Varias semanas después... Valeria Estábamos en el registro civil, sentadas en un banco, incómodos, pero felices como si fuera el trono de una princesa. Papá rellenaba los últimos formularios. Renata firmaba uno tras otro con manos temblorosas, y nosotras esperábamos con flores dibujadas en los brazos. Lucía llevó marcadores por si tocaba celebrar. La funcionaria nos miró con una sonrisa amable y nos guiñó el ojo. —¿Están listas para firmar como hijas legales? —¡Más que listas! —gritamos las tres al mismo tiempo. Renata firmó. Luego papá. Y por último, aunque no era obligatorio, nosotros sentíamos que era necesario y, ante nuestra insistencia, la funcionaria nos dejó firmar a nosotras en una hoja de recuerdo, que Renata guardó como si fuera un tesoro. Cuando salimos del lugar, Emilia

