TYLER
–¿Otra cerveza? – pregunta mi mejor amigo, Julián.
–No–
Sonríe con suficiencia. –Así que de verdad vas a seguir adelante, ¿eh, amigo? –
–¿Cuál es el problema? Llevaste una cita falsa al baile de graduación–
Me rio para mis adentros, recordando el año en que Julián llevó a su prima al baile. Pensó que era una genialidad en ese momento: sin ramillete que comprar, sin necesidad de impresionarla con un restaurante elegante o un paseo en limusina. Hasta el final de la noche, cuando todos los demás estábamos disfrutando el contacto piel con piel con nuestras citas, se dió cuenta de la horrible decisión que había tomado. El único contacto piel con piel que tuvo fue con la mano.
–Una esposa falsa es muy diferente. Es un gran problema– Julián me mira fijamente por encima del borde de su cerveza.
Mirando al océano desde nuestro lugar en el porche de la cabaña de playa, me aflojo la corbata, que me ha quedado demasiado apretada alrededor del cuello, y lo miró fijamente.
–En realidad, es legalmente vinculante así que será mi verdadera esposa. Hasta que nos divorciemos, o anulemos el matrimonio o lo que sea–
–¿Te oyes a ti mismo? – Esto es una locura. No puedes casarte con una chica que ni siquiera te gusta–
–¿Quién dice que no me gusta? –
Sus ojos se abren de par en par. –No me refiero al enamoramiento no correspondido y alimentado por la lujuria que has tenido por ella desde que eras un adolescente cachondo–
Me froto la nuca, sintiendo los primero síntomas de un dolor de cabeza. –¿Qué esperas que haga? Es parte del testamento de mi padre. Esta es mi…no, nuestra condición para hacerme cargo de la empresa. Si no me caso, no habrá herencia y punto. Para ninguno de los dos–
Algunas personas pueden decir que verse obligado a asumir tal lujo desde el principio te hace inmune a todo, pero eso no es cierto. Nunca he dado por sentado ni un solo día de ello, y de ninguna manera voy a renunciar a esto sin luchar.
Julián suelta un fuerte suspiro y su mirada sigue la mía hacia el agua. –Creo que deberías pensarlo bien, hombre. El matrimonio es algo importante. No es algo que se pueda tomar a la ligera–
Entre nosotros dos, Julián siempre ha sido la voz de la razón. Por cada idea descarada y precipitada que he tenido, cada vez que me he lanzado al agua sin pensar, él me ha ayudado a volver al camino recto. Ha sido mi mejor amigo desde que teníamos catorce años. Como los dos nuevos en un prestigioso internado en Connecticut, nos volvimos inseparables.
–Créeme cuando te digo que entiendo la gravedad de la situación–
La muerte de mi padre el año pasado fue una gran llamada de atención. El destino de su empresa de 100 mil millones de dólares cayó repentinamente en mis manos. Tengo que estar listo para tomar el control. Y lo estoy; haré lo que sea necesario. Por supuesto, no está de más que mi futura esposa sea la mujer que siempre he querido.
–Tiene que haber otra manera– dice Julián después de tomar un sorbo de cerveza. –Además, con tu mirada errante y tu pene perpetuamente duro, serías un marido terrible–
Ouch. No soy tan malo, ¿o lo soy?
Me está sermoneando sobre algo, pero en lo único que puedo concentrarme es en las olas tumultuosas y los sentimientos de inquietud que se agitan dentro de mí.
–Oh, una cosa más– digo, girando la cabeza hacia él. –Necesito dejarla embarazada– Julián escupe su bebida.