Ex novio del infierno

3442 Words
XIMENA Todo nuestro edificio bulle de actividad. Incluso con la puerta de mi oficina cerrada, puedo oír el zumbido constante de las conversaciones, los pasos rápidos y los teléfonos sonando. Me gusta ese ruido blanco, me ayuda a entrar en un ritmo productivo y me dice cuántas personas están trabajando duro junto a mí. Contra todo pronóstico, ganamos un pequeño contrato con Parrish Footwear, que es más bien un periodo de prueba que cualquier otra cosa, y también logramos recuperar un antiguo cliente. ¿Pero será suficiente? No tenemos tiempo para ningún paso en falso. Y todos están haciendo su mejor esfuerzo. Actualizo mi bandeja de entrada y frunzo el ceño. Maldita sea, Harrison todavía no me ha enviado ese resumen de gastos. Se lo pedí ayer por la tarde, y de nuevo cuando llegué a las siete de esta mañana. ¿Qué demonios ha estado haciendo todo este tiempo? Esa información está al alcance de su mano; debería haberle llevado unos quince minutos resumirla. Considero enviarle un correo electrónico por tercera vez, pero decido no hacerlo. El tiempo de insistir ha pasado. Quiero que se explique en persona. Tal vez Tyler tenía razón sobre él todo el tiempo. Marco rápidamente al departamento de contabilidad y le pido a la secretaria de Harrison que lo envié. Y mientras espero a que llegue, tengo una conversación muy esclarecedora con ella sobre su reciente agenda. Llama a mi puerta cinco minutos después. Harrison tiene veintitantos años, y estoy segura de que muchas chicas lo encuentran atractivo. Pero para mí, en general, no es nada del otro mundo. El tipo de chico con el que la gente se cruza en la calle todos los días ni siquiera recuerda. Buen trabajo. De apariencia modesta. Inteligencia promedio. Nada del ingenio o el encanto de Tyler. Espera, ¿Por qué estoy pensando en Tyler? –Hola, Ximena– dice, –Te ves hermosa como siempre– Debería haberlo sabido. –¿Hay alguna razón por la que aún no has terminado el trabajo que te pedí ayer? – le pregunto en mi tono más gélido. Parpadea. –Yo…tenía otras cosas en mi agenda– –¿Antes de la solicitud de máxima prioridad de tu director ejecutivo? – –¿Máxima prioridad? No sabía que fuera tan urgente– Hago clic en mi carpeta de correo enviado, giro la pantalla de mi computadora para mostrarle a Harrison nuestra cadena de correos electrónicos recientes y señalo mi última frase. –¿Puedes leerme eso en voz alta? – Se inclina para entrecerrar los ojos ante la pantalla. De mala gana recita: –Por favor, envíenlo lo antes posible. Necesito este informe para terminar de redactar nuestro nuevo presupuesto antes de la reunión de progreso de la junta el jueves– Luego su mirada vuelve a mí. –Mira, lo siento, pero tengo que cumplir con las solicitudes en el orden en que llegan. El primero en llegar es el primero en ser atendido es la única manera justa de…– –Si pueden permitirse llegar tarde, tomar almuerzos de dos horas e irse temprano todos los días, pueden darse el lujo de quince minutos para enviarme un informe que he pedido dos veces– giro la pantalla de nuevo en su posición. –Dada la crisis actual de la empresa, la mayoría de las personas en su nivel gerencial han estado haciendo horas extra últimamente. No les pediré que hagan eso, porque respeto la vida privada de los empleados, pero si desea seguir recibiendo un salario a tiempo completo, deberá trabajar horas completas. ¿me explico claramente, señor Riggs? – Con los ojos muy abiertos, se lame los labios con nerviosismo. –S-sí, señora– –Y la próxima vez que no pueda terminar con algo con la rapidez que lo necesito, debería decírmelo para que pueda encontrar a alguien que pueda. No deje que mis mensajes se queden sin respuesta en su bandeja de entrada mientras me pregunto qué está pasando en su departamento– –Si, señora– repite. –Lo haré. Lo siento. Recibirá