– ¿Qué sucede? – pregunto, Keila intento hablar, decir lo que me dijo y apreté más mi mano. “Mamá, no puedo respirar” dijo con mi mano aun en su boca, Mitkel acomodaba tres libros en la repisa de la chimenea, Keila seguía intentando hablar, pero no la dejaría, sin querer se enredó con mis piernas y caímos al suelo, “Hey” se quejó Mitkel “Aquí no, van a romper algo”. Al fin solté a Keila y nos partimos de risa, el río un poco y nos anunció que el desayuno estaba listo. Me tendió la mano para ponerme en pie, pero no la tome, no porque fuera a ver sus recuerdos, yo no tengo muchos límites porque a veces yo sí puedo influir no solo a los humanos, pero nunca le haría algo así, por más molesta que estuviera. – Yanis creo que tiene ganas de otra cosa… – golpee su estómago sacándole el ai

