Parado en el jardín trasero de su casa, el alfa dominante se encontraba quitando toda su frustración y enojo a través de los pobres troncos que partía y repartía por la mitad, a pesar de que no tenía necesidad alguna de ellos en ese momento. Tenía que buscar una forma de expresar su frustración y a su vez distraer su mente para no caer en la tentación y ceder a los deseos sedientos de sangre de su bestia, el cual se removía inquietamente, empujando de vez en cuando en él, exigiéndole que fuera detrás de los tres estúpidos que componían el círculo interno. Es que debió de haber supuesto que Pascal, Petra y Kaled estarían planeando algo en ese pequeño momento de paz que le habían dado tras ponerlos en su lugar unos días atrás. El silencio por parte de ellos nunca era una buena señal, y a p

