Lograba escuchar las voces un tanto distantes, mientras mantenía los ojos cerrados y las manos juntas a la altura de su rostro, respiraba con la mayor calma que podía mientras se preparaba mentalmente, lucia un hermoso vestido color hueso corte princesa que ayudaba a destacar sus nuevas curvas, los embarazos le habían ayudado a curar el problema hormonal que le había aquejado y ahora lucia una sana y bella figura, el saco de diseñador color gris y los ridículamente caros zapatos del mismo tono hueso completaban el look que buscaba para este importante día.
Un joven chico, muy serio para su temprana edad, se acercó hasta ella, abrió los ojos con determinación, y logró evitar que su cuerpo temblara cuando dio el primer paso hacia adelante, los cinco años que había estado como reina de Monterino le ayudaban a mantener la calma y demostrar la autoridad que necesitaba.
-Su Majestad,- el joven le dedicó una respetuosa inclinación cuando llegó hasta ella -es momento, la anunciarán en un segundo para que dé su discurso.- Ofreciendo amablemente su brazo la guió hasta las escaleras que dirigían a la inmensa tarima.
-Muchas gracias Raúl.- Sin perder su costumbre, había memorizado los nombres de todos aquellos que participaban en los proyectos y siempre los trataba con la más grande amabilidad y familiaridad, ganándose el afecto de aquellos que la conocían. Dedicándole una cálida sonrisa subió los tres escalones y se alejó de él.
-Demos la bienvenida a la Reina de Monterino, Denisse de Coristos.- Se escuchó la voz del Secretario General de las Naciones Unidas mientras ella caminaba a paso seguro hasta el podium.
Con seguridad preparada y una sonrisa en su rostro camino hasta donde el imponente hombre se encontraba y le dio una ligera inclinación a modo de saludo ya que la tradición de Monterino lo dictaba de esa forma, siendo correspondida de la misma manera y dejándole el estrado libre, acercándose hasta el micrófono observó a los grandes mandatarios frente ella, uno de los sueños de su vida se habían hecho realidad, finalmente se encontraba en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, sin embargo, esto iba más allá de lo que sus sueños habían imaginado, estaba ahí como expositora representante de su nueva y adoptada nación.
A pesar de ser la reina reconocida del país, su nacionalidad mexicana había entrado en conflicto con su nuevo título nobiliario, quitándole la ciudadanía y generando un pequeño escándalo político, atrasando su nacionalización en Monterino y evitando que ella pudiese acudir como representante oficial del país en eventos internacionales. Finalmente era su oportunidad y la aprovecharía al máximo.
-Muy buenas tardes a todos, agradezco profundamente el que me pidieran asistir aquí el día de hoy.- Sonriendo discretamente dirigió nuevamente su mirada al público, escaneando los rostros de los presentes, la mayoría la observaban con seriedad, algunos con los que ya había tenido tratos le sonreían y finalmente, su esposo estaba que casi brincaba en su asiento de la emoción, sabía que aunque aparentará total tranquilidad, estaba sumamente emocionado por ella. -Para nuestro primer punto del día de hoy, trataremos algo que como ya sabrán, representa una ocasión muy importante para mi nación, hace casi dos años iniciamos una fundación en honor a nuestro finado Rey Padre Carlo III de Coristos, una fundación dedicada a tratar a aquellos pacientes que presenten un caso agresivo o terminal de cancer, otorgándoles la posibilidad de que, sin importar nacionalidad o situación económica, sean capaces de recibir el tratamiento adecuado que les permita tener una vida digna y saludable por el mayor tiempo posible.- Hizo una pausa para tratar de disminuir el nudo de su garganta, el día en que finalmente falleció el antiguo rey había sido en extremo difícil, en los años que lo había conocido logró tomarle mucho afecto, y sabía que sus dos pequeños hijos extrañaban mucho a su abuelo. -Este proyecto empezó como una iniciativa familiar del reinado de Monterino, pero, gracias a su gran éxito y alta demanda, la Organización Mundial de Salud ha decidido involucrarse y ayudarnos a expandir la iniciativa a todas las naciones del mundo, utilizando los conocimientos adquiridos en nuestro hospital de especialidades de oncología, por lo que es un honor y un placer para mi anunciar esta cooperación mutua e invitarlos a formar parte de este proyecto con gran carga emocional para todos en el reino de Monterino.
El discurso continuo por un par de horas, tiempo en que se trataron los diversos puntos que se le había solicitado exponer, involucraban desde los proyectos de conservación natural, un proyecto de albergues para animales con cooperación de universidades internacionales que les ayudaban a tener un hospital veterinario gratuito, hasta los que habían logrado un gran crecimiento económico en toda su pequeña isla, cambios que habían logrado colocar al reinado de Monterino en el mapa de la atención global, todos los medios de comunicación hablaban de la nueva familia real y de sus diversos proyectos de ayuda humanitaria, clasificándolos como un ejemplo a seguir del gobernante ideal, una carga que a veces le sofocaba, pero a la vez la impulsaba a ser aún mejor cada día.
Para cuando terminó su discurso y el sucesivo debate entre los mandatarios, se sentía agotada, felizmente exhausta, sus proyectos habían sido vistos con buenos ojos por los presentes y sabía que varias naciones se decidirían a apoyarlos o incluso adoptar algunos de sus proyectos para llevarlos acabo en sus propias naciones.
