Y tal como se lo propuso Rachel llevaría a Hunter al campestre, después del desayuno pidió la camioneta que habían mandado a hacer especialmente para su hijo, a la mujer poco le importaron las suplicas de George pues para ella era un modo de sacarlo de su encierro y de alguna manera tratar de que conociera a alguien, pero para Hunter ya no había más, él prácticamente entró en un estado en que se sentía como un perro sin voluntad o sin poder de decisión que era arrastrado hacia donde su mamá decía.
Pero así sentía que era mejor, de cualquier manera se resignó a pensar que su futuro sería ser el niño de mamá pegado a sus faldas por el resto de su vida, pues de cualquier manera quién iba a quererlo en sus condiciones, su novia de más de 6 años y prometida lo había abandonado en cuanto se comprobó que quedo parapléjico y desde entonces ninguna otra mujer había mostrado interés, ni siquiera el más mínimo y las únicas mujeres que llegó a conocer cuando intento hacer una vida medianamente normal le terminaron demostrando que más que sentir algo por él, sentían algo por su billetera, así que decidió desistir en ese sentido.
Y como un niño obediente salió a la entrada principal donde la camioneta ya estaba estacionada, Rachel y George permanecían ahí de pie junto al vehiculo, pero de nuevo parecía que estaban discutiendo, lo cual era cierto, el hombre debía irse a la oficina, de nueva cuenta tuvo que hacerse cargo de la empresa cuando Hunter cayó en depresión, pero antes intentaba hacer entrar en razón a su esposa sobre lo desconsiderado que era esto, sobre lo incómodo que se sentía su hijo por estas constantes exhibiciones.
Sin embargo, nada la hacía entrar en razón, de alguna manera ella estaba convencida que esto que hacía era justo lo que Hunter necesitaba y era lo bastante testaruda y terca para aceptar que no tenía razón, por lo que a George no le quedó más remedio que soltar un hondo suspiro mientras miraba a su hijo con culpa por no poder hacer nada al respecto, Hunter apenas y arqueó la boca, de sobra sabía que su papá hacía su mejor intento pero conocía a su mamá, y francamente, ya tenía suficiente con su situación como para agregar absurdas discusiones que nunca llegaban a nada.
- Listo!- indicó Hunter deteniéndose frente a sus padres quienes lo miraban de formas diametralmente opuestas, por un lado Rachel parecía muy complacida y para George esto era una total aberración.
- Seguro que quieres hacer esto?- preguntó su padre al notar el poco ánimo en su tono de voz.
- Tiene algún sentido que diga que no?!- cuestionó de manera retórica y ante aquello su papá volteó a ver a Rachel con reproche y con una mínima esperanza de que finalmente entendiera que esto no le agradaba.
- Ahora dices eso.....pero en cuanto lleguemos allá, verás que pensaras diferente!- y tal como padre e hijo pensaron a Rachel no le importó la obvia negativa en su tono de voz.
A ambos, no les quedó más remedio que negar con la cabeza, esperando que esto acabara más rápido y que la visita al campestre no se convirtiera en otra sesión de preguntas sobre cómo paso todo, qué dijeron los médicos, qué posibilidades habría de que volviera a caminar, cómo se sentía en su nueva vida, qué iba a ser de él cuando sus padres fallecieran, o en otra sesión de frases sobre como Dios sabe por qué hace las cosas, Dios tiene un plan para cada quien, debemos aprender a vivir con nuestras circunstancias y ser agradecidos porque hay personas que viven situaciones más fuertes y no se quejan.
- Estamos listos señora- habló el chofer abriendo la puerta de la camioneta y colocándose a un lado para ayudar a Hunter a colocarse correctamente.
- Entonces vamos.....cariño!- pidió Rachel llamando a su hijo con la cabeza para que avanzara y de algún modo Hunter debía agradecer que al menos ella no insistiera en empujarlo en la silla, desgraciadamente, el estar frente al vehículo solo lograba molestarlo más.
Para él, esa camioneta representaba una absoluta aberración y la odiaba con mucha fuerza, pues si bien no hacía falta más que verse en el espejo para que confirmara su situación, el tener que usar el vehículo le recordaba que ya no era una persona totalmente independiente y que si quería tener una vida necesitaba que su ambiente fuera adaptado para él.