ese informe la final del día– Asiento con la cabeza en señal de reconocimiento. –Gracias. Antes de la hora del almuerzo, si puedes– Y si no puedes, más te vale tener una buena excusa. Esto último solo lo digo en mi cabeza. Se da la vuelta y empieza a alejarse. Pero en el último segundo, con la mano en el pomo de la puerta, se detiene para mirar atrás. Reprimo un destello de irritación. Solo ve hacer tu trabajo y déjame hacer el mío. –Um, hablando de almuerzo…–se frota el cuello tímidamente, como si alguna actuación transparente y absurda me calmara. –Me siento mal por este malentendido. Déjame invitarte a salir hoy para compensártelo– Le lanzo una mirada fulminante y vacía. –Esta es la quincuagésima cuarta vez que me invitas a comer contigo desde que nos conocimos. He llevado la cuenta. Mi respuesta siempre ha sido y siempre será no. Así que en lugar de intentar distraerme de tu fallas coqueteando conmigo, te sugiero que desvíes parte de esa energía a tu trabajo– Se endereza, con sus fosas nasales peludas dilatadas. –¿Disculpa? ¿Coqueteando contigo? No puedes ir por ahí lanzando acusaciones como esa. El acoso s****l es un serio…– –Puedo hacer lo que considere necesario– espeto, –He tolerado tus excusas durante bastante tiempo. Esta empresa se tambalea al borde del abismo, y si queremos tener alguna posibilidad de recuperarnos, necesito ver un buen trabajo– Miro a Harrison a los ojos, desafiándolo a que me desafié. Necesita entender que ya no soy solo la hija del jefe, y mucho menos una becaria ingenua que puede mirar bajo su blusa mientras finge ayudarla. –Pero si no estás interesado en ayudarme a salvar tu trabajo, entonces, por supuesto, sigue poniendo a prueba mi paciencia– Nuestro concurso de miradas dura casi veinte segundos. Finalmente, su profunda mirada marrón flanquea. Parece confundido y más que un poco enojado, pero creo que logre infundirle miedo. Por otra parte, solo el tiempo dirá si realmente entendió el mensaje. Respiro aliviada tan pronto como se va. Mi primera vez golpeando a un empleado salió tan bien como pudo. Pero el encuentro todavía me ha dejado irritable y desequilibrada. Con la presión arterial ya alta, reprimo un bufido cuando veo un nuevo mensaje en mi bandeja de entrada de correo electrónico. Es Emilia, la recién nombrada jefa del nuevo equipo de r************* de K&J, ofreciendo sus “diez mejores opciones para contratar consultores de capacitación” Nunca había oído hablar de este proyecto. Si lo hubiera sabido, habría querido estar a cargo. ¿Cómo es que ya estan en la etapa de preselección? ¿y por qué esto llega antes de la estimación de gastos que realmente solicite? ¿A caso el universo simplemente no quiere que termine este presupuesto hoy? Espera un minuto, tal vez tengo una idea de lo que se trata. Tyler y yo volvimos a tratar el tema de la capacitación en r************* hace un par de días, pero no pensé que realmente hubiéramos tomado una decisión firme sobre nada. Esa discusión fue solo una lluvia de ideas… ¿verdad? Evidentemente, él no lo vió así. Llamo a la secretaria de Tyler, solo para recordar que está en un desayuno ejecutivo tratando de recuperar a algunos viejos clientes. Demasiado impaciente para esperar, llamo a su celular personal. Suena seis veces antes de que Tyler responda secamente. –¿Si, querida? – puedo oír motores de autos y viento fuerte de fondo; ya deberes estar de regreso. –¿Desde cuándo el equipo de Emilia busca consultores? – pregunto. –Desde que necesitábamos contratar a algunos. Y como su equipo lo está, la última vez que cheque las r************* a su cargo– –Sabes a que me refiero. ¿Por qué le diste el visto bueno para un proyecto del nunca terminamos de hablar? ¿Por qué se priorizo esto sobre mis otras tareas? ¿Y por qué lo gestiona ella en lugar de yo? – Tyler hace un ruido de incredulidad