Capítulo 2

922 Words
El profesor Lewis seguía escribiendo las fórmulas mientras yo no dejaba de mirar como la bata se amoldaba a su cuerpo. Puse el mentón en mi palma abierta y dejé escapar un suspiro al imaginarlo en alguna situación comprometedora conmigo. El problema era que lo más seguro fuera que le gustaran las chicas y ahí yo no encajaba. Rayos, que hasta había averiguado si estaba casado o con novia, y no; el Señor Lewis estaba soltero. — Tennison. Parpadee varias veces seguidas para posar toda mi atención en mi profesor, que mantenía su ceño fruncido. —¿Sí? Traté de sonar más dulce de lo que era. Lo bueno era que mi voz me ayudaba; no era que me gustara mucho, pero creo que estaba bien para mí -además de que me ayudaba a tener varias de las cosas que quería. — ¿Nos podría decir qué son las acetonas? — Las acetonas, —tragué saliva sabiendo que lo que diría haría que me castigaran— son como los profesores calientes, ellas tienen sexo con sus estudiantes, sobre todo con los hombres que tienen voz delgada. El aula se mantuvo en silencio unos segundos hasta que la voz de Seb se escuchó por la carcajada que soltó. Yo, me sentí avergonzado y tapé mi rostro mientras acompañaba las risas de mi amiga. — ¡Salga ahora!" Tarareé en respuesta y me levanté de mi lugar. Seb palmeó mi trasero y le guiñé antes de salir por las puertas del salón de clases. Exhalé y me dejé caer al frío suelo para escuchar un poco de música. Se sentía bien poder decirle al Señor Lewis que me frustraba sexualmente. Ahora, sólo falta el profesor Army y podría morir tranquilo. La puerta se abrió y mi profesor se posicionó delante mío -con su entrepierna casi en mi cara, sin mentir. — ¿Quiere ser castigado, Tennison? — Por usted, cuando quiera. —Respondí y puse los audífonos en mis oídos. — Acompáñeme, —siseó y me hizo levantarme. Limpié mi pantalón y le seguí, sinceramente esperaba que fuera como en esas historias que le decían eso a la chica y luego la besaban en un armario o algo así. Pero no lo fue. — ¿Qué hacemos aquí? —casi chillé al ver las canchas de fútbol y a lo lejos al nuevo profesor de educación física. — Le ayudará a Edward en lo que necesite a ver si así se le baja un poco la calentura, joven. Bufé — No se me va a bajar hasta que meta ya sabe qué. El Señor Payne negó lentamente y en pocos segundos ya estábamos al lado del Profesor Brown. — ¡James! —saludó el rizado feliz—. ¿Qué te trae por aquí?" — Sólo, —Lewis arregló su cabello y juro que ya estaba babeando— Tengo este alumno que no ha dejado de lanzarme palabras de doble sentido. — En realidad no son de doble sentido porque le estoy diciendo las cosas como son. Quiero que tengamos algo —le interrumpí. — Jesús, —el Señor Brown sonrió asombrado—. Entonces, ¿qué quieres que haga con él? — Que te ayude en todo lo que necesites —James contestó. Busqué mi móvil y puse algo de música para pasar el rato. No me importaba mucho lo que me dijeran y creo que por eso el Señor Lewis no me había llevado con el director porque sabía que era un caso perdido. Era mi amigo, habíamos compartido mucho (si, por todas las veces que me habían hecho ir a rectoría), además de que era un pretendiente de mamá. Los audífonos fueron arrebatados bruscamente de mis oídos y subí la mirada para encontrarme con el profesor de educación física mirándome serio. — ¿Qué le pasa, estúpido? —Gruñí y traté de quitarle los audífonos, pero lastimosamente era más alto que yo y no pude. — Devuélvamelos, viejo. — Se los iba a dar, pero me dijo viejo, —chasqueó e hizo lo que nunca creí. Los metió dentro de sus pantalones deportivos. — Así que... sáquelos. Levanté las cejas incrédulo y me lancé a su prenda inferior. Brown tomó mi mano antes de que llegara a su entrepierna y la alejó. Solté un gruñido viendo como tenía a los demás estudiantes corriendo en la cancha de fútbol americano más alejada y golpeé su extremidad, para que me soltara. — ¡Deme mis audífonos! — ¿Cree que se los daré después de que casi toca mi parte íntima?" — ¡Es un pene! ¿Por qué le dice 'parte íntima'? ¿Acaso es mi abuelo? — me burlé— Oh, espere. Lo parece. Su mirada se endureció y metió las manos en su pantalón para sacar mis audífonos y tirarlos al suelo. Luego, puso su pie encima y los aplastó; dañándolos. — Pues este 'viejo' lo hará sufrir, Tennison. —sentenció. Mis ojos siguieron en el pasto donde descansaban los pedazos del accesorio de mi móvil. Mi labio inferior tembló y las ganas de darle una patada en los huevos al Señor Brown, se intensificaron. Levanté mi pie, pero él lo tomó entre sus fuertes manos, haciéndome perder el equilibrio y caer al suelo. Estaba bastante seguro de que así no trataban a los estudiantes en otras escuelas. Solté un gemido lastimero y el rostro del profesor se dejó ver; ahora, con una sonrisa arrogante. — Usted no me va a joder mi estadía aquí, téngalo bien en claro. Inflé mis mejillas e hice un puchero. Los orbes esmeraldas del Señor Brown bajaron unos segundos a mis labios y subieron a mis ojos. — ¿Entendió? — Si, — ¿Si qué? — Si señor — Bien, —tomó mis manos y me levantó. Rápidamente limpió mis prendas y juro por mi madre que tocó mi trasero. — No quiero que vuelva a ser tan grosero con James. — Es que está muy bueno —me crucé de brazos. — Lo que sea, —rodó los ojos— no lo vuelva a hacer. Crucé mis dedos detrás de mi espalda. — Ugh, seguro.
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