Todo en ese automóvil era una afrenta, tener que colocar su silla en un costado sobre la plataforma automática que lo subía al interior, donde incluso era acomodado de manera automática y en donde prácticamente todo el espacio trasero era ocupado por él, los asientos delanteros habían sido aislados con un cristal templado polarizado, con el absurdo de que era para que pudiera tener privacidad; los cinturones que había a su alrededor eran excesivos, si bien comprendía que su silla debía estar sujeta el que tuviera cinco era demasiado, ni siquiera podía cerrar la puerta por si solo, también eso era automático, definitivamente, odiaba lo que habían hecho, y en ese punto odiaba más que otra cosa ser parte de una familia tan adinerada pues los recursos para atenderlo eran ilimitados y con alguien tan aprensiva como Rachel a su lado solo se volvía más pesado.
- Cariño- pidió de nuevo la mujer al notar que su hijo no se había movido ni un centímetro.
- Bien, como sea- respondió Hunter haciendo girar las ruedas de su silla para llegar a la plataforma que ya se encontraba a ras de piso.
Y rápidamente todos los movimientos necesarios para que Hunter ingresara, fueron realizados con exactitud y prontitud pues hasta en eso Rachel había pensado, considero cada mínimo detalle y llegó al punto de contratar un chófer con experiencia previa con personas en sillas de ruedas, por lo que prácticamente su hijo no hacía el menor esfuerzo, el chófer hizo todo cuanto debía y cuando al fin estuvo arriba, no le quedó más remedio que mirar a su alrededor como era colocado en su jaula.
Rachel volteó a sonreírle una ultima vez, ella si parecía estar feliz de su logro aunque a su hijo ni siquiera le importara responderle la sonrisa, pero la mujer seguía convencida que en cuanto llegaran al campestre todo quedaría olvidado y Hunter pasaría un buen rato, recorriendo el lugar o encontrando a una buena mujer con quien platicar.
Pero el camino se volvió más tortuoso para él, su madre no dejaba de hablarle a través del intercomunicador, sin importar que no obtuviera respuesta alguna, ella insistía en platicarle sobre cualquier tontería, el clima, los nuevos edificios, los chismes de sus amigas, hasta de temas tan imprudentes que le resultaban una grosería a Hunter, como las próximas bodas o las presentaciones de los nuevos bebés, algo que para él, resultaba doloroso pues hace casi 14 meses le había entregado el anillo de compromiso a Ellie, el cual le regreso solo tres meses después de su accidente; desgraciadamente, en este tiempo había aprendido que era mejor seguirle la corriente a su madre y evitar más complicaciones a su situación, lo que, aunque parecía bueno, en realidad era un obvio síntoma de depresión que su madre inconscientemente, tal vez, decidía ignorar.
Y así llegaron hasta el campestre, y de inmediato el chófer puso manos a la obra y bajó a Hunter de la camioneta, colocándolo frente a la imponente casona antigua, el hombre apenas y soltó un suspiro cuando diviso ante él la estructura que no había cambiado en lo absoluto, lo que le recordaba lo mucho que él si había cambiado.
- Listo?!- cuestionó su madre con una, excesivamente, alegre sonrisa.
Hunter de nuevo volvió a suspirar, muchas veces se preguntó si Rachel no entendía o no quería entender su situación y lo desagradable que eran para él todos estos absurdos intentos, pero ya estaba aquí así que cumpliría con su parte esperando que el día acabara pronto y pudiera regresar a su ansiado encierro, en donde si sentía a salvo de la condescendencia humana.
Sin embargo, no respondió, sin más demora colocó sus manos en las ruedas de su silla para comenzar a girarlas con dirección a la rampa trasera que era usada para la recepción de insumos y personal, por donde ahora debía entrar ya que el campestre no estaba equipado para recibirlo y no podía culparlos, después de todo, el lugar era un centro de actividades deportivas por lo que una rampa para silla de ruedas en la entrada principal no tenía el menor sentido, porque, qué actividad podría hacer?
Así Hunter recorrió el largo trayecto desde la parte trasera de la casa del campestre, pasó por el área de carga, la cocina, el largo pasillo que dividía las áreas de los socios y entró por el bar, el que por supuesto aún no abría, así que tuvo que pedirle al mesero que se encontraba limpiando la cristalería que le abriera la puerta, afortunadamente, fuera de las inquisitivas miradas y los leves cuchicheos, nadie le prestaba suficiente atención para fastidiarlo.
Y después de todo ese trayecto finalmente pudo reunirse con Rachel en la entrada del restaurante de la terraza, en donde las amigas de su madre ya la esperaban, la mujer estaba de pie frente al bar con las manos sujetadas entre si a la altura de su abdomen y con una dulce sonrisa como si Hunter estuviera saliendo de la escuela.
- Listo?- de nuevo esa horrible palabra que Hunter detestaba, por supuesto que no estaba listo pero ya daba igual.
- Estaré en la terraza!- advirtió sin más, pues no tenia intención de sentarse al lado Rachel en el restaurante comportándose como el hijo gay que no se despegaba de su mamá.
- Ay, no!!!- y efectivamente, ella no parecía entender que todo este circo que armó era demasiado para su hijo- ven con nosotros.....en el restaurante hay más gente!!!!- gente que lo conocía y que no dudaba en comentar su actual condición, aunque discretamente, por las miradas que le dirigían terminaba dándose cuenta que de eso hablaban.
- No!!!- exclamó llegando al limite de su tolerancia mientras su mamá abría los ojos y su sonrisa se le congelaba por la contundencia de su respuesta- querías que viniera?!....ya estoy aquí, querías que usara esa estúpida camioneta?.....ya la usé.....ya conseguiste demasiado, ya déjame en paz!!!- pidió aunque por el lugar usó un tono bajo, si era lo suficientemente firme y duro para que Rachel comprendiera que seguir presionándolo no era lo mejor en estos momentos.
Afortunadamente, no dijó más, solo asintió con una extraña mueca en los labios mientras veía como Hunter se encaminaba hacía la terraza trasera, la más alejada de la casa, y también tuvo que observar como las personas a su alrededor le abrían camino como si fuese una vehículo pesado, lo cual sabía que molestaba aún más a su hijo porque todos esos gestos que parecían un tanto exagerados, le recordaran que ya no era una persona normal, que ya no podía caminar.
Pero Hunter aprendió a ignorarlos, él mantenía la cabeza agachada en el piso mientras las ruedas de su silla giraban con constancia, dejando que el resto del mundo hiciera lo propio apartándose de él y así llegó hasta la terraza, la que para su fortuna estaba vacía, todas las personas en este momento estaban reunidas en el restaurante para el brunch o en los campos realizando alguna actividad, pero este lugar era su santuario, desde aquí solo alcanzaba a ver a los pocos trabajadores que cruzaban para cumplir con sus labores, no había ninguna otra persona más allá de eso y nadie que le prestara atención.
Así que tranquilamente podía estar solo mirando el campo y a la distancia diminutos y borrosos caballos haciendo alguna actividad, mientras seguía auto compadeciéndose, al igual que lo hacía en su casa; el tiempo parecía pasar rápidamente aquí, podía olvidarse de todo y llorar en silencio, al menos estando en el campestre su mamá no iba a buscarlo cada par de horas para saber cómo estaba.
Y tal como lo supuso nadie le prestó la mínima atención, los trabajadores apenas y pasaban frente a él tan apurados que ni siquiera lo veían, el mesero apenas y le llevó el vaso de jugo que pidió y no regresó más, de los socios, en realidad ni siquiera vió a alguno más allá de los que alcanzaba a divisar en el campo hípico a la distancia; todo fue calma y serenidad hasta que Rachel fue a buscarlo dos horas después de su llegada, la reunión con sus amigas había concluido y creyó que era momento de irse.
Pero la mujer parecía bastante animada y llegó con una cara totalmente iluminada, lo que por supuesto Hunter sabía que no era para nada alentador, al menos no lo era para él, así que ya aguardaba la pésima idea que ahora se le había ocurrido a Rachel para intentar convencerlo que su vida podía continuar igual que antes.
- Cariño, Hunter.....- se apresuró hacía él con demasiada emoción- ven, necesito que me acompañes- exclamó mientras y sin cuestionar, le quitaba los seguros a la silla de ruedas para poder ponerla en marcha lo antes posible.
