5: El Baile de la Provocación

2114 Words
Amandus. La rabia me hierve en las venas. Sí, estoy cabreado, furioso hasta los huesos. Observar a Melanie con esos dos hombres, tan desinhibida, tan dueña de sí misma, había encendido una sensación de molestia profunda en mi pecho. Apenas he cruzado dos veces palabra con esa chiquilla, y en ambas ocasiones ha dejado una marca indeleble, algo que no puedo explicar ni justificar. —¡Bruno! —Llamo a mi guardia principal, que entra en la oficina con una rapidez militar. —Jefe. —Quiero la dirección exacta del spa al que van mi madre y Gina. El famoso. Bruno asiente y sale. Me recuesto en mi silla giratoria, intentando relajarme. Ha pasado una semana desde esa reunión, una semana tensa y agotadora. La única distracción de la noche fue el atrevimiento de Melanie, que se sintió obligada a contratar hombres solo para demostrar que ella también podía jugar. Sé que ella es la dueña del famoso spa. Mi hermana no deja de hablar de él: la exclusividad, la calidad del servicio. Si es tan bueno, lo comprobaré. Necesito un masaje, necesito aliviar este estrés, y esta vez, el sexo no es lo que busco. Bruno entra de nuevo. —Jefe, tengo la dirección. —Bien. Hazme una reservación privada de inmediato. Me levanto. Son alrededor de las dos de la tarde. El club a estas horas está desierto, solo con el personal de limpieza y algunos de mis hombres de guardia. —En marcha —le indico a Bruno, y nos dirigimos a los autos. En pocos minutos llego al spa. El edificio es elegante, con una fachada de mármol y grandes ventanales, rezumando el lujo sobrio que caracteriza a los franceses, el gusto típico de Melanie. Miro a Bruno al salir del auto. —Entraré solo. Te llamaré apenas termine. —Me desabrocho el saco y entro. —Buenas tardes —saludo a la recepcionista. La mujer me mira, anonadada, y luego me ofrece una sonrisa tímida. —Buenas tardes, señor. ¿Hizo una reservación? Asiento. —Amandus Grimaldi. Ella me mira con sorpresa y busca rápidamente en su sistema. —Reservación privada, sí. ¿Podría indicarme qué tratamientos desea? Me acerca un catálogo. —Un masaje de relajación —leo algunas opciones—, y después, acceso a la piscina termal más exclusiva. —Muy bien —Llama a alguien por el intercomunicador—. Ya tenemos al cliente. —Cuelga—. Si desea algo más, no dude en consultarle a cualquiera de nuestros empleados. Una chica se acerca, pidiéndome que la siga. Me conduce a una suite de tratamiento. —Por favor, quítese la ropa. Aquí tiene la bata y la toalla que usará —Me muestra el equipo—. La masajista vendrá en breve. ¿Desea alguna especialidad? —Por el momento, no. —Ella asiente y sale. Me quito la ropa, quedándome solo con el bóxer, y me pongo la bata. Toca la puerta. Una chica entra con una sonrisa. —Buenas tardes. Por favor, quítese la bata y recuéstese boca abajo. Hago lo que pide, cubriendo mi cintura con la toalla. Me relajo en la camilla. Cierro los ojos. Escucho sus pasos, y luego, siento sus manos trabajar mis hombros, mi nuca, mi espalda. Es justo lo que necesitaba. Melanie. Estoy en la oficina de mi spa, lidiando con reportes de administración. Mi negocio es tan exclusivo que las reservaciones llegan sin parar, y debo mantener el orden meticulosamente. El intercomunicador suena. Presiono el botón. —Jefa, Amandus Grimaldi acaba de hacer una reservación privada para esta misma tarde. Me sorprendo. —¿Ha solicitado tratamientos específicos? —No, Jefa. Solo pidió la reservación. —Pregúntale cuando llegue y me lo haces saber de inmediato. —Vuelvo a presionar el botón. Termino mi trabajo pendiente y me dirijo a la ventana. Minutos después, el intercomunicador vuelve a sonar. —El señor Grimaldi ha llegado. Solicitó un masaje y la piscina termal más exclusiva. —Muy