CAPITULO 2

1828 Words
Dos meses, sin poder dejar Italia, su abuelo afortunadamente se había recuperado casi completamente, aunque su vida ya no sería la misma debía controlarse los factores de riesgos para impedir un nuevo infarto. Algo que había estado tratando por todos los medios de evitar. Estaba furiosa su tío había dejando a su abuelo prácticamente en la calle, no se habría enterado si no fuera por Salvatore Rinaldi Gerente Financiero de la Compañía, su abuelo había escondido todos estos años la verdadera situación hasta que el ataque cardíaco había puesto en evidencia más de un problema. —Por todo lo sagrado ¿Cómo se ha llegado a esto? —preguntó viendo los numero rojos que arrojaban los últimos meses —Las ventas han sido excelentes Anabella, pero la situación de pagos ha dejado a la empresa prácticamente sin capital —levantó la mirada hacia los ojos negros que la miraban ¿con pena? —No entiendo, si esto es verdad ¿Por qué has estado tanto tiempo aquí? —la duda y la desconfianza hicieron saltar sus alarmas. Mientas él sólo sonreía —Puedo tener una idea de lo que te estas imaginando Anabella, pero ninguna tiene fundamento, mi padre fue amigo de tu abuelo, no pude negarme a venir en su ayuda, son contar que tu tío, también involucró a mi padre, al parecer Antonio de Rossi, era una autentica fichita —¿Qué dices? —estaba odiando a un hombre que no conocía y encima que llevaba muerto más de diez años. —Hizo de la falsificación su oficio, muchos socios de tu abuelo se vieron afectados unos más que otros, entre ellos mi padre, afortunadamente no tuvo tiempo de hacer un desfalco mayor. —No debería estar sorprendida, sin embargo lo estoy, Antonio de Rossi, no era mas que un vil ladrón —dijo. Estaba enojada, furiosa, era una suerte que sus padres no habían podido viajar, sobre todo porque su propio abuelo se lo pidió, había mentido, les había dicho que sólo se trataba de un susto, pero que se quedaría para asegurarse de que todo estaba marchando bien, había llevado junto a su abuela la carga de las noches de angustia mientras su abuelo permaneció en la Clínica. —Es lo que fue, no se puede volver al pasado e impedir tremenda situación —Salvatore admiraba el temple en Anabella de Rossi a sus escasos dieciocho años parecía ser una loba vieja en los negocios, sin duda había heredado la habilidad de  Fabio. —Solucionaremos esto no puedo quedarme para siempre en Italia, pero así me lleve años, liberare a la compañía de las deudas —Puedes vender acciones —¿Crees que alguien invertiría en un negocio que esta manchado no solo por los desfalcos si no también porque sus ganancias prácticamente son inexistentes? —interrogó con una ceja levantada —Podría comprar la mitad, no me lo tomes a mal Anabella, una inyección de capital es lo que necesitas  ahora mismo —No lo sé, déjame pensarlo Salvatore, ahora mismo no tengo cabeza para abarcar todos los problemas, mi prioridad es el abuelo —se levanto de manera rápida —¿Estás bien?—Salvatore se preocupo al ver el rostro pálido de la chica —Si, ha sido solo un mareo, no dormí anoche, estuve cuidando al abuelo y revisando la manera de terminar con este karma —estaba engañándose lo sabía  pero no estaba lista para admitir ante nadie su estado, llamaría a Alex por la noche necesitaba hablar con él antes que con nadie, aunque también la parecía imposible hace una semana que no se habían comunicado, Alex parecía estar demasiado ocupado, se había sentido terriblemente mal, dejándolo todo a su cargo, no podía imaginar lo que era para él llevar solo el negocio, sus padres metidos de lleno en proyecto de  Sandra. —Descansa Ana, no puedes darte el lujo de enfermar —asintió, era muy consciente que lo suyo no era una enfermedad al menos no una que durara  mucho tiempo. —Gracias Salvatore, muchas gracias, estaría perdida sin tu ayuda, pensaré en tu propuesta —se levantó un poco mas despacio para no volver a marearse, se despidió y salió de regreso a la casa de sus abuelos en Siena. ⧓⧓ —¿Todo bien? —sonrió entrando a la habitación de sus abuelos, besó la mejilla de su abuela y continuo hasta la cama donde su abuelo esperaba. —Hola cariño —el rostro de su abuelo se transformo al sonreír —Hola mi Nonno (abuelo), todo marchando mejor de lo que esperábamos, no te preocupes por los asuntos financieros, sólo relájate y no te preocupes de nada—se embarcaron una las charlas que escucha de niña, era tan hermoso recordar, sobre todo porque tenía la oportunidad de tenerlos a su lado, alrededor de las doce se despidió salió de la habitación sus abuelos dormían, pero ella no podía, tenía que estudiar la propuesta de Salvatore, aunque no era una oferta formal, sabía que apenas aceptara todo sería legalmente  establecido y se firmarían los contaros de compra/venta, no podía siquiera imaginar en vender, pero la situación no le daba otra salida, aun así decidió estudiar a profundidad la posibilidades. ⧓⧓ —Estoy realmente feliz, Alejandro, nunca imagine que este día finalmente llegará —Sandra se recostó sobre su