NARRA EVANGELINE Bajé las escaleras y llegué hasta la zona del bar. De reflejo miré a Fabien, estaba conversando con Pam frente a la barra. Después de lo que había sucedido el día anterior, lo que menos quería era verlo, pero no me quedaba de otra que tener que soportar su repulsiva presencia en mi vida durante algunos días. Pensé en si debía acercarme a ellos para saludar a Pam y, aunque no estaba muy convencida, decidí que podía hacerlo y que nada más tenía que ignorarlo..., hacer de cuenta que él no existía, porque era un cero a la izquierda. Me acerqué y me senté en uno de los taburetes, junto a Pam, haciendo todo esfuerzo para no verlo e ignorarlo. —Hola, Pam. ¿Cómo estás? —le dije a la chica, ofreciéndole una de mis mejores sonrisas amables. —Hola, dulzura —saludó ella, devolvi

