿Por qué te sigues haciendo daño? Si decidiste dejar todo en Buenos Aires, debes permitirte ser feliz. – deja de abrazarla y la toma de los hombros, necesitaba que la escuchara atenta. – te mereces ser feliz, deja atrás tanto odio, tanto resentimiento que está quemando tu alma. – pero niega al mismo tiempo que hace fuerza para no llorar, entonces ella vuelve abrazarla y allí, rompe en llantos. - Ay, Valeria no puedo, por más que lo intente, no puedo lo amo de igual manera en la que lo desprecio y me odio a mi misma por ello. – confiesa mientras se aferra fuerte a su cintura. – ya no puedo más. – y deja salir su amargura afuera, después de años sin hablarlo. -me duele verlo en mis recuerdos, me duele saber todo lo que nos pasó, todo lo que me hizo, todo lo que le dije la última vez que nos vimos. Duele mucho. - Tienes que aprender a perdonar y dejar ir para estar en paz contigo misma - ¿Pero cómo puede fingir que no ha pasado nada? ¿Cómo hace para olvidar todo lo que le ha hecho? ¿Cómo hace para negar que todos esos años en los que las dejó solas a las dos, fueron una eterna agonía? No puede simplemente perdonar y dar vuelta la página. Simplemente no podía. - No puedo. – dice en un hilo de voz por el llanto reprimido de doce años que la estaba ahogando. - Debes intentarlo, porque nunca podrás ser feliz con alguien más – pero ella no quería intentar ser feliz con nadie… ella quería estar con él y sólo con él. Mientras tanto en Buenos Aires y con cuatro horas de diferencia, la noche azota los recuerdos de él sin piedad, repitiéndose en su cabeza aquella escena una y otra vez sin dejarle consuelo, reproduciéndose como un eco, que nunca se detiene, aquellas palabras de odio y desprecio que aquella última vez le dijo para verla salir de su vida para siempre y eso lo atormentaba a diario, por doce años. Ella tenía razón, no puede ser feliz. Aunque lo intente. Los truenos abren el cielo en dos dando una imagen apocalíptica pero no tan aterradora como la imagen de Alina deslizándose por los barrotes hacia el suelo sucio y mojado de su celda al enterarse que fue tan miserable de entregar a sus hermanos al juez y el grito desesperado y lleno de odio de ella diciéndole que jamás le perdonaría lo que le hizo ¿Y cómo podría hacerlo? Si actuó cegado por la ira, sin poder razonar las consecuencias de sus acciones y a sabiendas que podía matar el sentimiento más puro en ella lo hizo sin importarle nada. Solía verla en sus sueños y hasta en ellos se alejaba de él ¿Y como no lo haría? Si hasta él mismo se preguntaba cómo después de haber sido tan cruel de haberla lastimado tanto, seguía respirando. El tiempo había pasado y la infidelidad ya no importaba. No importaba si había estado con otro hombre, si había jugado con él porque después de todo había comprendido que no podía olvidarla y que el decir odiarla era más para intentar convencerse él mismo de ello más que guardar las apariencia y demostrarle a todos que Alina, en su vida, se trataba de algo pasado. - ¡Alina! – Despertó buscándola en su cama desesperado, cuando recordó que no estaba… que ya no estaba allí para contenerlo, para abrazar sus sueños.. simplemente no estaba. - Luego de todas las cosas lindas que me has dicho ¿qué puedo decirte yo? - ambos ríen. – tu me has dado algo que creí que jamás volvería a tener y no sólo me lo diste a mí sino también a mis hermanos y eso es una familia. Yo agradezco a Dios cada día de mi vida desde que te conocí, porque desde el primer momento en el que te vi supe que no sería la última vez. En tus brazos no sólo aprendí amar, fuiste tu quien me enseño a ser mujer, fuiste tu quien despertó en mí esa Alina capaz de enfrentarse al mundo con tal de defender nuestro amor y no sabía que podía amarse con esta intensidad. – presiona sus manos. – quiero que seas lo último que mis ojos vean cada noche y lo primero que observen cada mañana. No quiero que te vayas de mi vida nunca. – Con el tiempo él solo pudo encontrar consuelo en sus videos, aquellos en los que aparecían juntos, en los que se demostraban tanto amor y aunque siempre se terminaba preguntando por qué se hicieron tanto daño, esa era la única manera de seguir teniéndola consigo. En la penumbra de la noche, con los relámpagos iluminando los objetos de su cuarto de vez en cuando y el sonido de la lluvia golpear su ventana reproduce por décima vez el vídeo de su boda, aquel fragmento donde ella dice sus votos y dónde, nuevamente, rompe en llantos. No importa cuántas veces lo reproduzca no tampoco que tan preparado cree que está psicológicamente para seguir haciéndolo y aunque su excusa es no olvidar su traición, sus mentiras, la realidad es que mira repetidamente sus videos porque tiene miedo de olvidarse de ella. Porque muy en el fondo no quiere hacerlo, aunque