hombro —Sabes que esto no tiene nada que ver con el amor —dijo. Estaba serio, su cabeza era un completo caos, su corazón estaba cerrándose, negando su realidad —Tiempo al tiempo querido, te prometo que te haré el hombre más feliz sobre la tierra. Sus pensamientos viajaron al día en el que había tomado la mala decisión de aceptar cenar con ella fuera, con el pretexto de que trabajaba mucho y que su mundo ser resumía a las cuatro paredes de su oficina. El día que había sido infiel a Anabella, se acostó con Sandra y encima también la había embarazado. El almuerzo que sus familias habían organizado había terminado, deseaba poder cerrar los ojos y borrar sus acciones, pero no podía renegar de los hechos, Sandra llevaba un hijo suyo en el vientre y había sido educado para ser responsable, no sería  capaz de dejar a su hijo sin su protección y amor. —Debo marcharme, tengo demasiado trabajo, por favor despideme de tus padres —le dejó un beso en la frente y se encamino hacía su auto, eran cerca de las cuatro de la tarde. Serían la media noche donde Anabella, había buscado excusas para no hablar con ella, desde que Sandra le diera la noticia, estaba huyendo como un cobarde pero después de hoy sería imposible continuar así, sus tíos seguramente le dirían y no quería que fuera así como se enterara. Se puso en marcha, preparándose para lo que vendría… ⧓⧓ Salió de la ducha, el agua le había servido para despejar un poco su mente, hizo a un lado sus pensamiento cuando el tono de una vídeo llamada sonó sonrió, era tarde para ella pero en Guatemala serían alrededor de las tres o cuatro de la tarde. —¡Hola! —saludo emocionada hacía días que había visto su rostro, el resto de la semana habían sido mensajes de texto cortos —Hola Ana, ¿Cómo sigue tu abuelo? —movió la cabeza para apartar el cabello de su rostro —Mejorando día a día  ¿y tu? —espero por alguna razón el silencio de Alex le hizo sentir incomoda —Anabella yo… yo tengo algo que decirte —la seriedad le preocupó mucho más —¿De verdad? Que coincidencia también tengo algo que decirte —sonrió había llegado el momento los nervios recorrieron su cuerpo, sus manos temblaban agradeció no estar sosteniendo el móvil —Déjame hablar primero por favor, es importante —permaneció callada, esperando a que se decidiera hablar. —Soy toda oídos —sonrió para incitar a que hablará, ella quería soltar su propia noticia, pero al parecer Alejandro tenía algo serio que decirle pues ni siquiera sonrió ante su pequeña broma. —Yo… voy a casarme con Sandra el próximo fin de semana—el silencio se hizo en la habitación, se quedo tan quieta que por un momento casi se le olvido respirar. —¿Bromeas cierto? —el negó incapaz de verla a los ojos, se mordió el labio para no llorar —Lo siento yo, yo no puedo esperarte —quería decirle que se casaba únicamente por el hijo que ella esperaba, pero para que hacerla sufrir más, de todas maneras ella sufriría de una u otra manera —Alex, dime que no es cierto, dime que es una broma, no puedes hacerme esto, no ahora, ¡no ahora! —gritó sin poder contener las lágrimas, podía jurar que escucho su corazón romperse en mil pedazos, el aire le faltaba, por su garganta subió la bilis y sin esperar respuesta salió corriendo al baño. —¡Ana! ¡Anabella! —gritó. —¿Estás bien? —sabía que su pregunta era estúpida, después de la confesión que le había hecho, el ruido proveniente del baño le asusto. Pasaron quince minutos, quince interminables minutos antes de que Ana apareciera frente a la pantalla de nuevo. —Me mentiste, has dicho que era la única mujer para ti —trato de serenarse, no podía explotar y gritar, sus abuelos estaban en la habitación continua. —Lo siento yo… no soy el indicado para ti, lo nuestro quizá no tenía futuro —apretó sus puños mientras mentía, pero le había prometido a Sandra no revelar lo que realmente había ocurrido entre ellos. —Ojala  no vuelva a verte nunca más en la vida Alejandro Santoro —respiró profundo sus lagrimas corrieron por sus mejillas no se molesto en ocultarlas, porque sería la ultima vez que él la vería llorar por su causa —¿Tenías algo que decirme? —quería colgar y llorar, gritar por su estupidez —¡Vete al diablo! —gritó sin querer ocultar su enojo —¡Ana! —gritó. Ella colgó la vídeo llamada, sus corazón se rompió en mil pedazos estaba enamorado de ella, la amaba perdidamente, pero la había traicionado con otra mujer, una noche de copas había arruinado su vida para siempre. Razón tenía su madre cada que le advertía sobre excederse con las bebidas, no sólo le había hecho perder el sentido, sino también le hizo  perder lo que verdaderamente era importante  en la vida la única mujer a quien podía amar. ⧓⧓ —¡Ah! ¡Ah! ¿Por qué? ¿Por qué me haces esto Alejandro? ¿Por qué? —Ana estaba sentada en el frió piso era casi la una de la mañana, sus ojos estaban rojos su garganta dolía, la almohada que amortiguaba sus gritos estaba empapada. ¿Por qué? Llevo su mano a su vientre ¿Por qué nos has hecho esto?...
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