que suena demasiado a risita. –¿Hablas en serio? ¿Quieres ser cazatalentos? – –¿Por qué no? es una decisión importante. ¿Por qué te Ries de mí? – Suspira en el teléfono con una ráfaga de estática. –Déjame preguntarte algo. ¿crees que Emilia es idiota? – –Por supuesto que no– jadeo. –¿Cómo puedes decir eso? ¿Es mi mejor amiga? – –Porque no pareces tener mucha fe en su competencia. Por Dios, Ximena aprende a delegar. Tu tiempo es mucho más valioso que eso. De todos modos, o tú o yo tenemos que firmar la decisión final, así que ¿Qué daño hay? – –Papá siempre me enseño que la mejor manera de hacer algo bien es hacerlo uno mismo– Otro ruido de incredulidad, este más parecido a una burla. –Increíble. Eres una maníaca del control– –¡No tendría que serlo si pudiera confiar en que la gente me mantenga al tanto! – en algún lugar en el fondo de mi cabeza, sé que estoy siendo irracional, pero he perdido temporalmente la capacidad de preocuparme. –Cálmate, maldita sea…– Alguien toca la bocina y Tyler maldice en voz baja. –Mira, no puedo hablar ahora. volveré en diez minutos y podemos hablar de eso– Cuelga. Dejo el teléfono en su lugar y me masajeo la frente. Dios mío, no se cuanta más desorganización puedo soportar en un día. Este desastre me va a provocar una úlcera. Después de unos minutos intentando calmarme, me rindo y echo la silla hacia atrás. Con suerte, un pequeño paseo y un cambio de aires ayudaran. Me dirijo a la nevera portátil cerca de la recepción y me sirvo un vaso de agua helada. Una enorme burbuja plateada sube por el tanque con un fuerte ruido. No es la primera vez que me pregunto cómo dispersar una cantidad tan pequeña de líquido crea una burbuja tan grande. Mi tiempo casi se acaba, y todavía no estoy más cerca de saber con certeza si Tyler y yo realmente trabajáremos como pareja casada. Claro, hemos compartido algunos momentos dulces, y algunos apasionantes también. Hubo alguno de ambos en la fiesta de cumpleaños de Margarita este fin de semana. Al principio, sentí que estaba interrumpiendo su reunión familiar privada. Después de todo, no me habían invitado exactamente. Solo era la novia de Tyler, ¿y quién lleva a una cita a una fiesta infantil, de todos modos? Pero Tyler fue tan tranquilizador, todos me recibieron con los brazos abiertos. Algo del carisma de Tyler debió de contagiarme. Aunque podría haber prescindido de los pequeños guiños de felicitación de Margarita. Una vez más recordé a una madre que adora con orgullo a su hijo. Tyler definitivamente era parte de su familia. Se aseguro de ponerse al día con todos en la fiesta, no solo con el tipo de rompehielos general de “¿Cómo va el trabajo?” “¿Ya le quitaron el yeso a tu primo?” o “¿Cómo conseguiste ese ascenso que planeabas pedir?”. Obviamente, se esfuerza por recordar los detalles de sus vidas. Pero tal vez eso no sea tan sorprendente. Aunque Tyler pueda ser un egocéntrico, es una persona muy sociable. Ese don de palabra a veces me da celos…cuando no me enamora perdidamente como a todos los demás con los que interactúa. Siempre se siente tan cómodo consigo mismo, tan a gusto en cualquier situación. Se veía igual de natural con pantalones cortos y un ridículo sombrero de papel, jugando bruscamente con niños en un patio trasero embarrado, como con un traje de tres piezas a medida en un almuerzo ejecutivo. Verlo reír ese día…definitivamente me convenció de dejar que se acerque. Bien, Tyler es un hombre decente. Uno bastante bueno, incluso. ¿pero eso significa que tengo que renunciar a mi sueño de enamorarme perdidamente algún día? Lo que necesito es una señal. Dejo que mi mirada se desvié por la recepción mientras bebo mi agua. La puerta principal se abre y, por un segundo, pienso que Tyler debe haber regresado en un tiempo récord. Entonces reconozco al hombre y casi me ahogo. Oh, no. no, no, no… Mi