- Qué quieres ahora?!- preguntó intentando sujetar las ruedas para evitar que su madre la moviera.
- Ven, no hay tiempo de explicaciones......quiero que saludes a alguien!- refutó Rachel tomando los mangos de empuje.
- No, mamá!!!....para, qué pretendes ahora?!- trato de impedir ser arrastrado sin obtener una explicación.
- Hunter- pero la mujer no se detuvo y comenzó a empujar la silla de ruedas sin más demora- quiero que saludes a alguien.....eso es todo!!- repuso y continuó con su cometido mientras su hijo hacía lo que George, soltar un pesado suspiro.
Hunter sabía que si quería acabar con lo que sea que se le haya ocurrido a su madre, lo mejor era seguirle el juego, de cualquier manera pelear y exigir un poco de respeto solo era un gasto innecesario de saliva y aire, por lo que dejó que lo llevaran hasta la entrada del restaurante, en donde se detuvieron detrás de la puerta, escondidos, solo para que Rachel pudiera arreglarle el peinado y la camisa, aún a pesar de los manoteos del hombre, ella insistía.
La mujer lo miró complacida con una enorme sonrisa cuando terminó de arreglarlo como si estuviera viendo a su pequeño listo para ir a la escuela, Rachel estaba simplemente encantada y emocionada, completamente indiferente al enfadado semblante de su hijo y su nula disposición.
- Listo?!- cuestionó, ptra vez, con un increíble entusiasmo que resultaba molesto.
Hunter soltó un pesado suspiro mientras de nueva cuenta era arrastrado hacia el interior del restaurante donde un grupo de jóvenes departian alegremente entre cuchicheos y risas.
El pobre hombre miró con horror como era empujado directamente hacia donde se encontraban todas aquellas jóvenes, así que de inmediato intentó detener las ruedas de la silla pues no tenía intención de ser expuesto en una dramática situación de fingimiento y baratas excusas para eludir cualquier plan que Rachel estuviera fraguando.
- Qué haces?!- cuestionó Hunter entre dientes y por lo bajo tratando de detener el entusiasmado avance de su madre.
- Tranquilo......te vas a divertir!!- exclamó completamente convencida que su objetivo se lograría.
Y sin darle más tiempo a reaccionar, llegaron frente al grupo de mujeres quienes se abrieron de inmediato, sin embargo, sus miradas reflejaban una absoluta incomodidad mientras se veían unas a la otras fingiendo una tensa sonrisa.
- Cariño, recuerdas a Bethany, es nieta de mi amiga Beatrice- indicó Rachel en un vago intento de presentación que apenas fue respondido con engañosas sonrisas.
- Por supuesto- dijo Hunter sin perder de vista los azorados rostros de las chicas.
El tenso silencio se hizo presente después de esa fría respuesta, ninguno de los involucrados tenía intención de entablar la comunicación y se limitaban a mirarse y regalarse extrañas muecas que aparentemente simulaban una sonrisa; la única que miraba con expectacion, a la espera de que algo ocurriera, era Rachel cuya emoción no parecía decaer a pesar de la tensión palpable en el ambiente.
- Bueno...... qué has hecho querida?!- cuestionó la madre de Hunter, provocandole desesperación que expresó ladeando el rostro mientras tragaba grueso para evitar montar un espectáculo.
- Ahhh.....nada.....andar en cosas.....ya sabe- fue la indiferente respuesta que Bethany dió antes de mirar a su amigas quienes parecían burlarse de ella.
- Y a qué vinieron al campestre?- pero la emoción en las palabras de Rachel no pudo ser fácilmente ignorada pues esperaba que estar aquí significara una valiosa oportunidad que no pensaba perder.
- Ahh...agh....ahh...- Bethany balbuceó mirando a sus amigas con preocupación, eran muy evidentes las intenciones de Rachel y por supuesto que no deseaban ser parte de eso.
Hunter alzó la mirada levemente para comprobar la situación tan desagradable en que su madre había puesto a las chicas, él no necesitaba nada para corroborar que iban a eludir cualquier propuesta y solo podía esperar que Rachel no insistiera más de lo razonable.
