Capitulo 2

1877 Words
Denisse estaba en su departamento, sentada frente al ordenador tecleando rápidamente cuando recibió un mensaje privado. Dejó de lado el informe que estaba haciendo y abrió la página web, seleccionó la opción de mensajes y una ansiedad abrumadora la invadió al ver que el mensaje era de H.Dom. Su corazón comenzó a latir con prisa, demasiado ansiosa y necesitada de volver a experimentar con él. "Quiero verte hoy, te espero a las 16 horas en la suite del hotel Savoy. Da tu nombre en la recepción, inmediatamente te guiarán a la suite. Puedes venir vestida como mejor te parezca, después de todo, la ropa no lucirá demasiado en ti. Te prefiero desnuda. " H.Dom. Inmediatamente apagó su computador y corrió rumbo a su habitación, el informe podía esperar, todo podía irse muy a la mierd@ en ese momento. Ya eran las 2 de la tarde y necesitaba estar lista para el encuentro con su amo, ya que desde el primer momento él dejó muy en claro que no le gustaba la impuntualidad. Se colocó un traje de dos piezas el cual resaltaba el reciente bronceado de su piel, dejó su largo cabello rubio suelto y pintó sus labios de rojo carmín, tal cual él manifestó que le gustaba. Se miró en el espejo y sonrió satisfecha, se veía hermosa y elegante, totalmente de acorde para asistir a un hotel de lujo como lo era el Savoy. Era un hotel de lujo, donde las personas más rica del país asistían. ¿Cómo es que su amo podía permitirse costear una habitación tan costosa como esa? Salió de casa y tomó un taxi, necesitaba ahorrar para un automóvil, por último uno de segunda mano, necesitaba tener mayor libertad para movilizarse por la ciudad. Durante el trayecto, el corazón de Denisse latía con furiosa violencia y sus órganos parecían querer anudarse por los nervios. La ansiedad se estaba volviendo un sentimiento bastante frecuente desde que H. Dom había entrado en su vida. Finalmente el automóvil se detuvo y Denisse bajó con toda la clase y elegancia que pudo. Se adentró rápidamente en el hotel, ya eran las cuatro de la tarde en punto y no deseaba disgustar a su amo. Aunque una parte de ella, ese lado más retorcido y salvaje, deseaba ver que haría H. Dom si ella no cumplía con sus órdenes que con tanta claridad impuso. Quizás el castigo pudiera resultar igual de placentero que sus encuentros. —Buenas tardes, ¿en que puedo ayudarla? —Cuestionó tan amablemente la recepcionista, quién esbozó una sonrisa forzada al verla. —Buenas tardes, soy Denisse Bennett y me están esperando en la suite principal. —Esbozó una sonrisa para corresponder a su gesto y se removió incómoda cuando la recepcionista la miró fijamente por un par de segundos que le resultaron eternos. —El señor Koch la está esperando —la joven recepcionista abandonó su puesto de trabajo y guió a Denisse hacia el ascensor exclusivo, el que era utilizado solamente por las personas que se hospedaban en la suite principal. —Este elevador la llevara directamente a la suite principal. —Muchas gracias —se apresuró a decir Denisse antes de que las puertas del ascensor se cerraran y emprendiera completamente sola el viaje a la suite donde H. Dom la esparaba. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Denisse observó todo maravillada, estaba dentro de la suite principal la cual ocupaba completamente las dimensiones del hotel y todo ahí dentro era lujo puro. Pero su mirada finalmente se detuvo en él, que sin importar la opulencia del lugar brillaba en medio de todo. Por que ese hombre era endemoniada mente bello y sensual. —Has llegado cinco minutos tarde —habló con esa autoridad que lo caracterizaba y a Denisse le temblaron las piernas. —Pensé que había sido claro al exigir puntualidad. —Lo siento mucho, amo... Salí con bastante anticipación de casa, pero el taxi tardó en llegar y había bastante tráfico en la ciudad. Pero... ¿Cómo puedo encomendar mi error? —Te quiero desnuda ahora mismo, luego te quiero de rodillas y vendrás a mi de ese modo. —Ahí estaba otra vez esa sonrisa torcida que a Denisse tanto le gustaba. —Si, amo... —Su voz tembló a causa de la excitación. La idea de su amo hizo palpitar su coñ@ el cual comenzaba a humedecerse rápidamente. Denisse se quitó la ropa lentamente, comenzando por su saco a medida de color blanco y culminando por su sujetador de encaje rojo, dejando sus generoso pechos al descubierto. Para ese entonces, sus pezones estaban completamente erectos y duros como una piedra. Ella notó la intensa mirada de su amo, quién se deleitaba con sus senos, los cuales se balanceaban de un lado a otro mientras se quitaba la falda y su tanga. Una vez desnuda y con la ropa regada por el piso se puso de rodillas y avanzó lenta y sensualmente en esa postura a donde él estaba. El hambre con el cual el hombre la miraba la hacía sentir satisfecha y orgullosa de su buena apariencia. Él se inclinó levemente y con su pulgar le acarició la barbilla culminando con el recorrido en sus carnosos labios, pintados de un carmín tan intenso que resaltaba en su bonito rostro. Ante su solo tacto, Denisse jadeó, deseando más de él, de su tacto. Poder seguir experimentado la calidez que irradiaba de su tacto, de las sensaciones que provocaban en todo su ser. —¿Tienes idea de quién soy yo? —Él se relamió los labios y ella asintió frenéticamente. —Eres mi amo y eso es todo lo que