bien. Asegúrense de darle el mejor servicio. No quiero ni una sola queja. —Cuelgo. Llamo a mi guardia—. ¡Louis! Él entra rápidamente. —El Demonio Sangriento está en el spa. Infórmame en cuanto esté en la piscina termal más cara. —Sí, jefa. —Sale sin una palabra. Los minutos pasan. Vuelvo a mi trabajo en los otros negocios. La puerta se abre, y es Louis. —Ya está en la piscina. —Perfecto. —Me levanto y camino hacia la puerta. —¿Irá con él? —pregunta Louis a mis espaldas. Su tono es de burla apenas contenida. —Sí. Es hora de hablar con él a solas. Llego al vestuario privado. Me quito toda la ropa. Completamente desnuda, me pongo una bata de seda. Salgo. —Quiero que envíen a alguien con dos copas y la mejor botella de vino tinto que tengamos. Louis me mira, sabiendo que estoy desnuda bajo esa tela fina. —¿Segura que solo quiere hablar con él? —No me quejaría si algo más pasara. Además, ese hombre también debe estar desnudo. —Sonrío de lado, un brillo peligroso en mis ojos. Amandus Ya estoy en la piscina. El agua es caliente, relajante, y desprende un aroma exquisito, casi embriagador. Estoy completamente desnudo. Al haber solicitado una reservación privada, podía disfrutar del agua sin ninguna prenda. Veo entrar a un empleado con dos copas y una botella de vino. Levanto una ceja; no he pedido ningún servicio extra. El hombre deja las cosas en el borde opuesto y se retira. —Qué extraño. —Cierro los ojos, apoyando mis brazos en el borde de la piscina, intentando relajarme de nuevo. —Vaya, qué sorpresa encontrarme al Demonio Sangriento aquí. Abro los ojos de golpe. Melanie está de pie junto a la piscina, vistiendo solo una bata de baño. —¿Qué haces aquí? Pedí esto en privado. —Lo sé. Pero soy la dueña y tengo privilegios —Desata el nudo de la bata y la deja caer. Su cuerpo queda completamente expuesto ante mí, una visión que me golpea con la fuerza de un puñetazo. Trago saliva con dificultad. Mi m*****o responde de inmediato. —No me importaría compartir la piscina contigo —dice con una sonrisa pícara, entrando en el agua. —Privilegio de la dueña, supongo. —Totalmente. —Se recoge el cabello para que no se moje—. ¿Qué te trae por aquí? —Vine a relajarme un poco —Mis ojos no pueden evitar traicionar mi interés por su cuerpo sumergido—. Aunque no sabía que este tratamiento venía con un extra especial. Ella ríe. —Solo lo hago con los clientes verdaderamente exclusivos. Pero siendo usted, no puedo negarle el tratamiento especial. —¿Y no soy exclusivo? —No —responde—. Es su primera visita. Los clientes exclusivos vienen a diario y toman tratamientos costosos, como su madre y su hermana. —Esas mujeres son exclusivas, y eso les encanta. —Le sonrío de medio lado. En ese momento, el guardia de Melanie entra. —Jefa, tiene una llamada importante. Ella lo mira, levanta una ceja, y se levanta del agua con la ayuda del hombre. Louis la saca, y sus manos pasan por la cadera de Melanie, rozando su trasero. Melanie no muestra ninguna incomodidad; permanece quieta mientras su guardia le coloca la bata. —Discúlpame, Amandus. —Me regala una sonrisa antes de salir de la piscina. —¿Ustedes tienen algo? —le pregunto a Louis, que se ha quedado junto a la puerta. Él me mira por un instante, tranquilo. —Somos jefa y guardia, nada más. —Noto que hay algo más que eso. —Sí, estoy cabreado de nuevo. La familiaridad era inaceptable. —Aparte de eso, somos buenos amigos. Yo sé todo sobre ella, y ella sabe todo sobre mí. Y cuando digo todo, es todo. Pero no hay nada romántico o serio. Levanto una ceja. ¿Este niño se hace el tonto o no sabe con quién está hablando? —¿Sabes con quién estás hablando? —pregunto, mi tono es firme y gélido. —Lo sé muy bien —responde con mi mismo tono, sin inmutarse—. Pero mi jefa es Melanie