- Venimos a..... Bethany vino solo a saludar a su abuela, rápidamente- sentenció una de las amigas con premura para salir del problema en que se habían involucrado sin querer- y ya no tenemos que ir- y de inmediato dió un paso hacia el frente que imitaron el resto de sus acompañantes.
- Y a dónde van?- Rachel dió un paso al frente impidiéndoles la huida, obligando a Hunter a soltar un pesado suspiro mientras negaba con la cabeza por la terquedad de su madre para negar lo evidente.
La molestia en el cuerpo de las jovenes fue visible de inmediato, aparentemente salir de esta difícil situación sería más complicado de lo que creyeron.
- Vamos de compras- se excuso Bethany cruzándose de brazos pero su tono de voz ya no era muy amigable.
- Y ya tenemos que irnos- apoyó otra de sus amigas.
Hunter sonrió para si, después de escuchar la desesperación de las mujeres para todos era obvio que no tenían la intención de convivir con él, y no comprendía como su madre seguía empecinada en involuclarlo con ellas.
- No les gustaría que Hunter las acompañara?!- preguntó Rachel con un pícaro tono de voz.
Las mujeres voltearon al unisono a ver a Hunter, evidentemente no podía acompañarlas y sus gestos de sorpresa lo dejaron muy en claro; mientras que a él no le quedó más opción que hundirse en su silla evitando las miradas que sabia tenía encima.
- Ahhh....ehhhh.....es.....- Bethany quedó sin palabras, a pesar de estar incómoda tampoco pensaba ser grosera al tener que mencionar la incapacidad de Hunter para acompañarlas.
- Traemos un solo carro...... justo el espacio para todas nosotras- explicó una de ellas señalando a los miembros del grupo
- Mi hijo trae su propia camioneta....y estará encantado de acompañarlas, no es así cariño?!- Rachel tomó la mano de su hijo para hacerle saber que debía acceder a tal propuesta.
Pero el pobre no podía sentirse más humillado, no solo por la insistencia de su madre sino por su comportamiento tan irracional que lo dejaba como un pequeño niño de mami.
- Cómo sugieres que lo haga?!- preguntó molesto arrebatándole su mano y sorprendiendo a Rachel que lo miró con los ojos muy abiertos.
Afortunadamente, la tensión que se vivía entre madre e hijo ayudó a que la huída de las mujeres fuera viable y por supuesto, que no iban a desaprovechar tal oportunidad.
- Ahhh, creo que......creo que será mejor que ustedes lo resuelvan en privado, si nos disculpan- intervinó Bethany apresurandose hacia la salida seguida por sus amigas.
Rachel apenas y pudo girarse sobre su eje cuando fue consciente que las chicas la habían dejado, sin embargo, aún era tiempo para no perderlo todo.
- Bethany!!!- prácticamente gritó deteniendolas en la entrada del restaurante, obligandolas a voltear una a una con temor- deberían ir a cenar a la casa..... Hunter estara feliz de pasar tiempo con ustedes, y prometo que les daremos su espació.
La pobre chica apenas y sonrió, evidentemente no tenía intención de pasar tiempo con Hunter, al menos en su actual estado, y no pensaba comprometerse con algo que ni estando desesperada por un hombre haría así que tan rápido como pudo abandono el restaurante sin mirar atras y sin darle tiempo a Rachel de intentar embaucarla.
La mujer intento decir algo más pero ya no le dieron oportunidad y aún así volteó hacia su hijo con una gran sonrisa como si hubiera conseguido cumplir cabalmente con su objetivo, pero para su desgracia, él no le correspondió el gesto.
Hunter siempre fue consciente de los sentimientos que levantaba su actual condición, pero tener que enfrentarse a ellos de manera tan incómoda y por parte de mujeres, aniquilo la poca autoestima que le quedaba, él nunca iba a disfrutar del amor de alguien y acababan de demostrárselo y sentía que la unica responsable, era su mamá.
El hombre apenas y levantó su mirada, pero sus ojos estaban cargados de enojo y llenos de lágrimas, él no quería venir y por supuesto que no deseaba exponerse a algo tan vergonzoso, pero fue arrastrado por la incapacidad de su madre para entender su posición y las consecuencias eran irremediables.
Rachel correspondió la mirada pero ella lo hizo con alegría, pues a diferencia de lo que cualquier persona pudiera pensar, era incapaz de reconocer su imprudencia e intentó contagiarlo de su ánimo, acariciándole la mejilla pero Hunter sentía en estos momentos que casi odiaba a su mamá, y sin el menor miramiento alejo la mano solo para darse vuelta y encaminarse hacia el bar, el pobre hombre se alejo con increíble velocidad mientras Rachel solo pudo quedarse mirando a su alrededor sin saber qué hacer, por supuesto, que no sabía qué lo molestó y desgraciadamente, nunca consideró que la condición de su hijo fuera el problema.
Sin comprender el alcance de su imprudencia, Rachel se apresuró hacia el camino por el cual Hunter se había perdido, creyendo que podría averiguar qué lo había molestado, pues, en su mente, seguía convencida de que no había hecho nada malo.
Así llegó a la entrada principal del campestre, donde Hunter ya la esperaba dentro de la camioneta, y en cuanto ella tomó asiento, buscó con insistencia su mirada, apretando el botón del intercomunicador para intentar hablar, sin embargo, al observarlo de cerca, la realidad la golpeó como un balde de agua fría, Hunter no estaba simplemente molesto; su expresión reflejaba una furia contenida que contrastaba con su habitual resignación, sus ojos la atravesaban con una intensidad gélida, cargados de un enojo que parecía brotar de lo más profundo de su ser, mientras su postura rígida y distante añadía un peso abrumador a la atmósfera.
Por lo que, prudentemente, decidió permanecer callada, Rachel se acomodó en su asiento mientras miraba el camino que se abría paso frente a ella y de vez en cuando soltaba uno que otro suspiro intentando comprender qué lo había puesto en ese estado.
El trayecto de regreso fue acompañado por un silencio denso e incómodo, mientras Rachel miraba de reojo a su hijo, buscando algún indicio de calma, pero Hunter mantenía la vista fija al frente, con un semblante tan tenso que parecía que en cualquier momento podría explotar.
Al llegar a la casa, George los esperaba en la entrada, curioso por el ambiente inusual que los envolvía, sin embargo, no necesitó preguntar nada; bastó con observar el rostro sombrío de Hunter para intuir que algo grave había ocurrido.
Y la confirmación llegó de inmediato cuando su hijo, sin dirigir palabra alguna, empujó su silla de ruedas casi con violencia, entrando a la casa a toda velocidad, el sonido de las ruedas contra el suelo y la determinación en su gesto dejaron a ambos padres atónitos, incapaces de reaccionar ante tal demostración.
George volteó a ver a Rachel bastante preocupado, si bien es cierto que esos arrebatos eran algo habitual, en esta ocasión la furia brotaba de cada poro de su cuerpo, ni siquiera cuando Ellie terminó con él se puso así, efectivamente, se había enojado y se encerró varios días en su habitación pero la imagen de la que ahora era testigo era peor de lo que alguna vez vió y era justo a esto a lo que le temía con la actitud tan invasiva de Rachel.
- A..uhu.....cómo les fue?!- preguntó George persiguiendo a Hunter hasta la sala, aunque sintiéndose algo tonto por su ridículo cuestionamiento.
- Muy bien- repuso Rachel de inmediato con una encantada sonrisa, acariciándole levemente el rostro a su hijo- verdad cariño?!- pero aquella pregunta ya resultó una total burla para Hunter.
Para él nada había salido bien y definitivamente, no podía decir que fue maravilloso, como su madre intentaba hacer creer con esa burlesca sonrisa, y por primera vez desde que salieron del campestre, Hunter le dirigió toda su atención, aunque Rachel hubiera preferido que no lo hiciera, pues en su mirada había un odio y un coraje que le helarían la sangre a cualquiera, la forma en que la miraba era algo que jamás habían experimentado y hasta George supo que el punto de inflexión entre madre e hijo había llegado mucho antes de lo que pudo prever.
- Por supuesto que la pasé increíble, mi mamá me hizo el favor de llevarme a un dia de humillaciones y burlas.....fantástico.....no es así mamita?!- indagó con rabia dejando muda a Rachel.
- Agh.....Hunter no....entiendo que...- la mujer trató de averiguar la razón de su comportamiento- qué ocurrió?
