NARRA EVANGELINE
Apenas logró separarse y yo acomodarme, cuando Noemie entró a la habitación, ignorando —o eso suponía yo— lo que acababa de pasar y pasaba entre su hermano y yo.
—Y entonces, ¿en qué quedamos? —preguntó ella, mirando a uno y a otro.
—Que haga lo que le dé la puta gana —murmuró Fabien—. Si quiere irse de aquí, es su maldito problema.
Se dio la vuelta y salió de la habitación sin más.
Noemie frunció el cejo y me miró, con esa mirada perspicaz de quien se imagina cosas y sospecha otras.
—¿Qué sucede realmente, Evan? —preguntó con seriedad—. ¿Qué ha pasado entre mi hermano y tú?
Me puse un poco nerviosa, pero creo que logré disimular un poco cuando peiné mi cabello con los dedos de mi mano y me levanté de la cama.
—No pasa nada entre él y yo, Noe —respondí, caminando