necesito saber. —Fijó su mirada en él, disfrutando de la expresión de satisfacción que tenía el hombre en el rostro. Al parecer estaba dando en el clavo y comportándose como a él le gustaba. —Muy bien preciosa, ha sido una excelente respuesta. —Posó sus grandes manos en los hombres de la joven mujer y la ayudó a ponerse de pie guiándola a la cama. El hombre le toma la mano, la guía hasta la cama. Una cama redonda, amplia, muy amplia, con bonitos cojines de color burdeo adornando las mangas de seda negra. Él con un gesto le indicó que se recueate y ella sin cuestionarlo siquiera se deja caer en la cama. Todo su cuerpo se estremece al sentir la frescura de la seda hacer contacto con su piel extremadamente caliente. Denisse observó cómo el hombre sacaba unos pañuelos de seda roja de uno de los cajones y con extrema delicadeza ató sus muñecas a la cabezera de la cama. La sensación que le provocaba sentirse indefensa frente a él la hizo humedecerse completamente. Podía sentir sus fluidos resbalar por sus muslos internos, como clara prueba de su deseo y excitación. —Si algo te molesta o te incomoda debes decírmelo, la idea de este encuentro es que ambos disfrutemos al máximo. —Hablaba con total calma mientras ataba cada uno de los tobillos de la rubia a cada extremo de la cama, dejándole las piernas completamente abiertas, totalmente expuesta para él. Denisse, atada de esa manera se sintió tan vulnerable y expuesta. Aún así, a pesar de esas emociones la excitación iba en aumento. H. Dom. se sentó junto a ella y con sus dedos gruesos y ásperos comenzó a acariciar la barbilla bien definida de la joven. En respuesta, Denisse respiró temblorosamente y arqueó su columna. Con extrema lentitud, él deslizó sus dedos por el pecho de Denisse, acariciando sumamente con la yema de sus dedos los generoso pechos de esta y sus endurecidos pezones. Ante el contacto ella gimió, necesitando desesperadamente mucho más contacto de su parte. —Eres hermosa mi querida mascota. —Confesó él con su voz cargada de excitación. La erección entre sus pantalones comenzaba a ser dolorosa. Las emociones y sensaciones en el cuerpo de Denisse fueron cambiando a medida que las caricias se intensificaban. Todos sus temores fueron reemplazados por la.calentura del momento, por que las hábiles manos del hombre sabían perfectamente donde y como tocar para hacerle perder la cabeza. Un jadeo bajito escapó del fondo de su garganta mientras cerraba los ojos con fuerza. Dios, lo deseaba, lo deseaba tanto e intentó retener sus gemidos para no mostrarse tan desesperada. —No te reprimas, puedes gemir, jadear, gritar, actúa como tú cuerpo te lo pida. —Su voz sonó sensual, erótica, cargada de un magnetismo que la tenía completamente enganchada. —Ahora te haré tocar el cielo y quiero que no te reprimas en lo absoluto. —Esta bien, amo... —Abrió los ojos y se perdió en su mirada, en la sensualidad que está irradiaba. Él se quitó cada prenda con una lentitud agonizante, ella no podía quitarle la mirada de encima por que el cuerpo de ese hombre parecía esculpido por los mismo dioses. Finalmente se deshizo de su ropa interior, dejando a la vista una prominente erección. En ese momento, Denisse deseo con todas sus fuerzas que la follar@ por todos sus agujeros. Una vez en la cama, él gateó entre sus piernas y se colocó a horcajadas sobre ella. Ahí estaba él, con su rostro a escasos centímetros del suyo, podía sentir su aliento cálido envolverse con el propio, y le desesperaba el tenerlo tan cerca y no poder tocarlo. —¿Qué es lo que más deseas en este momento, mi querida mascota? —Rozó los labios de la mujer con los propios. —Pideme lo que quieras, por que lo que quieras te lo daré... —Yo... ¡Oh, Dios mío! Te quiero a ti... Quiero sentirte dentro de mi... Necesito que me foll3s tan profundo y duro que me hagas gritar... —Sintió sus mejillas arder, cuando estaba excitada dejaba de reconocerse a si misma. Él no se hizo de rogar, tomó uno delos preservativos que tenía a un costado dela cama y se lo colocó. Cuando estuvo completamente listo entró en ella de una sola estocada. Denisse chilló por la intromisiones, sin embargo, su abundante humedad hace que lo reciba sin dificultad. Inició un vaivén suave y profundo, tomándose ese tiempo para explorar el cuerpo de su nueva mascota. Acarició y estrujó sus senos con desesperación, mientras mantenía la mirada fija en ella. Supó que encontró su punto G cuando ella gritó perdida en las sensaciones que su cuerpo le daba. Aumentó la velocidad golpeando reiteradas veces ese punto tan sensible en su interior. El orgasmo no se hizo esperar mucho, sin embargo fue tal intenso que ella lloró, mientras se retorcía y ahogaba en gemidos. Él intentaba recuperar el aliento, por lo que recargó su frente contra la de ella y sin apartar la mirada esbozó esa sonrisa torcida que a la rubia tanto le gustaba. —Mi nombre es Harry, Harry Koch... —Ella se estremeció bajo su cuerpo. —Eres mío, Harry... —Pronunciar su nombre se sintió magnífico. —Te equivocas querida, tú eres mía, yo no te pertenezco, yo soy tu amo y señor. Posteriormente dejó un fugaz beso sobre sus labios y se apartó rápidamente de ella. Con prisa la liberó de las amarras, tomó su ropa que estaba esparcida por el suelo y desapareció...
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