Queremos hablar.

1950 Words

Valeria Tres días después de la entrevista con el juez, la ansiedad en casa era tan palpable que hasta el gato del vecino parecía caminar de puntillas. Emilia había convertido el comedor en un "tribunal de unicornios" donde juzgaba a sus peluches por crímenes imaginarios. —¡Te condeno a no tener glitte hasta dentro de una semana! —decía con voz seria. Entretanto, Lucía revisaba el buzón cada cinco minutos, como si una carta mágica pudiera aparecer de la nada. Y yo... bueno, yo escribía y rompía hojas de mi diario, incapaz de encontrar las palabras para lo que sentía. Mamá Renata, aunque intentaba mantener la calma, se le notaba lo nerviosa que estaba, en los detalles, el café frío que olvidaba tomar, las llaves que buscaba mientras las tenía en la mano, las veces en que se quedaba

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