Yohana.
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Días después
—Uy mamita que buena que estas. —camino mas rápido apretando el celular que lo tengo en el bolsillo de la camperita, en cada calle hay un pibe que me dice algo y ya tengo terror.
—¡Ay Dios ayúdame!. —en la otra esquina hay como diez hablando y tengo que pasar, porque mi casa esta en esta misma vereda, bajo a la calle y se dan vuelta todos—. Ayúdame por favor.
—Hola nena. —sigo con la cabeza gacha.
—Hola mami, ¿me das tu numero?.
—A VER QUÉ PASA. —me giro al oír esa voz, es Miguel, el vecino metido, sale de entre medio de todos con seriedad y cara de cansado—. La dejan en paz, no le dicen nada mas cuando la vean, es mas, ni siquiera la miran. —siento como se me llenan los ojos de lágrimas los ojos donde siento que me va a hacer algo, el Miguel, Pero no con el que hace unos días me rei en la vereda—. La señorita va a caminar con tranquilidad por las calles. —se me acerca sin sonreír, tiene cara de un tipo malo, pero muy malo—. ¿Estas bien?.
—Si.
—Es temprano... ¿Trabajas de noche?.
—Si, me tocó trabajar de noche.
—¿De qué trabajas?. —lo miro de arriba abajo y medio que alejándome de él porque no deja de avanzar hacia mi.
—Soy enfermera.
—¿Y con una carrera así vives con tus papás?. —no digo nada, no lo conozco para nada pero aun asi siento que ni siquiera eh hablado con él en la vida—. Supongo que tienes un buen sueldo.
—Eso no te importa.
—No, no me importa, pero caminas cuando podrías tener auto. —sin decir nada vuelvo a caminar—. Fua, re ofendida eres.
Vuelvo a caminar y tiemblo, no paro de pensar en poder encontrar otro alquiler, juntar la plata que hay que poner como entrada y sacar a mis papás de aca, cuando me recibí de enfermera trabajé un par de meses en un hospital guardando toda la plata, nos vinimos para esta ciudad donde apliqué y me tomaron, es un hospital de alta complejidad y todos quieren trabajar ahi, y este barrio de porquería fue lo único que pudimos pagar, me tengo que tomar el colectivo y caminar un par de cuadras, porque el mismo día que nos vinimos me robaron la bici, asi que a usar el cole y mis piernas.
—Hola. —mi papá iba saliendo a la vereda a ver si llego—. Al fin llego. —le doy un abrazo cerrando los ojos—. No doy mas.
—Buen día.
—¡Buen día!. —mi papá me mueve como entrándome y Miguel de su lado de la vereda sonriendo.
—¿Cómo va la convivencia aca vecino?.
—Por ahora bien y espero siga asi.
—Si, no se preocupe.
—Es que lamentablemente lo hago muchacho, discúlpame, te vi hablando con los de la esquina y eso me preocupa.
—Bueno, si pasa algo o le dicen algo me dice enseguida, me crié aca. —no puedo dejar de recorrerlo con la mirada, es muuuy apuesto—. Conozco a todo mundo y no le tengo miedo a nadie, asi que no tenga miedo de decirme alguna cosa... Tu también Yohana, si te sientes intimidada me dices.
—Si, gracias.
—Gracias muchacho... Bien, entremos. —en la casa mi mamá se va levantando, son las siete treinta de la mañana.
—Hola mami.
—Hola hija... —le doy un beso y me saco la mochila—. Pongo la pava.
—Si, me ducho y vengo. —me doy un baño desesperado y me tiro en la cama a revisar mi celular.
Miguel—. Hola, no me imaginé jamás que fueras enfermera.
—Hija. —me giro en la cama viendo a mi mamá en la puerta.
—¿Mmm?.
—¿Vas a almorzar?.
—¿Eh?.
—Te dormiste Yoha, ya son la una.
—Uuhhh, siento que pasaron veinte segundos desde que me acosté.
—Necesito que vayas a comprar.
—Si, ahi voy. —me siento desganada y super adolorida—. ¿Qué hay que comprar?.
—Una gaseosa, mayonesa y pan.