Bellerose. Ella es quien me da órdenes y quien me domina. Iba a replicar cuando Melanie entra. —Louis, encárgate hasta que yo vuelva. Avísame de cualquier cambio. —El hombre asiente y sale. —¿Quieres una copa de vino? —me pregunta, acercándose. —Me gustaría. —Observo sus movimientos. —Tienes un guardia muy leal. Y fuerte. Ella ríe mientras sirve las copas. —Él solo se deja dominar por mí. Y como yo soy su jefa, no tiene por qué temerle a nadie más. Te aseguro que te respetará solo si no te metes conmigo. —Me acerca la copa, y la tomo. —Me agrada. Me recuerda un poco a mi propio guardia —Bebo un poco del vino. Se quita la bata de nuevo y se acerca, entrando en el agua justo a mi lado. —Aparte de ser mi guardia de confianza, es mi mejor amigo. —Parece que tienes problemas. Suspira. —Solo unas escorias que intentaron robarme. Se creen valientes porque soy mujer. Piensan que me quedaré de brazos cruzados, pero los haré pagar. —En esta sociedad hay muchos hombres misóginos. Ninguno soporta la idea de que una mujer esté al mando —Tomo otro sorbo de vino—. Pero también hay hombres que se creen capaces de traicionar a sus superiores. Nada es peor que la traición y las mentiras en nuestro mundo. Melanie me mira por unos segundos, su expresión se vuelve seria. —Entonces, ¿Creerías en mí si te digo que mi padre no es quien te está robando? —¿Qué? —Sé que piensas que somos nosotros. —Se acerca hasta quedar justo frente a mí—. Pero te aseguro que no somos los responsables. —¿Cómo puedo creerte? —Intento no mirar sus senos, que sobresalen del agua, brillando—. ¿Cómo sé que lo que me estás diciendo es cierto? —Porque a nosotros también nos han robado —Lleva sus manos a mi pecho, tocando mis pectorales, y luego subiendo hasta mi cuello—. No sabemos quiénes son porque los pocos que mi padre ha capturado se niegan a hablar. Llevo mis manos a su cintura, atrayéndola aún más. Nuestros cuerpos se encuentran bajo el agua. —¿Crees que puedes venir, manipularme con tu cuerpo para convencerme de tu inocencia? Ríe, un sonido dulce y ronco. —Mi padre me envió a persuadirte ya que te negabas a entrar en razón. Y yo te estoy hablando de frente, sin rodeos ni mentiras. —¿Y esta es tu manera de hablar seriamente? —Miro sus labios, a centímetros de los míos. —Solo aprovecho el momento en que estás solo —Sonríe—. Además, te dije que quería conocer al líder de la mafia italiana. Tengo mucha curiosidad. Lo del robo es un asunto aparte. Siempre quise conocerte. —Eres una chiquilla astuta. Venir, desnudarte ante mí y decir todo esto... —Aprieto mi agarre en su cintura—. No sabes con quién te estás metiendo. Y si lo que dices no es verdad, conocerás al Demonio Sangriento en su peor faceta. —No tengo por qué mentirte. ¿Qué ganaría yo? —Se acerca aún más, sus senos presionando mi pecho—. Vengo de una familia donde la traición es muerte segura. No somos una mafia que roba y traiciona; eso está prohibido. —Te creeré. Pero te advierto: no querrás ver al monstruo que hay en mí. —No eres el primer monstruo que conozco —Ríe—. Mi padre fue el primero, y él me hizo como soy. —No creo que te hayas topado con un monstruo como yo. Me mira con una diversión electrizante. —Bueno, conozco a uno que sí es un monstruo, pero creo que tú eres el único que lo supera. —No te conviene jugar conmigo, pequeña. Solo eres una niña astuta, pero yo soy el líder de una de las mafias más poderosas del mundo. —Llevo una de mis manos a su cuello, apretándolo ligeramente, pero ella no hace una mueca de dolor ni retira la mirada. —Pues esta niña astuta se meterá contigo, líder. —Me mira con una lujuria descarada—. Puedes apretar más fuerte. Te juro que no me romperé tan fácilmente. —Me guiña un ojo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD