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Blurb

Un nuevo docente de educación física llamado Edward Brown captó la atención de un adolescente llamado William Tennison.

Su altura, porte y masculinidad fueron su perdición. Pero, secretos les llevarán a enfrentar situaciones que William no se imaginaba, haciendo a Edward lamentar decisiones del pasado.

AU. Contenido s****l boyxboy.

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Capítulo 1
Jadeé mientras posaba mis manos en mis rodillas. Soplé el flequillo de mi rostro y maldije en voz baja a la coordinadora académica que nos había puesto a dar veinte vueltas a la cancha de fútbol americano. No estaba en mis condiciones, ya que era de esos chicos amantes a la comida que amaba ver películas en netflix y robaba el WiFi del vecino. Mi vida giraba en torno a KFC y Subway. — ¡Tennison! Volteé a mirar y una compañera venía corriendo hasta llegar frente a mí. Su nombre era Seb (ya que sus padres siempre quisieron un chico), y era una buena chica. — ¿Qué? —Tragué pesado y continué trotando, pero con ahora ella a mi lado. — Escuché que tendremos un nuevo instructor de educación física —chilló —, lo más probable es que busque jugadores para el equipo de fútbol soccer y americano. — Jesús, yo sólo podría ir por una hamburguesa y verte correr como estúpida detrás de un balón.  Seb rió y golpeó mi brazo, sabiendo que estaba bromeando, yo era un gran fan del fútbol soccer europeo. — Sólo, espero que no sea tan viejo como el Sr. Howinks. — Eso sería perfecto —fruncí el ceño y una pequeña sonrisa se apoderó de mi rostro al ver que sólo nos faltaba una vuelta. — ¿Qué? ¡No! ¿Por qué? — Porque no nos haría hacer lo que estamos haciendo. Se mordió su labio inferior y suspiró: —Debería ser como el profesor Army, nos enseña tan bien el inglés, además de que es bastante caliente. — O el de química. —pasé una mano por mi cabello— El Sr. Lewis maneja excelente los tubos de ensayo. Soltamos una carcajada por el doble sentido que tenían mis palabras y lentamente llegamos al final de nuestra horrible tarea. Nos mantuvimos caminando un poco y luego, nos sentamos ya más calmados. Yo era un chico común que tenía esas fantasías de algún día meterse con algún profesor, como en los libros que me había contado Seb —quién también tenía fantasías parecidas a las mías. Mi personalidad no era muy extrovertida, pero tampoco era pasado por alto. Odiaba estar rodeado de gente, pero amaba tener a mi alrededor personas muy cercanas. Había vivido lo poco de mi vida como un loco y disfrutado demasiado. Ya había robado una tienda de dulces, entrado sin pagar a un cine y al parque de diversiones, entre muchas otras cosas más. — Deberíamos coquetearles —chasqueó Seb cruzándose de brazos. — ¿A quién? — Al Sr. Army y al Sr. Lewis. — No creo que les gusten los chicos —sonreí. Puso los ojos en blanco. — Puede. Pero sólo tienen que verte y su pene se levantará. — Cállate. —Tapé su boca y miré a mi alrededor para darme cuenta de que nadie nos ponía atención. — Jesús, menos mal no escucharon. Seb abrió los ojos; movió las manos de un lado a otro y fruncí el ceño sin entender a qué quería llegar. Sentí un dolor agudo en mi mano y gruñí alejándome de la castaña. — Oye, —reclamé. —Te tapo la boca porque no quiero seguir hablando de los p***s de los profesores. Seb tragó saliva y miró por encima de mi hombro. Me volteé y encontré con la coordinadora que nos miraba con la mandíbula tensa y un hombre muy alto. — Señor... — Tennison. —completé bajando la vista a mis dedos. — Bien —carraspeó —, no quiero volver a escuchar estas conversaciones indebidas y menos de un estudiante de esta institución. Asentí mordiendo el interior de mi mejilla tratando de evitar reírme. Un suspiro se escuchó y rápidamente la coodinadora gritó que debíamos sentarnos en las gradras para escuchar su discurso. — ¡Quiero presentarles al nuevo profesor de educación física! —puso las manos en sus caderas— ¡Su nombre es Edward Brown y estará con ustedes por el resto del año! Los estudiantes empezaron a hablar acerca del hombre y yo sólo me dediqué a visualizarlo lentamente. Su cabello estaba demasiado largo para mi gusto, pero no le quitaba absolutamente nada de atractivo. Me gustaban sus manos, tenía dedos largos y lindos. Su dedo anular cargaba un lindo anillo, lo que significaba que estaba felizmente casado. Joder, su esposa debía de estar orgullosa por tener en sus garras a un señor como él. — Está muy bueno —Seb casi gimió en mi oído y afirmé dándole toda la razón. El profesor Brown llevaba una pantaloneta y dejaba ver lo que básicamente eran unas piernas perfectas. Exhalé y subí la mirada a su entrepierna, que estaba lastimosamente fuera de mi vista. Continué así por su pecho y por fin llegué a sus ojos, que sorpresivamente me veían divertidos. Levantó una ceja y bajé mi rostro para que no viera la vergüenza que me estaba consumiendo. No era muy gracioso que en su primer día ya alguien se lo comiera con la mirada. — Buenos días —saludó y estaba seguro como el infierno que mi entrepierna sintió sus palabras— Soy Edward y espero llevarme perfectamente con todos ustedes. Los demás le aplaudieron y yo sólo me dediqué a observarlo. — Tennison, ¿algún problema? La coordinadora siseó y negué, dejando mis palmas unirse repetidas veces, sólo para que no me regañaran. — Los quiero ver aquí martes y viernes puntuales. Odio esperar y que falten a mis reglas, cualquiera que lo haga; será sancionado. —Habló el Sr. Brown. Suspiré y revisé mi teléfono para darme cuenta de que faltaban sólo segundos para que el timbre sonara y por fin nos pudiéramos ir a casa y descansar por el fin de semana. — También… —interrumpió las voces que empezaron a llenar el lugar—…odio el uso de aparatos electrónicos, como el que usa el joven Tennison. Al escuchar mi apellido, salí de la aplicación de fruit ninja y sostuve la mirada del nuevo docente. — Creo que estará castiga- El timbre sonó y sonreí abiertamente, sacándole el dedo medio. Su boca se abrió un poco y tomé mi mochila, para largarme de ese lugar antes de que el Sr. Brown quisiera matarme o castigarme. Seb llegó a mi lado y rió — No puedo creer que en su primer día ya lo jodieras. — Él es un estúpido —bramé. — Parece un Dios del sexo. Su mujer debe sentirse orgullosa. Demonios, no la conozco y ya la odio. — Sr. Sexo —dije burlón.

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