estómago se encoge mientras cada nervio se enciende con un impulso de lucha o huida. Ni siquiera puedo decir si estoy aterrorizada o furiosa; esta sensación es solo adrenalina pura e indiferenciada. Es Joshua Bradford, mi exnovio del infierno, de pie a solo unos metros de distancia. ¿Qué demonios está haciendo aquí? Pensé que había terminado con él para siempre. Pensé que había escapado. Pero ahora está en mi edificio, mi santuario, y no tuve ninguna advertencia y no estoy lista. Aturdida, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho, lo observo como un ciervo ante los faros mientras se registra en la recepción. Se inclina hacia la recepcionista. No puedo oír lo que dice, pero puedo adivinarlo por su sonrisa coqueta y su risita en respuesta. No es su culpa. El atractivo rostro de Josh y sus modales de club campestre una vez tambien me engañaron. Ella no puede saberlo mejor. No puede ver el alma viscosa que se esconde debajo. Empecé a salir con Josh en la universidad porque era atractivo, provenía de una familia prestigiosa y fue el primer chico que conocí que compartía mi ambición desmedida. Pero descubrí demasiado tarde que su espíritu competitivo no está moderado por ningún sentido de juego limpio. Todos los privilegios con los que nació, por asombrosos que fueran, seguían sin satisfacerlo. Sentía que tenía derecho a más, por cualquier medio necesario. Su padre era la única persona a la que sentía verdadera lealtad. Todos los demás en el mundo existían para usarlos en su propio beneficio. Y lo que lo hacía disfrazar su egoísmo depredador. Usaba descaradamente a sus inferiores porque sabía que podía salirse con la suya, pero adulaba a sus superiores y manipulaba a sus compañeros con tanta habilidad que nadie con poder para detenerlo se dio cuenta de sus juegos. Todavía odio admitir cuanto tiempo deje que Josh me usara. Me convenció de que estaba haciendo todo lo posible por amarme y que yo era la que estaba siendo “difícil”. Me aferraba a las pizcas de afecto que me daba cuando solo quería algo de mí. Me llevó más de dos años darme cuenta de que Josh, no mi personalidad “difícil” ni el estrés de mis clases, prácticas y deberes en el club, era la razón por la que me sentía tan miserable todo el tiempo. Me llevó otros seis meses hacer algo al respecto. Rompí con él en nuestra ceremonia de graduación para no tener que volver a verlo nunca más. O eso creí. Josh se gira y me ve. Al notar mi mirada horrorizada, me saluda con un pequeño gesto sarcástico. La rabia triunfa sobre el pánico. Mi parálisis se hace añicos. Después de tirar mi vaso de papel a la basura, corro hacia el como una loba defendiendo mi guarida. –Fuera– gruño. La recepcionista parpadea, sorprendida por mi odio desenfrenado. Josh, por supuesto, no parece para nada sorprendido. Sabe exactamente lo que siento por él y por qué. Pero nunca dejará pasar la oportunidad de hacerme quedar como una loca. –¿Qué? ¿Ni siquiera un hola? – pregunta fingiendo estar herido. Lástima que no me importe mi aspecto. Todos en este edificio son leales a mi familia; puedo permitirme tratar a Josh primero y dar explicaciones después. –No te mereces uno. Vete ahora– Me mira con desprecio con una sonrisa condescendiente. –Hipersensible como siempre, que poco profesional. Tengo derecho a estar aquí. Mi padre está buscando una nueva filial, así que estoy aquí para visitar a tu junta directiva– –Esta empresa sigue perteneciendo a las familias Klein y Johnson. Todavía no puedes comprar ni un solo ladrillo en nuestro edificio, y hasta que llegue ese día solo estás husmeando. Espera tu turno como todos los demás– ya es bastante malo que WBB se le permitió entrar… y no tengo una historia personal sangrienta con ellos. Su mueca se profundiza en un desdén manifiesto. –No puedes tratarme así. me invitaron aquí– –Y tengo