—Bueno, ahi voy. —salgo con un buzo de pantalón y remera grande, voy a la despensa de la otra esquina en diagonal de nuestra casa, cuando entro esta ahi, en una heladera revisando las gaseosas—. Buen día.
—¿Tu me estas siguiendo?.
—Aaammm. —voy al estante donde están los aderezos y saco una mayonesa y una mostaza.
—Y si a donde voy te cruzo.
—¿Con qué motivo te seguiría?. —lo miro sonriendo—. ¿Me dejas pasar?.
—Di que me sigues.
—Di tu que me sigues... Porque según yo, tu me estas siguiendo.
—Naaa, nunca anduve atrás de una mujer menos lo voy a hacer. —quedo parada esforzándome de no perder la sonrisa porque es un idiota.
—¿Eres agua en el desierto Miguel?, —frunce las cejas y yo mas sonrío—. ¿Eres asi de indispensable como para que las mujeres corran detrás de ti?.
—Yyyy... Si, me creo una botella con hielo en el desierto.
—Aaajjj, que tierno. —paso de largo agarrando una bolsa de pan y el señor me mira hasta como con miedo.
—¿Cómo que soy tierno?, no entiendo.
—¿Algo mas?.
—Una gaseosa de naranja y queso para rayar.
—Tenemos enfermera vecino. —se apoya en la heladera con el codo y justo arriba del cartel de, "No apoyarse".
—¿Es enfermera vecina?.
—Si, neonatal, —lo miro a Miguel que me sonríe sin parar—. Soy enfermera de bebés, asi que si te ahogas o se te clava algo no puedo hacer nada por ti.
—Uh, ¿ni el esfuerzo?.
—Nada, por ahi lastimarte mas.
—Uujjjj. —el de la despensa se rie donde hace como una daga en el corazón.
—Ah vecino, el señor aca esta primero.
—Atiéndela.
—No, atiéndelo.
—No no, atiéndala.
—No por favor, atiéndalo, insisto, hay que ser cordiales en la vida. —Miguel se rie asintiendo.
—¿Qué vas a querer Miguel?.
—Mi mamá me dijo... —me rio con ganas con lo que dice—. Medio kilo de jamón cocido... Mi mamá me dijo medio kilo de queso de barra y una horma de queso cremoso.
—No, mejor atiéndame señor.
—No no, ya me cediste tu turno, ahora te jodes.
—Ah dale, déjame, mira todo lo que pides.
—Listo.
—Bocona. —el hombre le cortó enseguida y le cobra—. Te espero para acompañarte.
—Mira muchacha, te lo digo adelante de este. —Miguel se rie y come unos caramelos viéndolo—. No me temas con este tipo, vas a terminar mal.
—Eh buena, ni una pizca de fe me tienes.
—No, asi que escúchame.
—No hacen falta consejos, nos conocimos ayer y es como si fuera mi amigo, pero es mi vecino. —pago y apuradita camino a mi casa donde mi papá esta afuera como "paseando al perro".
—YOHANA ESPERA. —viene trotando y con un montón de bolsas—. Uuuhh que todo pesa.
—¿Te puedo dar un consejo Miguel?.
—Si obvio.
—No me tomes por atrevida.
—No, dime.
—Ve a dormir, tienes unas ojeras tremendas, tienes los labios resecos que es signo de que te drogas o hace muchísimas horas no tomas agua.
—No tomo agua... No amiga, no pienses mal de mi.
—Bueno, tomate medio litro de agua, ve a bañarte, cámbiate la ropa, toma otro medio litro de agua y acuéstate a dormir.
—Te voy a hacer caso. —mi papá avanza agarrando la bolsa y muy serio—. Hola vecino, no sé si nos vimos.
—No vecino, no nos vimos. —Miguel se rie negando, uno de sus hermanos sale ayudándolo—. Nos vemos.
—Vecino, cada vez que pase algo con mis hermanos me avisa a mi, yo arreglo.
—Bien, gracias.
—Uy que pesado. —le da una patada en el poto al chico que refunfuña por lo que el hermano dice.
—Nos vemos vecino. —mi papá me hace entrar primera y sé que algo me va a decir, lo conozco de pe a pa—. ¿Y esa confianza que tienes con el vecino de dónde salió?.
