Era el primer beso de Astrid, y Andrés la había tomado por sorpresa. Ella no sabía lo que sucedía, ya que Andrés en ningún momento le mostró que se sentía atraído por ella. Entonces, la rubia con sus ojos abiertos intentó zafarse del agarre de Andrés por un momento, porque el beso estaba tan intenso que casi cortaba su respiración; aquel hombre parecía toda una bestia, ya que, cuando él le gustaba una mujer no media su intensidad. Enseguida, Astrid como pudo lo apartó, y se soltó del fuerte enganche del heredero porque le asustó mucho su comportamiento.
—¿Que le sucede señor Andrés? ¿Esta demente? ¡nos pueden ver! —preguntó la rubia con la cara enrojecida por ese intenso beso y el aliento entrecortado.
Andrés va detrás de ella, la aprieta hasta su cintura, y con sus manos agarrando la p
