Caminamos 15 km del cementerio hasta la finca de su casa, donde pasamos por unos cultivos de trigo y unos árboles de durazno. Hasta volver a su salón del té, donde me quite mi calzado y el los guardó en un mueble, la misma mujer con un vestido diferente nos sirvió sake.
– Su nombre es zakuro. Mi ama de llaves. Joven cheng – dijo en cuanto la mujer se fue.
– Israel – le especte y el ignoro mi tono.
– su nombre significa el que pelea con dios, si no me equivoco.
– Así es.
– Me preguntaba porque adoptó ese nombre.
– Lo elegíeron antes de nacer.
– Vaya – dijo sosteniendo su vaso sin tomar.– quiero regalarle el arte de la guerra…por si decide irse.
Me desliza sobre la mesa un libro viejo y desgastado Tao The King de Lau Tzu con letras japonesas. Extrañado tome los ejemplares y l