—No es confianza pa, es que hablamos el otro día cuando hizo que sus hermanos arreglen lo que rompieron y ahora nos vimos en la despensa.
—Bueno, que no pase mas, no me gusta esta gente. —saco las cosas de la bolsa y mi mamá ya esta sirviendo—. Son raros, ¿acaso no lo ves?.
—Si, obvio que lo veo.
—El hermano mayor poniendo los puntos, ¿y lo padres?, y a parte... ¿De qué viven si está siempre en la casa?.
—Me dijo que era guardia de seguridad... —los dos me miran enseguida—. Me lo dijo cuando sus hermanos... Ah ya, lo vi dos veces y hablamos poco y nada, de qué trabajamos y nada mas.
—Espero sea solo eso Yohana. —me siento sirviéndome gaseosa y lo miro a mi papá, un hombre grande que tiene miedo—. No me gustan, tienen algo raro y no sé qué es.
—No va a pasar nada papá, anda con los pibes esos de la esquina, ya con eso es todo, es y siempre va a ser mi vecino, nada mas.
—Hasta que nos vayamos de aca.
—Y espero sea pronto, porque caminar tanto para tomar el cole, después que en todas las esquina hay junta no me gusta nada.
—Te voy a comenzar a acompañar a tomar el cole e ir a buscarte.
—Ya dije que no pa, porque te pones en riesgo no mas, yo me subo y me voy y tu tienes que volver y solo y esa gente esta ahi que parece que no duermen.
—Cuando los veo a todos estos pibes dando vueltas me digo, con razón esta tan barato el alquiler. —con mi mamá nos reimos.
—Y eso que dudábamos de que algo pasaba.
—Yo crei que fantasmas.
—¡Ay nenaaaa!.
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Con mi mamá vamos envolviendo los brazos de mi papá porque la reunión de la iglesia terminó tarde y hace un poco de frio y bueno, tenemos miedo, aun no podemos conseguir un auto económico, asi sea viejito, les dije a los dos, la plata que estamos juntando para irnos de esta casa invirtámosla en un auto y ahi vamos por la casa, para no estar caminando o con taxis que no llegan a esta zona por nada, ya lo comprobamos.
—Ya casi... Aaagggg. —quedo dura cuando siento un brazo que me pasa por el cuello tirandome hacia atrás, siento algo en mis costillas y veo a mi mamá agarrada a mi papá con fuerza porque otro pibe hace lo mismo.
—Dame el bolso. —temblando me lo saco del hombro.
—Ustedes también.
—Papi por favor. —tiene la mirada en el que me tiene envuelta y es un hombre de casi setenta años, no tiene que pelear—. Pa por favor dale el bolso. —se los da y cuando me suelta lo abrazo llorando—. ¡Ay mi Dios!.
—Ya se fueron, sigamos caminando. —al llegar a la casa mi mamá se sienta en el sillón llorando y yo tiemblo de miedo—. Menos mal no llevamos nada de valor.
—Nooo, menos mal. —cargo los codos en la mesa y me agarro la cabeza—. Ay mi Dios, no paro de temblar.
—Toma Norma.
—Si. —voy a la puerta viendo que este cerrada y a la cocina.
—Voy a ver que este todo cerrado.
—Yo voy a ver las habitaciones. —miro por la ventana de la cocina con la luz apagada como llega un auto tremendo al lado, sale uno de los chicos, le dice algo y llega otro con la misma modalidad—. Yohana.
—Si, estaba viendo hacia afuera a ver si hay algo raro. —siento como que las tripas me tiemblan.
—Mañana te voy a acompañar a la parada del colectivo, con esto que pasó no te dejo ir sola.
—Esta bien, me acompañas. —me siento al lado de mi mamá sacándome los zapatos y el tapado—. Voy a buscar un auto económico, asi no andamos caminando.
—Debemos irnos de este lugar Yohana.
—Mientras tanto tienen que salir caminando y correr riesgo, es mas necesario un auto pa, asi no pasa esto de nuevo, encima si vamos a hacer la denuncia se nos van a reir, ¿quiero recuperar mi bolsa y la biblia?.
—Bueno, buscamos un auto entonces.
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