Seis

1633 Words
Adam —¿Por qué no quieres que salga con Cecylia? —No era lo que quería preguntar. —No dije que no quisiera. —Pero siempre huyes cuando está ella. —Eso no significa que no quiera que salgas con ella. Estiré mi brazo por encima de la mesa hasta llegar a su mano, la tomé y acaricié sus nudillos con suavidad. —Si te preocupa que esté cambiando de alguna manera a tu madre, ella no puede ser reemplazada con nadie. —Solté un suspiro apretando su mano ligeramente—. Pero no puedo quedarme toda la vida solo. —Me tienes a mí, papá. —No es lo mismo. —Su mirada se oscureció—. Solo quiero que sepas que no estoy cambiando a tu madre. —No es eso lo que me sucede —masculló—. No lo entiendes… —Explícame, entonces. Su rostro se sonrojó, deslizó su mano hasta apartarla de la mía. Se levantó y fue directamente a las escaleras. Me levanté lo más rápido que pude y lo seguí, pero él, subiendo los escalones de dos en dos, llegó antes a la planta de arriba. Prácticamente corrió hasta encerrarse en su habitación. Me quedé al pie de la escalera mirando hacia arriba como si así pudiera hacer algo. Me pasé los dedos por las sienes. No quería pensar que esa reacción está vinculada a lo que había visto la noche anterior, no quería pensar en algo así. No de nuevo. Solté un suspiro y volví al comedor, apenas habíamos comido. Levanté todo y lo llevé a la cocina para guardar lo que había sobrado y lavar los platos. ¿Por qué las cosas entre nosotros se habían complicado tanto? Siempre me había jactado de entender bien a un adolescente a pesar de no tener a su madre conmigo. Las cosas no habían sido tan difíciles antes de la llegada de Cecylia. Entonces, mi nombre en un susurro llegó a mis oídos, me giré esperando ver a Kamil, pero no estaba ahí a pesar de haber sido su voz la que escuché con claridad. Mi mente me torturaba con lo que había visto haciendo reaccionar a mi cuerpo. Me obligué a pensar en cualquier otra cosa que no fuera él, al menos no en esa situación. Me apoyé en la mesada y observé el agua espumosa en el fregadero sin parar de pensar en miles de cosas enmarañadas entre sí que no terminaba de entender, todas giraban alrededor de Kamil. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué todo se desmoronaba ahora? Terminé con lo que hacía, apagué las luces y subí las escaleras. Miré directamente la puerta de la habitación de Kamil, completamente cerrada como una bóveda impenetrable. Sentí la tentación de tocar, de decirle lo que había visto, pero, una vez más, no tuve el valor suficiente para decir nada, simplemente seguí caminando hasta poder encerrarme yo también en mi cuarto. Mañana las cosas serían distintas, esperaba poder olvidarme de lo que había sucedido, de la voz de Kamil gimiendo mi nombre, de su expresión, de… Me obligué a detenerme, quería olvidarme de aquello, pero seguía insistiendo en darle vueltas al asunto. No parecía que mi cabeza quisiera olvidarlo y mi cuerpo tampoco quería tomar la distancia que debía, siempre que lo recordaba, sentía que la temperatura me subía poco a poco. *** Miré la pantalla de mi computadora sin poder concentrarme en lo que hacía, apenas había podido dormir por darle vueltas a lo de Kamil. Ahora él tampoco me dejaba concentrarme en lo que debía hacer. Miré la pila de archivos y documentos del caso que teníamos, apenas los había revisado en casa el fin de semana. Todo por ese dichoso accidente. Suspiré tratando de centrarme en mi trabajo, al menos hasta que Ewa entró en mi despacho con otra pila de documentos por revisar. —¿Y esa cara, Adam? Creí que te gustaban los casos difíciles. —No es el caso, es Kamil. —¿Qué pasa con el niño? —No lo sé, parece que está molesto por mi relación con Cecylia. —Oh, sigue atravesando la adolescencia, ¿no? —Asentí—. Bueno, al menos le queda muy poco para terminar con la rebeldía de esos años. Los míos están por la mitad, pero parece eterno. —¿Cómo lo afrontas? Quiero decir, las cosas con Kamil fueron bastante sencillas hasta ahora. —No lo sé, mi esposa y yo somos un equipo. —Se quedó en silencio unos segundos como pensando en algo—. ¿Y si llevas a Cecylia a vivir contigo? Tal vez ayude con Kamil. —Ni soñando, Ewa. Ya empieza a ser un drama cuando solo me visita, imagina si la llevo a vivir con nosotros. Kamil enloquecerá. —Pero, Adam, Kamil tiene dieciocho años, es un adulto, puede irse a vivir solo. Negué con la cabeza rápidamente. La idea de que Kamil se fuera de la casa era una tortura para mí, quería que siguiera conmigo, sabía que, en algún momento, tendría que irse, pero atrasaría ese momento todo lo que pudiera solo para tenerlo conmigo un tiempo más. Ewa no dijo nada más referente a Kamil, se limitó a entregarme las carpetas y dejarme solo de nuevo. Escribí un par de líneas para el juicio que se nos venía encima. Norbert era el encargado de me entrevistar y hablar con nuestro defendido, al menos esta vez. Revisé sus notas antes de dar una ojeada por los documentos que Ewa me había traído, obligándome a concentrarme en mi trabajo lo mejor que podía, dejando de lado a Kamil un rato. No era una tarea fácil, menos cuando mi celular vibró con un mensaje, cuando lo revisé, vi que era un mensaje suyo avisándome que se quedaría en casa de su amigo. Prefería que se quedara en casa, aunque estos dos días habían sido una tortura para mí estar a su alrededor, pero, por alguna razón, prefería que estuviera dando vueltas por casa y no con alguien que parecía querer siempre toquetearlo. Pegué un respingo en mi silla. A mí no me importaba eso, lo que hiciera Kamil en su privacidad era asunto suyo mientras no me hablara de eso o estuviera en algún problema, no podía decidir sobre quién iba a estar o no con él. Me saqué los lentes y me restregué los ojos con cierto cansancio. Mi mente se desgastaba más con él que con mi trabajo, al menos ahora. El trabajo me costó bastante más de lo que me hubiera gustado, apenas podía concentrarme, pero me forcé a terminar. Almorzamos en medio de una reunión Norbert, Ewa y yo, debíamos terminar de definir nuestra estrategia para el juicio que se nos venía encima. Miré mi comida cuando la conversación se desvió a algo que no tenía que ver con el trabajo, aproveché para sacar mi celular y enviarle un mensaje a Cecylia, que había decidido no venir a la oficina. Miré el chat durante unos segundos sin saber qué escribirle. De repente, el mensaje de Kamil volvió a mi cabeza, él no iba a estar en casa hoy, tal vez era mi oportunidad para poder distraerme de lo que había visto, no podía desaprovecharla. Terminé invitándola a pasar la noche conmigo. *** Cuando se hizo la hora, Cecylia apareció en casa con una sonrisa en el rostro, la besé dándome cuenta de la extrañeza que me producía, no tenía el sentimiento de antes por ella, algo había cambiado de repente. No quise darle demasiadas vueltas al asunto, preferí llevarla al comedor, ella se sentó en el desayunador mientras yo servía un poco de vino en un par de copas. Bebimos en lo que terminaba de preparar la cena para ambos. Hablamos del trabajo, de lo que haríamos durante las vacaciones de verano que, para mí, eran bastante importantes, sobre todo ahora que se me terminaba el tiempo con Kamil, era cuestión de minutos para que terminara yéndose de casa. Apagué la cocina antes de tomarme de un trago el vino que había en mi copa, estaba traicionando mi idea inicial, no quería pensar en Kamil, él estaba en la casa de su amigo, seguramente ni siquiera estaba pensando en mí. ¿Por qué tendría que hacerlo? Puse la mesa con la ayuda de Cecylia, pese a mi insistencia para que simplemente dejara que la atendiera hoy. Serví la cena y nos sentamos a comer entre conversaciones banales e insinuaciones. Me forcé a tomar más vino para distraer mi mente de lo que iba a hacer cuando termináramos de cenar. Aunque Cecylia decidió que la cenar era una mera formalidad, se levantó y, entre coqueteos e insinuaciones, me agarró de la mano obligándome a levantarme de la silla. Me besó mientras yo la guiaba a las escaleras. Subimos a tropezones como si fuéramos un par de adolescentes. Entramos a mi habitación de la misma manera, apenas separándonos para respirar. Cerré la puerta empujándola con el pie mientras me deshacía de su blusa, pero no me dejó tener el control por mucho tiempo, me empujó a la cama antes de sentarse en mis piernas, cerré los ojos cuando empezó a besar mi cuello. Entonces, todo cambió, Cecylia desapareció, ahora, quien ocupaba su lugar era Kamil, él era quien me hacía suspirar con su toque en mi piel. Para mi cabeza, aún cuando ella terminó bajo mi cuerpo, su voz era la de Kamil, gimiendo mi nombre, pidiendo más. Mi mente jugaba conmigo de nuevo, pero esta vez simplemente dejé que esa fantasía se apoderara de mí, que tomara el control completo, que durara todo lo que fuera posible antes de que la culpa supliera su lugar. Ahora quería disfrutar de los besos y las caricias de mi Kamil imaginario.
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