Capítulo 2

1323 Words
No sé cuánto tiempo estuve caminando. Solo sé que cuando llegué al jardín trasero, el aire volvió a entrar a mis pulmones. No ese aire superficial de “todo está bien” que me obligaba a respirar cuando las cosas se ponían difíciles, este es un aire diferente. Este era otro tipo de aire. Me quité los tacones. Ni siquiera me detuve a pensar si estaba manchando el vestido. ¿Para qué? Ya no me iba a casar. Ya no importaba si se arrugaba, si se manchaba de tierra o si le salía fuego del coraje que me hervía en las venas. Me dejé caer sobre una banca cercana y cerré los ojos, sentí el ardor y poco a poco se humedecieron hasta que las lágrimas empezaron a caer, la respiración se me agitó en un segundo y lloré como loca, con sollozos y la garganta cerrada llena de rabia. Fueron Cinco años. Cinco años al lado de Currie. Apoyándolo cuando no tenía ni un dólar para pagar la universidad. Fui yo quien trabajaba doble turno como cajera, quien le llevaba comida en el bus, quien llenaba formularios por él, quien lo animaba cada vez que quería renunciar a sus prácticas. ¿Y para qué? Para que se acostara con Annie. Con su “mejor amiga”. —Idiota… —murmuré con la voz rota, limpiándome la nariz con la mano, porque el vestido no absorbía nada y tampoco me daba la gana de usarlo como pañuelo. Todo era tan ridículo. Estaba sentada sola, en un jardín elegante, con un vestido de novia diseñado a mano que me costó meses trabajarlo, el maquillaje corriendo por mi cara, y la vida deshaciéndose en mi regazo. Y aún así, sentía que no podía dejar de llorar. Porque no solo era la traición, era todo el tiempo perdido. Los sacrificios. La versión de mí misma que había apagado para que él brillara. Yo también tenía sueños y no pude hacerlo porque estaba construyendo los de él. Un pequeño sonido detrás de mí me hizo girar la cabeza. No sé qué esperaba. Tal vez que Jenna me hubiera seguido. Tal vez Currie o mi padre. En todo caso podría ser un mesero incómodo. Pero no. Lo que vi fue… A un hombre, de cabello n***o perfectamente peinado hacia atrás, ojos tan oscuros que parecían atrapar la luz, y una mandíbula firme con una sombra de barba elegante, me observaba a unos metros. Tardé un segundo en darme cuenta que estaba sentado en una silla de ruedas, obviamente atrajo mi atención, pero trate de no verla con tanto descaro. Su expresión era difícil de leer. ¿Intrigado? ¿Confundido? —Perdón… —dijo, y su voz era suave y profunda —. No quise interrumpir. Yo solo… me voy. Se movió ligeramente hacia atrás, como si de verdad fuera a marcharse. —¡Epera! —exclamé, levantando una mano y poniéndome de pie de golpe—. No, lo siento. Yo soy la que debe disculparse. Estoy aquí, llorando como una loca con este vestido... seguro parezco una especie de... de novia fugitiva con problemas psicológicos. —No iba a decir eso —respondió. —No hace falta —dije, sentándome otra vez, esta vez con más cuidado—. Yo misma lo estoy pensando. Él se acercó unos pasos, o ruedas, no sé cómo se dice, y se detuvo frente a mí. Su mirada se suavizó. Tal vez por mi cara destruida o por la imagen tan patética que proyectaba. Colocó su silla a mi lado, no entiendo exactamente que estaba haciendo él ahí, pero mi boca se abrió y empecé a hablar, era como vómito verbal. —Mi prometido se acostó con su mejor amiga —empecé —. Estuvimos juntos cinco años, cuando lo conocí no era nadie, lo apoye con sus estudios y su carrera, estuvimos juntos en cada momento y finalmente había logrado algo, me dijo que dejará mi trabajo, que nos casaríamos y podríamos tener una boda hermosa, ahorré mucho para este momento, puedes creerlo —empecé a llorar de nuevo —. Y justo hoy cuando vi esas fotos sentí que me rompí en miles de pedazos, cuando dijo que Annie era su mejor amiga y que era como su hermana le creí… Dime, ¿qué clase de hermanos se besan y se acuestan? —expresé furiosa —. Por favor si tienes esposa o novia, no le hagas eso, no tengas “una mejor amiga” Está vez si escuché un pequeñó bufido y pude ver una sonrisa en su rostro. —¿Crees que alguien como yo tendría una novia o esposa? Lo miré un poco confundida. ¿Eso es lo que dijo después de todo lo que hablé? ¿Acaso me escuchó? Ignoré su pregunta porque no veía ninguna razón para responderle, miré alrededor, a lo lejos habían unas personas caminando, seguramente invitados a otra boda, este lugar era bastante grande y tenía varios salones, así que podía celebrarse varios eventos a la vez y aún así era difícil de reservar por lo hermoso que era. Todos querían casarse aquí. —Y lo peor —añadí al final, respirando hondo—, es que conseguí este lugar con un año de anticipación. Hice rifas, vendí pasteles, diseñé mi propio vestido con una amiga... y ahora estoy aquí, sin nadie, con este vestido soñado, y sin a quién decirle “acepto”. Me limpié otra lágrima con el dorso de la mano. El silencio volvió, pero no era incómodo. Era como si me dejara respirar otra vez. El hombre me miró un segundo más, ladeó la cabeza y, con una expresión casi imposible de interpretar. —Eso suena devastador. —Lo sé —suspiré. —Desperdiciar todo lo que trabajaste y perderlo todo. —Ni siquiera tengo un lugar a donde volver —murmuré, creo que me estaba haciendo sentir peor. Podría volver con mi padre, pero eso sería ridículo a esta edad, se supone que deje de ser una carga para él hace tiempo. —¿Te casarías conmigo? Parpadeé saliendo de mis pensamientos, ¿acaso dijo...? —¿Qué? Miró al frente y luego a mí, no hizo ningún gesto en particular y su voz salió tranquila explicando su situación, como si no fuera un gran problema, pero sí lo era. —Mi prometida acaba de desaparecer. Hace quince minutos. Me dejo un papel que dice que no puede casarse conmigo y se fue. Allá adentro están todos los invitados, mi familia, mis amigos, los fotógrafos… No quiero ser una decepción otra vez. Lo último casi lo susurró bajando la mirada, pero lo escuché con claridad, está vez miré su silla de ruedas, no me importó si él se daba cuenta, estaba completamente serio con su situación, volvió a respirar, ví como su pecho se elevó y bajó despacio. —No puedo entrar en detalles ahora —continuó él—, pero necesito casarme hoy. Por muchas razones. Intentó retroceder. Su expresión cambió. Tal vez pensó que iba a reírme en su cara. —Olvídalo —dijo con un suspiro, girando la silla—. Fue una estupidez. No debería haber dicho eso. Lo lamento… —¡Espera! —le grité. Él se detuvo, sin girarse. Me levanté. No sé qué fuerza me empujó. Tal vez la locura, la desesperación o el deseo de no dejar que mi vestido quedará desechado, lo había hecho con mis propias manos para que nadie lo viera. —Acepto —dije con voz firme—. Me casaré contigo. Él se giró lentamente, sorprendido. —¿Lo dices en serio? —Sí. Estoy despechada, humillada y me sobran las ganas de hacer algo completamente irracional. ¿Y tú? —Yo… —sus labios subieron levemente mostrando una pequeña sonrisa—. De acuerdo, vamos. Y, sin saber ni su nombre, tomé la decisión más loca de toda mi vida.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD