Sangre de cuervo

Capítulo 12

Si bailamos todos juntos,

atraeremos los seres oscuros,

ellos también escuchan cantos,

así caen en encantos,

atrapados en nuestras manos.

Con los pensamientos más claros y mi mente despejada, seguí a Dalila entre calles angostas y oscuras, donde sentía que muchos ojos me observaban. No estaba segura de a que lugar me llevaba porque mis memorias de la noche pasada eran borrosas. Bastian nos seguía de cerca, caminando solo y mirando el alrededor como si algo me fuera a atacar de repente. Yo no estaba preocupada por eso, me asustaba más lo que me esperaba a final de camino, porque era como una vaca yendo hacia el matadero y allí jugarían conmigo, como quien juega con la comida.

—El gato no puede entrar —dijo Dalila de repente.

Y la miré como si no comprendiera a qué se refería, ¿el gato no puede entrar en dónde? Mi mente empezaba a nublarse de nuevo. Entonces, me di cuenta que estábamos de pie frente a la entrada de una cueva, que lucía demasiado profunda.

—¿Por qué quieres matarme? —le pregunté de repente y ella me miró sorprendida —, dijiste que te agradaba.

—Oh, querida, no te sientas triste, no morirás, tu alma está destinada a cumplir un gran propósito que dará poder, el poder suficiente para luchar contra los vampiros.

—¿Vampiros? —pregunté.

—Sí, son nuestros enemigos, quieren acabar con nosotros por completo, primero destruyeron nuestros reinos y acabaron con las siete grandes familias, y ahora quieren erradicarnos de la faz de la tierra —explicó con mucho empeño, parecía inspirada por una ideología de guerra y triunfo, de la cual yo sería víctima.

—¿Y quién tendrá ese poder? —le pregunté.

—Nuestra gran señora —dijo ella, y eso me molestó, ¿cuál señora? —, tu señora.

No, yo no era de nadie, no le pertenecía a nadie, ni seguía a nadie.

—Vamos, se nos hace tarde —, me tomó de la mano y me empujó hacia la cueva con fuerza, mientras la oscuridad empezaba a caer con más fuerza e incursionábamos en el reino de la noche, lejos de la luz y su seguridad. Me sentía caminando hacia las garras de un monstruo poderoso que quería devorarme entera. 

No pude resistirme, algo en el aire invadía mi cuerpo y me llevaba a seguir las órdenes de Dalila, me atraían hacia el interior de la cueva como si allí hubiera una llama ardiendo y yo fuera una mariposa, lista para quemarse. No me di cuenta en qué momento Bastian se quedó atrás, ni cuando se acabó la oscuridad y llegamos a un lugar amplio lleno de mujeres de blanco, iluminadas por la luz de la luna. Eran todas chicas de mi edad o alrededor, con el mismo peinado y el mismo tipo de vestido, y además, todas brillábamos, nuestra piel parecía llena de diamantes.

—¿Qué es esto? —miré mis manos sorprendida.

—Es el glamour de la magia dada por la luna, ustedes han sido besadas por la luna y su poder —explicó Dalila y luego me dejó en medio de un grupo de chicas.

—¿Qué estamos haciendo aquí? —preguntó una de ellas y la miré confundida.

—Somos las salvadoras de las brujas —dijo otra sintiendo gran orgullo.

No, no me sentía de acuerdo con aquella afirmación, era todo una mentira, les habían lavado el cerebro y eso intentaban hacer conmigo. Todas sabían su posición en la fila, incluso yo estaba segura que me encontraba en el lugar correcto. Además, manteníamos la misma postura, con nuestras espaldas rectas y los brazos sosteniendo nuestras faldas, listas para moverlas en cualquier momento. Mis pies vibraban con las ganas de moverse y mis oídos se preparaban para escuchar los sonidos guías o una voz…

—Que la luna las guíe… —dijo una voz melodiosa, creí haberla escuchado antes, era un sonido demasiado familiar, que me causaba todo tipo de sentimientos encontrados.

Dolor.

Angustia.

Sorpresa.

Odio…

No entendía de donde venían todas esas emociones, no tenían sentido para mi, nunca antes había visto esa mujer en mi vida; por lo menos no en esta vida. No estaba segura de donde había venido ese pensamiento sobre otras vidas, pero mi mente seguía yendo hacia allí y de repente, recordé aquella visita en la cual leyeron mi mano. ¿Qué era lo que había dicho en ese momento? No estaba segura al respecto y algo me decía que necesitaba recordarlo. ¿Por qué? ¿Qué tenía de importancia una adivinación? Ni siquiera creía en eso.

Mis pies empezaron a moverse solos y mis brazos y manos en conjunto creaban formas y se movían como si danzaran con el viento, entonces noté la corriente de aire que formaba nuestra danza y tuve la sensación de que dentro de poco ascenderíamos en el aire mientras danzábamos. El corazón me palpitó con fuerza como si se tratara de una advertencia e intenté luchar contra mi cuerpo sin saber cómo detenerme. Luego, llena de miedo comencé a llamar el nombre de Bastian; pero no lograba pronunciar su nombre ni siquiera en mi mente, estaba bloqueado fuera de mi mente y todo este lugar, lejos de mi, sin poder protegerme como su deber lo obligaba.

¿Y ahora qué?

—Dancen y elevensé hacia la luna —dijo la mujer y todas cumplimos su orden sin rechistar, no había vacilación en nuestros movimientos, era imposible. Todos éramos como marionetas manejadas por los mismos hilos, sin escapatoria.

Empezamos a ascender en el aire, mientras girábamos como esplendorosas bailarinas acróbatas. Miré hacia arriba para no asustarme más de lo que estaba y recordé la mujer de aquella taberna, esperaba que Bastian pudiera encontrarla y descubrir cómo sacarme de allí. Mientras más subíamos, el aire se me escapaba un poco más y de repente nos detuvimos en lo alto formando una espira que se dirigía hacia la luna. En segundos caímos de nuevo con fuerza y el pequeño charco de agua se convirtió en un lago profundo, donde tuvimos que nadar hacia la superficie para sobrevivir. Nadamos como si lucháramos con el agua que busca llevarnos a lo profundo, mi cuerpo pesaba más de lo que recordaba. Y mientras subía y ansiaba aires en mis pulmones, mis ojos creyeron observar un lugar distante, el cementerio estaba frente a mi lleno de lápidas antiguas y la sensación de que todo cambiaría.

No eran realmente mis ojos, estaba viendo, lo que los ojos de Bastian observaban.