NARRA FABIEN La bajé de mi hombro y cayó de culo sobre mi escritorio. Tiré, con furia, todas las cosas que habían sobre él y ella trató de escapar, pero la sujeté por la cintura y la volví a tirar contra el escritorio, cayó acostada. Se irguió y quedó sentada, apoyándose sobre las palmas de sus manos sobre la superficie del escritorio. —Pero... ¿¡Qué sucede contigo, animal!? —rugió, exaltada. Le abrí las piernas de un tirón y me paré en medio de ellas. La sujeté por el mentón y enfrentó mi mirada enfadada con firmeza. La gatita, se mostró como una felina salvaje. Me lanzó un arañazo y alcanzó apenas mi rostro, porque logré esquivarla. —¿Qué mierda estabas pensando cuando montaste semejante escena frente a todos esos hijos de puta? —rugí en su cara. —Y eso a ti qué te importa —escupi

