Segundo Capítulo

1610 Words
Maddy Queen.  Miro la hora en mi celular cada dos segundos. No hemos llegado pero faltan aun veinte minutos para el evento. Gab está manejando lo más rápido que ha podido y realmente se lo agradezco. Sé que si se tratara de otra persona no haría cosas como estás, en primer lugar porque no le gustan, es mi amigo sí, pero a pesar de que respeta mis gustos, él no piensa igual y en segundo lugar odia estar alrededor de tantas personas, sobre todo porque no las conoce, pero es algo que en él es natural y muchas veces lo protege de pasar situaciones un tanto embarazosas.  Yo, por mi parte, amo hacer todo lo que Gab desteta o simplemente no le llama la atención, pero creo que en dos ocasiones son las únicas en las que he logrado que le guste algo que hay, sin embargo nunca ha durado más de un mes. Pero no me enfado, él es mi mejor amigo y como algunas veces yo hago o lo ayudo con cosas que a mi no me agradan, él siempre ha estado allí para apoyarme con mi cosas, sean o no de su agrado, claro está que me regaña también cuando hago algo mal.  Flexiono la parte superior de mi cuerpo contra mis rodillas, nunca me ha gustado la parte de mí que suele alejarse de algo cuando cree que no va a lograrlo... –Maddy, hey, ¿qué sucede? –pregunta Gab en tono preocupado–, ¿quieres que regresemos a tú casa? -levanto la cabeza y niego.  –No, está bien, se me pasará –respondo, mientras trato de arreglar lo que desarregle de mi cabello–. Son solo los nervios. Lucho con esta sensación siempre que algo importante ocurre...  –Vaya que parece importante, te pusiste un vestido –me señala con una mano–. Maddy –me llama.  – ¿Qué ocurre? –cuestiono, sin prestarle mucha atención.  –Tranquilízate y alístate porque hemos llegado a tú alfombra roja –río por su manera de expresar, pero cuando caigo en cuenta de la realidad, me callo.  –Definitivamente no creo poder con este –me abrazo a mi misma, mientras respiro hondo. –Es una broma, ¿cierto? Me hiciste conducir hasta aquí, vestirme de una manera que no suelo hacerlo y vas darte para atrás ahora –alza las manos hacia arriba–, Maddy, no puedes estar hablando enserio.  –Lo sé, lo sé. Debo aprender a vivir con mis nervios como cualquier persona normal...  –Eso quiere decir que haremos esto, ¿verdad? –asiento, viendo desde donde estamos como la gente, más que todo mujeres se acumulan en la entrada del teatro.  –Sí, haremos esto –respondo tomando un poco de valor. Él baja del auto y abre mi puerta–, Dios, voy a morir de los nervios –salgo del auto y acomodo la tela de mi vestido, tomo el sobre que indica que soy una de las fanáticas seleccionadas para la sección de fotos organizada en el evento.  –Tus manos tiemblan, debes tranquilizarte y poner tu mejor sonrisa –sugiere él, parándose enfrente de mi–. Vamos ya, Maddy –él empieza a caminar hacia la entrada, lo sigo, pero ahora es él quien me sigue, está cuidándome.  –Gracias, por acompañarme, creo que me habría arrepentido de no ser que estuvieras aquí –escucho su risa y una sonrisa se forma en mis labios.  –Es mi trabajo, cuando seas famosa seré tu guardaespaldas principal –ambos reímos, mientras él me abre camino entre las personas frente a la puerta y luego permite camine delante de él. Llego frente a los guardias y al manager de Peter, este sonríe y me mira de arriba a bajo.  –Buen día –saludo con una gran sonrisa, le extiendo el sobre, este lo examina y coloca alrededor de mi cuello un pasa, con mi nombre.  –Bienvenida señorita Queen –mira detrás de mí–, ¿él es su amigo? –asiento ante su pregunta.  –Sí, señor en mi correo les hable sobre él, no sé si será posible que él pase conmigo –sonrío, esperando su respuesta, el manager de Peter, habla con alguien y mientras tanto una chica se coloca a mi lado.  –Soy una de las seleccionadas –muestra su carta y sonríe con lo que me parece superioridad cuando el guardia le permite pasar–, alguien competente...  –Señorita Queen, pueden pasar –indica el manager de Peter, sonrío abiertamente y miro hacia atrás.  –Muchas gracias, señor...  –Conan Jefferson  –asiento.  –Muchas gracias, señor Jefferson –me permiten pasar, junto con Gab. Cuando ingreso, entonces siento que he encontrado mi lugar en todo el mundo. No puedo ver a Peter, porque el evento acaba de iniciar pero reconozco a otras personas que pertenecen al mundo de la moda, que también están patrocinando este evento.  –Ves, lo resolviste bien, lo hiciste a tú manera y resultó un éxito –dice Gab, haciendo que me gire a verlo. Antes de que pueda hablar, oímos una conversación, bueno más bien una discusión.  –Soy una gran diseñadora y mi agencia d e modelos, es una de las mejores en toda Francia –manifiesta la voz de una mujer, aparentemente molesta.  –Señorita, por favor cálmese, hay personas allá afuera –pide con deje desesperado la voz de un hombre–. Le aseguramos que esto es para encontrar nuevas estrellas... –me apego más a la puerta donde estamos para oír mejor.  – ¿Cómo puedo estar segura qué realmente encontraremos buenos e innovadores talentos? –pregunta ella, con voz desafiante–, cada modelo de cualquier agencia, se expone demasiado cuando hay está clase de eventos, pero nadie me garantiza a mí que encontraré buenos, no, no buenos, sino excelentes posibles talentos para mi agencia.  –Estamos seguros, señorita de que sí, habrán aspirantes que valgan la pena de que el joven Peter se exponga, como usted dice –responde la voz del hombre.  –No espero que valgan la pena, espero que muy buenos, lo suficiente para que sobrepasen mis expectativas  –señala con voz amenazadora–. Los aspirantes deben llamar mi atención porque sean diferentes a los diseñadores o modelos normales, ¿está claro?  –Entonces, necesitará ayuda del joven, señorita. Si me permite se lo informaré –dice el hombre, dando por terminada la conversación con la mujer.  –Hazlo y hazme saber su respuesta, enseguida.  La manija de la puerta se mueve y antes de que Gab o yo podamos movernos, la mujer sale de la habitación en la que estaba, con el hombre. En lugar de seguir caminando se queda de frente a mí. Toca la tela de mi vestido y hace que levante la mirada.  –¿Quién eres niña? –pregunta mientras arruga el entrecejo. La mujer frente a mí, es nada más ni nada menos que Debra Creene, una de las personas más importantes e influyentes en el mundo de la moda francesa–, responde, niña.  –Soy Maddy Queen, señorita Debra –ella asiente, no sé que quiere decir eso, pero no puede ser algo malo.  –De qué diseñador es tú vestido –cuestiona y luego examina la tela de mi vestido nuevamente–, me gusta el diseño, pero quizás utilizaría otra tela que no fuera está, aunque se vea bien –sonrío.  –Creo que la tela satin le quedaría mejor que está, ¿eso piensa también? –indago.  –Tienes razón, sería mejor y le daría más belleza al modelo del vestido, pero, ¿quién lo diseñó? –vuelve a preguntar.  –Yo lo diseñé –hago saber. Ella asiente, analizando la situación–, en verdad me halaga que le parezca un buen diseño, señorita Debra, es algo que no tiene precio viniendo de usted.  –Queen... –susurra.  – ¿Disculpe?  –Sería un buen nombre artístico, además de ser tu apellido –comenta ella, soltando el filo de mi vestido.  – ¿Qué está diciendo, señorita...?  – ¿Participarás en el concurso? –pregunta sin rodeos, pestañeo fuera de mi misma–, ¿lo harás o no, Maddy? –insiste.  –No tenía pensado hacerlo, ¿pero por qué la pregunta...? –ella me interrumpe. –Sencillo, creo que tienes talento, talento que sino hago que sea parte de mi agencia alguien más tomará. ¿Tienes más prendas como el vestido que llevas puesto? –asiento, torpemente.  –Sí, pero verdaderamente no creo que deba hacerlo... –ella ríe.  –Señorita Queen, cuando se trata de alguien con talento siempre suelo reconocerlo, pero si usted no desea que su talento sea reconocido, no seré la responsable de que alguien más se lleve el puesto que le estoy ofreciendo en mi agencia –trago grueso, Debra nunca ha sido una mujer mentirosa ni que no diga las cosas como son y además logra ponerme más nerviosa.  –Entonces, ¿realmente creo que debo participar en el concurso? –ella asiente.  –Es lo que he estado tratando de decirle, señorita Queen. Si decide participar ya tendrá una calificación de ocho punto cinco –frunzo el ceño.  – ¿No dijo que le gustaba mi diseño?  –Así es,pero también creo que pudo haber sido mejor... –sonrío y volteo a mirar a Gab, quien sonríe feliz por mi.  –De acuerdo, participaré.  –Eso espero, señorita. Con permiso, me retiro –sonrío, reteniendo la ganas de gritar.  –Dijo que soy buena... –... 
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