Alejandro observo a Fiorella y Fabio correr por los senderos entre el viñedo. No cabía duda que lo llevaban en la sangre. Aun le era difícil creer que esos dos pequeños fueran hijos del amor que sentía por Ana. Se lamentaba una y otra vez el puñado de estupideces que había cometido. No podía cambiar lo que había un día había hecho. Ahora podía vivir el presente y tratar de ganar el amor de sus pequeños.
—¿Tus padres han viajado? —Ana preguntó. Había escuchado mencionar el tema a su madre pero no se atrevió a preguntar en ese momento
—Si el fin de semana es el cumpleaños de mis hermanas. Virginia por sus estudios no puede venir a festejarlo así que mis padres van donde ella, mientras celebramos el cumpleaños de Victoria en casa
—¿Son gemelas? —Alex asintió. Había momentos en los que ol
