—¿Qué carajos haces aquí? —exclamo, alterada, pero sin subir mucho el tono de mi voz para que nadie pueda escuchar desde afuera, mientras rápidamente me vuelvo a subir el vestido para tapar mi semidesnudez. —¿Es en serio? —murmura, alzando una ceja, ignorando mi pregunta y poniéndole seguro a la puerta—. ¿De verdad te estás tapando para que no te vea, después de todas las cosas que dejaste que te hiciera anoche? Mis mejillas estallan en rubor y queman por la vergüenza. Abro la boca para decirle algo, pero inmediatamente la cierro cuando comienza a avanzarme. Sin soltar el vestido que continúa tapando mi cuerpo, comienzo a recular para alejarme de él, hasta que mi espalda choca contra la pared. Cuando se detiene a escasos centímetros de mí, con su cuerpo rozando el mío y aprisionándome c