Cuando finalmente abandonó el escenario decidió esperar a su esposo acudiendo a la cafetería que se encontraba en el edificio y se sirvió de abundante comida, aunque aún no se le notara, estaba atravesando por su tercer embarazo y esta vez era de un hermoso par de gemelos, los cuales le hacían tener mucha hambre constantemente.
-Mami no quiere recuperar el peso que perdió gracias a sus hermanos chicos, por favor…- Dijo amorosamente a su vientre con un fingido tono de pesar mientras bebía de su bebida tipo frappé de frutos rojos.
-Deja que mis hijos coman todo aquello que necesiten- dijo su esposo mientras susurraba muy cerca de su oído, había estado tan distraída que no lo había escuchado llegar y se asustó un poco, pero rápidamente las hormonas y su cercanía, lograron ponerla roja y deseosa de su esposo -ya nos encargaremos de que hagas tanto ejercicio como desees después.
Dijo dándole un beso en la sien, mientras soltaba una sexy y ronca risa, concordando por completo con el ánimo de su propia esposa, aún a pesar de ya tener algunos años juntos y dos hijos nacidos, juntos parecían unos adolescentes con hormonas enloquecidas, deseándose en el instante en que sus miradas chocaban.
-Calla, no digas esas cosas aquí, debemos mantener la imagen perfecta representando a nuestro país.- Se había puesto muy sonrojada y le sonreía coqueta mientras hablaba.
-De eso ya se ha encargado mi bella y perfecta esposa, descuida, estoy seguro de que todos los mandatarios presentes estaban realizando planes malévolos en su mente para secuestrar a la mente maestra detrás del éxito de una pequeña isla.
-No estás del todo equivocado joven rey,- la voz de un hombre a sus espaldas los sacó de la nube de amor en que se encerraban cuando estaban juntos -en efecto he estado pensado en cómo lograr que esta jovencita decida volver al país que la vio nacer y dedique su mente en exclusiva a nuestra propia política.- El Presidente Mexicano, acompañado por el Secretario de Relaciones Exteriores se acercaron hasta la pareja y les tendieron una mano en señal amistosa.
-Esa jovencita, es su Majestad la reina de Monterino señor presidente.- Respondió Leonardo con una tensa sonrisa.
-Por supuesto.- Respondió con una sonrisa igual de tensa el jefe del poder ejecutivo de su nación. -Y es precisamente por el inconveniente previo que nos gustaría extender una disculpa, nos alegramos sinceramente que se lograra resolver satisfactoriamente para todas las partes.
-Curiosa forma de decir que deje de ser mexicana tras una larga batalla legal, cosa que si bien me duele, no me arrepiento en lo más mínimo.- Dijo mientras tomaba la mano de su esposo y se recargaba un poco su hombro, él se sentía algo culpable ya que desconocía las leyes del país natal de su esposa y a veces le parecía que le había quitado algo que ella amaba, aunque jamás se lo había dicho y un día con seguridad le había declarado que ella sabía lo que pasaría y así acepto casarse con él y ser una monterina a mucho honra.
-Se que fue un tiempo muy desagradable y difícil, pero nos gustaría invitarlos a una visita de Estado, una forma de limar cualquier posible aspereza entre nuestras naciones, con el fin de declarar una larga y próspera amistad mutua.- Declaró con una sonrisa mientras trataba de aligerar el ambiente.
-¿Qué es lo que buscan ganar con eso?- Cuestionó dudando de la sinceridad del gobernante de una democracia corrupta.
-Bueno…- Soltó un pesado suspiro, pero rápidamente el secretario tras el se adelantó un paso y realizando un acto de diplomacia real, sonrió a los jóvenes frente a él.
-Majestades- Dando una leve inclinación de cabeza trato de mostrarles respeto. -Durante los últimos años hemos estado atravesando por un proceso de relaciones internacionales tensas, lo único que buscamos es un paz mutua y cooperación futura, reconocemos tus proyectos como grandes ideas y nos lamentamos que no se pudiesen llevar acabo en nuestra nación, por lo que los invitamos como personajes de honor en nuestra nación, una forma de demostrar lo orgullosos que estamos de que una hija de Mexico lograra tener un éxito tan rotundo en el extranjero, el país al completo esta muy orgulloso de tu trabajo y queremos poder disfrutar un poco de aquello que se ha logrado en Monterino, te invitamos más allá de como una reina, como una hija de tierras mexicanas.
-De acuerdo, lo consideraré con mi esposo y les daremos una respuesta oficial pronto.- Su corazón extrañaba su tierra natal, a su gente y en especial su gastronomía, moría de antojo por unos tacos.
-No pedimos nada más Majestades, con su permiso, nos retiramos y estaremos esperando su respuesta.
Para cuando ambos hombres se retiraron y los dejaron solos, un silencio profundo reino por algunos segundos, segundos repletos de emociones y meditaciones internas, una relación amistosa con el país americano sería de mucho beneficio y ambos lo sabían, y en especial, podrían volver al lugar donde nació su amor, cosa que emocionaba a ambos.