- Y todavía lo preguntas!!!!- gritó con tal fuerza que hizo brincar a sus padres- ya para de joderme la vida!!!!.....mi vida ya esta bastante jodida para que ahora tú sigas con tus burdos y burlones intentos de creer que todo esta bien!!!.....nada esta bien!!!!, por si no lo haz notado nada en mi vida de mierda esta bien.....mi vida se jodió y lo único que haces es recordármelo a cada instante!!!!.....dejame en paz!!!, por una puta vez déjame en paz!!!!......- Rachel se llevó la mano a la boca mientras sus ojos se llenaban de lagrimas, todo lo que ella había hecho lo hizo con las mejores intenciones pero parecía que el enfado de Hunter era su responsabilidad y no lograba comprenderlo.
- Hijo, yo.....- la mujer intentó tomarlo de la mejilla pero él ya no quería seguir con esta farsa, así que totalmente fuera de sí, alejó la mano de su madre con mucha rabia, dejándola desencajada.
- Déjame en paz!!!!!- volvió a gritar- qué más quieres de mi?!.....qué más mierda quieres hacerme?!.....ya lograste que entendiera que estaré solo por el resto de mi vida.......yaaaaa!!!!!- gritó Hunter con el llanto desbordado por el coraje y sin más abandono el lugar.
- Hunter, hijo yo.....- Rachel trató de alcanzarlo pero George, quien se había limitado a permanecer como un espectador, la detuvo con firmeza del brazo.
Para él era claro que su hijo no deseaba ni necesitaba más explicaciones y mucho menos de la persona que supuestamente había causado todo, por supuesto, que no estaba de acuerdo en la forma en que le había hablado a su mamá pero sabía que irremediablemente este sería el resultado como ella no aprendiera a controlar sus constantes intervenciones.
- Hunter- Rachel hizo el intento de jalarse del agarre de su esposo para ir a consolar a su hijo.
- Detente!!!- gritó el hombre dándole un pequeño jalón pues si no intervenía en este momento solo terminarían con más desgracias entre sus manos.
Rachel volteó a verlo, ella seguía muy confundida y le frustraba el hecho de que su marido no interviniera en su favor.
- Mi hijo....- intentó explicar pero fue interrumpida.
George afianzó más el agarre por el brazo y sin demora se enfiló escaleras arriba entre forcejeos y frustración pero el hombre no iba a desistir, ya no, su hijo estaba mal y de alguna manera debía hacer entender a su esposa que lo que hacía no estaba siendo benéfico para nadie.
Y en cuanto estuvieron frente al umbral de la habitación, George arrojó a Rachel al interior, acto seguido entró cerrando la puerta tras de si, impidiendole, siquiera, acercarse y con unos ojos cargados de evidente reproche se dispuso a pedir explicaciones.
- Qué pasó?!
- No lo sé, pero necesitó ver a mi hijo!- exclamó la mujer dando un par de pasos hacia donde su esposo estaba pero de nuevo fue detenida.
- Primero me vas a explicar qué paso para que mi hijo regresara en ese estado.
Rachel observó a George con la esperanza de que cediera, de que la dureza en su mirada se desvaneciera, pero el ceño fruncido y su postura firme le dejaron en claro que eso no sucedería, sin más remedio, aceptó que no tenía escapatoria y comenzó a narrar lo ocurrido en el campestre, desde su llegada hasta el incómodo momento que vivieron con Bethany y sus amigas.
Cuando Rachel terminó, la tensión entre ambos era casi tangible, George se apartó ligeramente, tomando un respiro antes de mirarla con una mezcla de incredulidad y reproche, finalmente lo entendía todo: no había excusa ni argumento que pudiera dar para disculparla, no había una justificación válida para lo sucedido.
Desgraciadamente, el daño ya estaba hecho, las piezas del tablero se habían movido de forma irrevocable, pues Rachel, en su imprudencia, había dejado a Hunter, expuesto y vulnerable, atrapado en una situación que no pidió ni merecía.
Ya no había marcha atrás, ahora, solo quedaba enfrentar las consecuencias de un mal movimiento, conscientes de que cualquier intento de reparar el daño sería tan inútil como intentar salvar una partida cuando el jaque mate ya era inevitable.