El viento golpea mi rostro con suavidad. Una ligera brisa recorre el parque en su totalidad, removiendo hojas y todo aquello presente en el suelo del lugar.
Las hojas caídas de los árboles crujen bajo mis pies, lo que genera un ruido apenas perceptible, que se pierde con el resto de los sonidos existentes en el ambiente.
A esta hora, el sol ha perdido intensidad, y los rayos que provienen de él apenas traspasan la barrera creada por las copas de los árboles, sirviendo así tan sólo para iluminar.
En esta época del año, el parque está en todo su esplendor. Los árboles se encuentran poblados de hojas, y algunos contienen incluso una que otra flor, sin mencionar la cantidad de arbustos coloreados de diversos tonos de verde. Todo en conjunto logra crear un hermoso paisaje, perfecto para ser retratado por los mejores pintores del país.
Llego a mi destino y observo con satisfacción el medio que me rodea. Todo es simplemente maravilloso.
Miro la vieja banca en la que tomo asiento cada día. Me pregunto cuánto tiempo tendrá en este lugar, y cuántas historias contendrá.
Finalmente, tomo asiento en la vieja banca de madera. Mis músculos se relajan al instante.
Escogí este lugar para hacerlo mío. No hay forma más gratificante de descansar y liberar tu mente que sentarse aquí y apreciar la belleza del parque.
Todos necesitamos un lugar para respirar un poco de aire fresco, sin ninguna presión o alguna exigencia.
Yo solía venir a este sitio con mi padre, fue él quién me lo mostró por primera vez.
Recuerdo que tenía unos diez años cuando vine con él, mi primera vez aquí. Mi padre me dio un exhaustivo recorrido por todo el lugar, y para culminar, me trajo a esta misma banca en la que tomo asiento cada día.
El día en el cual pisé por primera vez este espacio, fue uno de los mejores de mi vida. Ese día recorrí cada rincón de la ciudad junto a mi padre, y agradezco que así fuera, porque una semana después, él falleció.
Me gusta mirar a mi alrededor y rememorar dicho momento tan especial.
Cuando tengo un día difícil, lo que logra alegrarme es venir a este lugar y percibir cada sonido y cada detalle que lo caracteriza.
Hoy, he tenido varias actividades en el colegio, y Lucy; mi novia; no me ha puesto las cosas fáciles.
Sucede que mi novia piensa que le soy infiel, y a pesar de que le comprobé que no es así, y que me "creyó", se ha puesto más controladora.
La única razón por la que aún sigo con Lucy, es porque tengo una larga historia con ella, y no estoy del todo seguro de querer dejarla ir.
Lucy y yo nos conocimos un año después de la muerte de mi padre, en el cementerio; y sí; sé que no es un lugar romántico. Ambos teníamos once años, y para ser sincero, ella no me interesaba en absoluto.
Tiempo después, mi madre me inscribió; por consejo de mi psicólogo; en una clase de natación, y resultó ser que Lucy es hija de la mujer que me daba las clases, por consiguiente, la veía casi todos los días.
Durante las clases, Lucy y yo comenzamos a hablarnos, de inmediato me pareció simpática, pero no la veía como algo más que una posible amiga.
La muerte de mi padre fue dura para mí. Yo no interactuaba con nadie aparte de mi madre y de mi hermana, por lo que mi madre se alegró mucho cuando supo que me llevaba bien con Lucy, ella pensó que estaba progresando.
He de admitir que Lucy me hizo ver las cosas de una perspectiva diferente a como yo lo hacía, ella me ayudó a entender que mi padre no querría que yo me hundiera en la tristeza, sino que fuera más fuerte y luchara por asegurarle una vida mejor a mi mamá y mi hermana, cosa que él hizo durante el tiempo que vivió.
Dejé de encerrarme todo el día en mi habitación, y comencé a salir con Lucy y sus amigos, todos de nuestra edad. La verdad, fue agradable hacer cosas normales, y no estar encerrado en una habitación con la culpabilidad carcomiendome.
Mi madre notó la mejoría en mí, y me sacó de las clases de natación; igual; ya había aprendido a nadar estilo libre, y se supone que eso es lo básico así que ya sabía por lo menos lo básico. Esto no impidió que perdiera el contacto con Lucy, pues yo sabía en donde vivía ella y viceversa, nos visitabamos cada sábado.
Cumplí los quince años, y descubrí que mi mamá se había enamorado de un profesor de Emily, mi hermana menor.
Saber aquello no me hizo la persona más feliz del mundo, por así decirlo. Yo creía con firmeza que mi mamá debía seguir amando a mi padre, aunque éste no estuviera.
Lucy me dijo que el hecho de que mi mamá siguiera amando a papá no significa que no tiene derecho a seguir adelante. Con Lucy comprendí que mi mamá ha dedicado su vida a cuidar de mí y de Emily, por lo que merece ser feliz junto a alguien de nuevo, así que acepté su relación con el ex profesor de Emily, sin embargo, ésta no duró mucho.
A mis quince años, entendí que Lucy era la chica adecuada para mí, sólo ella me hacía entender y aceptar cosas que no podía comprender por mi mismo.
Di el primer paso, invité a Lucy a salir. En la segunda cita, le expresé lo que sentía; y para mi sorpresa; ella dijo que sentía lo mismo. Desde entonces, somos novios.
Yo nunca había peleado tanto con Lucy como lo he hecho en estos últimos días. Ella en serio está diferente, demasiado celosa. Demasiado.
Quiero creer que las cosas van a mejorar, pero aunque ella vuelva a ser la chica que conocí hace tiempo, siento que ya perdí el amor que sentía hacia ella. No voy a mentir, me irrita profundamente oír sus quejas, y me frustra tener que fingir que no me molesta su actitud.
Pero como dije anteriormente, no estoy seguro de querer dejarla ir, porque debo tener en mente que ella ha hecho varias cosas por mí. En su momento, me hizo una persona mejor; y de alguna forma; ella se vincula a lo que pasó con mi padre, pues la conocí en el cementerio cuando fui a visitarlo.
Situaciones como estas puedo olvidarlas momentáneamente durante mi estadía en el parque.
Cuando estoy aquí, no hay exámenes difíciles, no hay novias molestas, no hay tareas complicada, no hay presiones... Soy libre.
Es una pena que nadie; además de mí; venga a esta área del parque. Si las personas vinieran, podrían apreciar lo increíble del lugar, y serían libres; como yo; de todo lo que los perturba, al menos por unos minutos.