eso signifique seguir sangrando por la herida. La mañana siguiente no fue diferente como las anteriores, simplemente eran levantarse de la cama, lavarse la cara y continuar con sus vidas, a veces solos y otras veces acompañados… pero al final y al cabo, siempre era intentarlo solos. Lara había quedado con su hermana para almorzar luego de que acabará su turno en la clínica y llevase a Dylan, su pequeño de tres años al jardin, necesitaba hablar con Alina dado que llevaban meses sin hacerlo por sus interminables viajes de trabajo y los congresos de salud a los que ella asistía mensualmente. Para Lara había sido muy difícil las cosas cuando Marco hizo que encarcelaran a su hermana, porque ese día no solo la separaron de Alina, sino de Alex quien había sido automáticamente asignado con una familia de acogida mientras esperaba qué alguna pareja lo adopte, la cual llegó dos meses más tarde y pese a que han pasado más de diez años, aún no han podido dar con él y esto era algo que aún las tenía angustiadas. - Lamento haber llegado tarde. – dice Lara mientras saluda a su hermana y se acomoda en una silla frente a ella – El niño no quería quedarse en el jardín. – Alina sonrió, sabía los dolores de cabeza que su sobrino le daba a su hermana. - ¿Cómo está mi sobrino? – indagó tomando su mano. - Bien y en la etapa de los por qué “por qué el cielo es azul” “por qué el pasto es verde” “por qué esto, por qué aquello” – dice manifestando cansancio. – tenía entendido que esa etapa no se daba sino hasta más grande y mira, con tres años ya me vuelve loca con preguntas. – Alina soltó una carcajada. – estoy agotada… esto de ser madre no es fácil. – dice recargando su espalda en el respaldo de la silla. - por cierto, ¿Cómo te fue en el desfile? – indagó curiosa e interesada. - Bien, por suerte bien. – le contesta indiferente y ella se preocupa automáticamente. - ¿Te pasa algo hermana? Estás como… en otra cosa ¿Qué pasa? – - Michelle.- musita. - ¿Sigue con eso de querer saber de su padre? – pregunta preocupada mientras sostiene la mano de ella. - Si y ya no se qué hacer, cada día está más grande y sus preguntas me toman por sorpresa, me dejan sin saber qué decirle. – confesó aturdida y estresada por la situación. - Deberías…-intenta decirle pero ella enseguida suelta su mano y se niega rotundamente – tiene edad para saber la verdad Alina. – Lara sabia que el tenemos de Marco con Michelle era un asunto desistido hace años y que nada, por más que le expliqué las razón por las que debe hacerlo podría hacerle entender que su hija tiene derecho a saber su origen y por qué su padre no está con ella - ¿Y romperle el corazón? – niega seguidamente. – no podría hacerle eso. – dice firmemente. - Pero haces que viva en una mentira ¿Cómo crees que tomara el hecho de saber que su padre está vivo?...- pero su hermana no contesta. – que tiene un padre Alina. Ambas somos testigos de cuánto ella sufrió y sigue sufriendo el escuchar a sus amigas hablar de sus padres y ella ¿Ella que puede decir de él? Si no siquiera puede mostrarles una fotografía. Alina se quedó en silencio unos momentos, tenía razón lo que le explicaba Lara, ella se había jurado no contarle nunca la verdad a Michelle para no lastimarla sin pensar que un día llegaría el momento de tener que hablarle con el corazón enfrentando el miedo a que está vez, quien se quede sin su hija sea ella - Debes decirle la verdad Alina. – y por un momento analizó esa posibilidad, pero por el momento prefería mantener el tema de Marco con su hija bajo siete llaves. – bueno, cambiando de tema ¿Cómo has estado? Me enteré que serás tapa de la revista de modas más importante de todo Europa ¿Cómo te sentís? – pregunta ansiosa. Lo cierto era que Lara cuando salió de la preparatoria e ingresó a la universidad de medicina tuvo una época en la que quería ser modelo igual que ella porque le interesaba el mundo de la moda, pero luego se puso de novia y como él era un poco celosa prefirió abocarse a terminar sus estudios y poder abrir la clínica que su esposo, en la actualidad, ya se imaginaba en esas épocas de estudiante. - Un poco nerviosa. – confiesa y Lara se sorprende porque no era la primera tapa que ella hacia, pero si la que iría a tener alcance internacional, por lo que ya sabía por dónde venía la mano. - Tranquila, todo va a estar bien. – le dijo tomando su mano.- ahora comamos que me muero de hambre. – le dijo con una expresión graciosa que provocó una sonrisa en su rostro. Algún día tendría que contarle la verdad a su hija, pero todavía creía tener tiempo para hacerlo. Lo cierto es que no ve venir la tormenta en el cielo y cuando menos se lo espere, tendrá un temporal de recuerdos y verdades arrasando con su vida otra vez.
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