Además, dentro de su cabeza, Emma estaba teniendo un sueño extraño. Ella estaba con Emilio, los dos en una cama, y Emilio le decía: — Eres tan hermosa, si supieras lo que eres para mí. Ella abrió los ojos, encontrándose con el mismo Emilio de sus sueños, y sus mejillas se volvieron rojizas. No podía entender por qué había tenido ese sueño tan vívido. Decidió no decir nada, porque no era necesario. — Emilio — murmuró, con la voz cansina, y Emilio la miró. Se despertó, mirando hacia arriba y prestando atención. — ¿Estás bien? — murmuró con una sonrisa, y ella asintió. — Lo estoy — murmuró, y enseguida ambos comenzaron a mirarse el uno al otro. — Pensé que... — comenzó Emilio, pero Emma lo interrumpió. — ¿Qué pensaste? — preguntó ella un poco confundida. — Pensé que te morirías — come

