Mundo desconocido

1877 Words
En esos momentos mi respiración se volvió agitada, no escuchaba a nadie, lo único que podía escuchar era un chillido intenso el cual me causaba gran dolor e incomodidad. Sé que mi hermano me hablaba, pero no podía escucharlo, ¡¿cómo puede estar tan calmado?! Por esto, tapé mis oídos mientras miraba por la ventana cómo el edificio seguía cayendo. Sentí unas manos tomar las mías por mi espalda, un cuerpo acercarse al mío y una dulce y suave voz en mi oído. - estamos bien, Lizy, estaremos bien - su voz era totalmente tranquila y gruesa, sin duda era James - estaremos bien, tranquilízate - James dio una media vuelta conmigo haciendo que ambos dejáramos de ver la ventana y quedáramos con nuestras manos apoyadas en una de las mesas - James - dije en un tono suave mientras intentaba controlar mi desespero y respiración - pronto dejáremos de caer - susurró nuevamente en mi oído haciendo que cerrara mis ojos Poco después todo dejó de temblar, el edificio terminó de caer y, para mi sorpresa, no se derrumbó. Era como magia, todos parecían no recordar, ni si quiera darse cuenta, de que el edificio estaba cayendo, que a poco morimos, ellos simplemente seguían disfrutando de la fiesta. James soltó mis manos y se alejó de mí, acto que me hizo abrir los ojos nuevamente. Poco a poco di media vuelta y me encontré con sus hermosos ojos marinos. - James - intenté decir, pero mi voz no quería aparecer del todo - ¿te encuentras bien? - preguntó James con una mirada suave y llena de preocupación - ¿qué acaba de pasar? - pregunté, mis ojos se cristalizaron mientras sentía el terror recorrer mi cuerpo - no pensé que fueras tú - dijo algo sorprendido aun con su dulce voz - James, ¿de qué hablas? - pregunté mientras él miraba por la ventana Miré en la dirección de su mirada, parecía que estábamos en un nuevo mundo y nadie lo notaba más que él y yo. Todo era verde, naturaleza pura, el único edificio era en el que estábamos. Miré a James quien dio un inmenso suspiro y me miró. - me alegra que seas tú - dijo con una sonrisa - ven, hay algo que debo mostrarte, Lizy – James tomó mi mano y me llevó fuera del edificio Al salir pude observar el hermoso paisaje, los árboles tan grandes y frondosos, el agua tan cristalina con hermosos peces de distintos y extraños colores, las aves volando como una gran familia y las montañas a lo lejos parecían sonreír ante el calor del hermoso y deslumbrante sol. Era hermoso, tan hermosos como nada que hubiera visto, esto no podía ser el mundo humano... ¿o sí? - tus ojos están llenos de emoción - escuché a James y lo miré - debes tener muchas preguntas, prometo contestarlas todas, pero primero debemos llegar al reino - Solo entonces me percaté de su atuendo. No era el mismo atuendo que llevaba en la fiesta, no, este era muy distinto a cualquier cosa que hubiera visto antes. Se trataba de una especie de túnica color roja con detalles en oro y n***o, un cinturón decoraba su cintura y mantenía la túnica unida, un broche en su hombro izquierdo hacía que su atuendo permaneciera en su lugar sin caerse. La túnica roja cubría una camisa de cuello abierto negra y pantalón del mismo color hasta el principio de sus botas negras de suela color oro. Por la camisa ser de cuello abierto se podía apreciar una especie de tatuaje o marca roja en su pecho, no completamente, pero el comienzo de este. Una espada ninja o catana se hacía notar postrada en la parte izquierda de su atuendo, sus orejas ahora eran puntiagudas, unos pequeños cuernos sobresalían de su melena la cual, ahora, se destacaba por un color similar al de sus ojos marinos. Al pensar en esto miré sus ojos, pero estos ahora destacaban con un color del rojo puro en sangre deslumbrante. James me extendió su mano y esperó a que yo la tomara, pero al ver que tardaba habló. - no temas, Lizy, sigo siendo James - su voz, tan calmante como siempre, llenó de tranquilidad mi alma y poco a poco elevé mí mano hasta la suya James sonrió, tal vez al ver que aún, estando de la forma en la que estaba, le tenía plena confianza. James hizo un chillido, como tratando de llamar a alguien, y, en poco tiempo, lo que parecía un león con alas y garras de águila apareció por las nubes y se detuvo frente a mí causando que cayera al suelo por el miedo a lo que podría hacerme. - no temas Lizy, Makata es mi Griffin-dijo mientras mimaba a aquel animal grande y poderoso - ven, te llevaré al palacio - una vez más extendió su mano y lentamente la tomé James montó a aquel poderoso animal y me haló lo suficiente para quedar sentada frente a él. - sostente de mí si no quieres caer - dijo mientras le daba una coordenada de "adelante" al Griffin Al sentir con la gran fuerza que el Griffin se impulsó, instintivamente, pasé mis manos al rededor del cuello de James, acercándome a él sin pensarlo mucho y luego arrepintiéndome de lo hecho. Por instinto y miedo acerqué mi cabeza lo más que pude al pecho de James cerrando mis ojos y apretando mi agarre en su cuello. - la vista es hermosa, Lizy, sé que te gustará. ¿por qué no miras? - lo pensé por unos minutos sin abrir mis ojos ni cambiar mi posición - si tienes miedo a caer, te prometo que no dejaré que caigas -al decir estas palabras sentí como su mano izquierda pasaba por mi espalda y se posaba en mi cintura por lo que lo