el poder de desinvitarte. Así que puedes escabullirte de vuelta a tu oficina y subirte al regazo de papá como siempre lo haces– Los ojos de Josh se entrecierran en peligrosas rendijas. Gruñe. –¡Perra seca”– Me burlo audiblemente. Si alguna vez estuve seca. ¿de quién cree Josh que fue la culpa? Debería haber buscado juegos previos en un diccionario alguna vez. Con una punzada de satisfacción infantil, observo que la recepcionista ahora mira conmocionada a Josh en lugar de a mí. Entonces me llena de vergüenza mi mezquindad. A esto es a lo que Josh me reduce. Un minuto en su presencia y me he rebajado a su nivel. Como si los años transcurridos desde nuestra ruptura nunca hubieran sucedido. Ante mi sonido burlón, Josh recupera su frialdad altiva, bajo la apariencia de arreglarse la corbata. Recuerdo, demasiado bien, su insegura necesidad de mantener el control en todo momento, incluso si solo es la apariencia de control. –Quizás deberías tener mucho más cuidado con cómo me hablas, Ximena– La obvia amenaza me asusta un poco. Pero no puedo dejar que sepa cuanto me afecta todavía su voz venenosa. Fuerzo una risa, sabiendo que eso lo volverá loco. –¿O que? ¿Me aburrirás mortalmente? – Para mis sorpresa, su sonrisa burlona no desaparece ni un ápice. –Confía en mí. Te conviene cooperar con mi empresa– ¿De verdad tiene algo bajo la manga? Por un lado, no quiero dejarme llevar por sus juegos mentales. Por otro…mi curiosidad se despierta. Pero antes de que pueda decidir si aventurar una pregunta, la puerta principal se abre y entra Tyler. Se detiene a medio paso, mirándonos de un lado a otro, obviamente sintiendo algo podrido en el aire. –¿Qué está pasando aquí? – exige. –Nada– responde Josh antes de que pueda explicar nada, con un tono ligero y una sonrisa educada. –Solo hablo de trabajo– –¿En serio? ¿Es por eso que puedo oír a un hombre gritando desde el ascensor? – La sonrisa de Josh desaparece al instante. –¿Quién eres? – pregunta, como si Tyler no fuera el que interrumpe. –Soy Tyler Klein. El prometido y codirector ejecutivo de Ximena. Ahora, ¿Quién demonios eres tú? – Mentalmente pongo los ojos en blanco ante la falta de sutileza de Tyler. Especialmente la forma en que dijo prometido en lugar de novio. Pero, sobre todo, me siento aliviada de tener algo de apoyo, sin importar lo tonta que sea su exhibición territorial impulsada por la testosterona. Josh mira fijamente a Tyler por un momento, obviamente sin querer darse por vencido y reconocer su autoridad demasiado rápido. Finalmente, responde. –Joshua Bradford. Vicepresidente de Bradford Multimedia Enterprises– –Y ya se iba– interrumpo. Veo un tic muscular en la mandíbula de Josh, pero continúa hablando con Tyler como si nunca hubiera dicho una palabra. –He oído hablar de ti, Tyler. El hijo del difunto Will Klein. Parece que ustedes dos se enrollaron justo antes de que se supiera la noticia de las dificultades de Klein & Johnson– Las siguientes palabras hacen eco en mis pensamientos. –¿Estás insinuando algo? – –Para nada. Solo comento un golpe de mala suerte– Josh baja la voz a un murmullo conspirativo, aunque ciertamente no es lo suficientemente bajo como para evitar que escuche cada insulto. –Es más de un sentido. Entre tú y yo, amigo mío, no te envidio. Es tan excitante como una toalla mojada en la cama– Los ojos de Tyler se abren de par en par y su rostro se sonroja. Instintivamente me hecho atrás, nunca lo había visto tan enojado. Confundiendo su furia con asombro, Josh continúa. –Oh, ¿aún no lo has descubierto? Pero tal vez no debería sorprenderme. Siempre ha sido tan frígida…– En un instante, Tyler tiene a Josh inmovilizado contra la pared, con el brazo retorcido tras la espalda. Y todo lo que puedo hacer es quedarme boquiabierta, paralizada por la sorpresa.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD