Estuvo tan cerca de que mi padre nos descubriera. Cómo pude caer, estaba decidida a devorarme a esa mujer, mi tanga quedo muy húmeda por sus insinuaciones. Su sabor alcoholizado aun lo recordaba mis labios quemaban con la sensación de haber tenido su lengua dentro de la mía, mis manos acariciaron ese gran trasero. Cerraba mis ojos tratando de dormir y no podía. Maldita mujer Ya habían pasado como tres horas de aquel encuentro en su baño y el sueño no se apoderaba de mi cuerpo, lo único que me apoderaba era el recuerdo de haber tenido ese encuentro tan erótico con mi madrastra. Me levanté de la cama y fui a la cocina, necesitaba un vaso de agua bien fría, tal vez le ayude a mi cuerpo a enfriarse. Divise que las luces en la cocina estaban encendidas, ¿será la sirvienta? me acerqué... no