miré de inmediato notando su hermosa sonrisa Bajé la mirada y decidí mirar a mi alrededor. James no mentía, la vista es hermosa. Puedes apreciar los valles, los sembradíos, los hermosos pueblos parecidos a esos de hace miles de años atrás cuando existían los guerreros, reyes y príncipes, árboles de todo tipo, las personas parecen hormigas y a lo lejos un gran palacio. - esto es... James, esto es increíble - dije soltando un poco mi agarre de su cuello - te lo dije, Lizy - su voz radiaba emoción y alegría - me alegra que te guste, te eh querido traer desde hace mucho tiempo, pero no podía - ahora sus palabras estaban llenas de dolor - hay algo que debes saber, pero primero debemos llegar al palacio - - ¿por qué es tan importante ir al palacio? - pregunté mirándolo, pero él no respondió Makata dio un giro inesperado haciendo que sostuviera a James de su atuendo en la parte de su pecho con todas mis fuerzas. El Griffin tocó suelo en las inmensas puertas del portón del palacio. Allí había muchas chicas vestidas de trajes largos y elegantes con los distintivos colores rosa, violeta, verde y amarillo. Todas, o al menos la inmensa mayoría, tenían algo en común y eso era sus orejas puntiagudas como las de James. James se bajó del lomo de Makata mientras las chicas gritaban un nombre extraño e intentaban acercarse a él, cosa que no hacían ya que Makata no las dejaba. - ¡Príncipe Qhendros! - gritaban algunas chicas - ¡Príncipe! - decían otras, aunque ninguna me había visto aún - vamos, Lizy, debemos entrar al palacio - dijo James ignorando por completo a las chicas - James, ¿quién es...? - estaba preguntando mientras James me ayudaba a bajar de Makata cuando una voz me detuvo - Príncipe Qhendros, ¿de vuelta tan pronto? - una voz tan gruesa como la de un dios se hizo presente tras nosotros Instintivamente me volteé a ver al hombre tras nosotros. Se trata de un hombre un poco más alto que James, cabello cenizo por naturaleza, tes canela y ojos de girasol. Su compostura era completamente seria, su gran tono muscular intimidaría a cualquiera, sus ojos irradian toda su confianza en sí mismo y se puede observar una gran cicatriz desde su ojo izquierdo cruzando todo su rostro hasta la parte derecha del cuello desapareciendo por su atuendo. - Oshiro - contestó James de forma cruda y fría, algo que nunca había visto en él - el Rey lo espera - contestó el hombre alto - espera que haya cumplido su misión - dijo mirándome - ¿no es claro? - preguntó James de la misma manera que antes mientras me sujetaba por la cintura atrayéndome más cerca de él de manera protectora - ¡Príncipe Qhendros! - escuché los últimos gritos de las chicas frente a las inmensas puertas del portón James me llevaba aguantada por la cintura como si todo lo que estuviera dentro de los portones del inmenso palacio fuera peligroso o me quisiera s********r y él fuera lo único que me podría proteger. - James, ¿puedo preguntarte algo? - pregunté y él sonrió haciendo que me diera cuenta de mi error común ante él-además de la pregunta que, evidentemente, ya te hice - - sí, sí puedes - contestó mientras seguíamos caminando - ¿quién es el Príncipe Qhendros del que todos hablan? - pregunté mientras lo miraba, James pareció pensarlo un poco para luego dar un gran suspiro - yo soy el Príncipe Qhendros - pude notar que su tono era uno avergonzado - ¿qué? - pregunté sin creerlo - te lo explicaré todo Lizy, lo prometo, pero por ahora necesito que me sigas la corriente - dijo en su tono de voz habitual mientras nos acercábamos a un hombre de avanzada edad en un atuendo blanco, oro y plata similar al de James La facción de este hombre era amable, para ser de avanzada edad su tono muscular era casi similar al del joven anterior, tes tan blanca como la nieve, sus ojos azules como el océano, sus oídos eran puntiagudos como los de James y las chicas anteriores y su cabello plateado por la vejez era decorado por dos pequeños cuernos similares a los de James. - mi Rey - dijo James haciendo reverencia ante el hombre por lo que yo lo hice igual para seguirle la corriente como él me indicó - no es necesario hacer eso, mi niña - dijo el Rey tomando mis manos para levantarme mientras James se quedaba en su posición de reverencia - debes tener tantas preguntas, ¿no es cierto? -preguntó y yo asentí mirándolo a los ojos - Racketa, Milaneta, llévense a la chica a sus aposentos. Asegúrense que tome un gran baño y luego baje a cenar con su majestad y compañía - Luego de decir esto, dos niñas aparecieron a cada lado mío haciendo que las mirara algo asustada. Las niñas parecen hermanas gemelas idénticas las cuales no presentaban emoción alguna. Sus enormes ojos marinos parecían poder leer tu alma en segundos, su hermoso cabello es amarillento de melena corta el cual se presentaba con dos orejas negras como las de un gato y tes pálida. Sus atuendos consistían en un traje de plebeya hasta la rodilla n***o de manga larga y un delantal blanco con bordado de gatos. Miré a James y él pareció entender mi miedo por lo que sonrío tranquilamente dejándome saber que estaba bien. Las niñas tomaron mis manos y me dirigieron por un pasillo. Antes de desaparecer por el mismo me giré a ver a James una última vez y este me miraba igual con una cálida sonrisa.
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