Cierro mi último cuaderno y lo pongo en la pila frente a mí.
Por fin he terminado.
Debo admitir que me siento aliviado al observar los múltiples cuadernos y libros esparcidos por la mesa. He realizado todas las tareas pendientes de la semana, así que técnicamente soy libre de hacer lo que quiera por las tardes.
Debido a que he tenido la tarde ocupada haciendo las tareas, no he podido ir al parque.
Yo tengo una hora fija para ir, por la simple razón de que es el momento perfecto. Pero hoy, se me ha hecho tarde.
Sin embargo, iré a ésta hora. Sólo quiero respirar un poco de aire fresco y olvidarme de todo.
Hoy ni siquiera he hablado con Lucy. Ella estudia en otra secundaria, por lo que no la he visto desde ayer en la mañana, cuando la encontré esperándome frente a mi colegio.
-Mamá pregunta que si vas a salir- me dice Emily en cuanto entra a la habitación.
-¿Ya llegó?- pregunto extrañado. Son las cinco de la tarde, y ella suele llegar como a las siete.
-No, estoy hablando con ella por teléfono- responde Emily, a la par que extiende el brazo y me muestra el teléfono que sostiene con su mano derecha.
-Ah. Bueno, dile que sí- Emily se lleva el celular a la oreja y le dice a mi mamá que voy a salir.
-Pregunta que para dónde- dice Emily, cubriendo el auricular con sus manos.
-¿A qué lugar voy todos los días?- le pregunto. Es realmente obvio que voy a ir al parque.
-Que sé yo, puedes salir con tus amigos- responde Emily, adivinando cuál será mi próximo paradero. Dicho esto, sale de la habitación, dejándome solo nuevamente.
Me pongo de pie y tomo los cuadernos y los libros para guardarlos en el bolso.
Cuando he terminado de ordenar todo, dejo el bolso sobre la mesa y camino en dirección a la habitación de Emily, la cual se encuentra en la planta de arriba.
Antes de entrar, golpeo la madera con mis nudillos. Al instante, Emily abre la puerta.
-¿Ya terminaste de hablar con mamá?- le pregunto.
-Sí, ¿le ibas a decir algo?- contesta mi hermana.
-No. Oye, ya me voy- le informo.
-De acuerdo.
-No dejes pasar a extraños- le digo mientras me giro para bajar las escaleras.
-Ya lo sé- me responde ella con fastidio.
-Y portate bien, hermanita- digo con burla, mientras observo como Emily frunce los labios en una expresión de molestia.
-¿Se te olvida que tengo quince años? No soy una niña- me responde. Luego entra a su habitación y cierra la puerta, sin esperar mi respuesta.
-Lo sé, ya no lo eres- murmuro más para mí que para ella. No hay forma de que pudiera oírme.
En cuanto salgo al exterior, la brisa golpea mi rostro y despeina ligeramente mi cabello.
Las hojas de los árboles cercanos se mueven lentamente, como si estuviesen adormecidas.
El sol sigue presente, oculto tras una capa de nubes. Pronto desaparecerá, dando paso a la luna para ocupar su puesto.
Camino con parsimonia hacia el parque comunitario. Me adentro al mismo y sigo la ruta de cada día, me llevará directo a la vieja banca en la que tomo asiento siempre.
A ésta hora, los padres traen a sus hijos para que jueguen al aire libre, y descansen momentáneamente de toda esa tecnología que los rodea a diario. Por lo menos así, olvidan por unos minutos que deben avanzar en sus juegos de PlayStation.
Unas pequeñas niñas corren de un lado a otro, mientras sus madres las observan con nerviosismo, temerosas de que tropiezen con alguna roca y se hagan daño.
Llego a la banca y tomo asiento de inmediato. Apoyo mi mano a un costado de mí, entonces siento algo un tanto riguroso.
Levanto mi mano y observo un pequeño trozo de papel arrugado.
Tomo el trozo de papel y lo desdoblo. De un lado, no se puede ver nada más que arrugas, pero del otro, se puede leer una palabra, o más bien un nombre, que parece haber sido escrito con esmero.
Leer aquel nombre me sorprendió. En el papel podía leerse "Gale"
Sé que en el mundo hay muchos Gale's, pero no puedo evitar pensar que se trata del mismo chico que yo conozco.
Gale estudia en el mismo curso que yo, e ingresó éste año, por lo que es relativamente nuevo. No sé mucho de él, sólo que es quién me robó mi puesto como titular en el equipo de fútbol de la secundaria. Bueno, además de eso, sé que su familia tiene una gran cantidad de dinero.
Gale es el típico chico que consigue lo que quiere, ya sea por su "belleza" o por su dinero, el punto es que siempre obtiene lo que quiere.
Yo no tengo ningún tipo relación con él. Una vez nos tocó hacer un trabajo juntos; pero nunca lo hicimos en realidad; él le pagó a alguien para que lo hiciera, sacamos la nota más alta, no es por presumir. Pero eso no es gran cosa sobre él.
Creo que es más probable que se trate de otro chico llamado Gale; después de todo; deben haber miles de chicos llamados así en la ciudad.
Lo curioso de haber encontrado ese trozo de papel aquí, es que eso significa que otra persona vino a este lugar, y eso no pasa muy seguido que digamos.
Mi mente comienza a especular sobre la persona que pudo estar aquí. Me pregunto si es chico o chica, y el porqué vino a esta banca.
Comienzo a divagar en lo que pudo haber pasado, y luego desecho esas ideas por lo absurdas que son.
Finalmente, decido dejar de darle tanta importancia a un simple hecho. Es probable que la persona que dejo ese papel aquí tan sólo iba pasando y tiro dicho papel, que cayó en la banca. Algo que ocurrió pero que no tiene importancia alguna.
Cierro mis ojos e intento olvidar todo. Quiero disfrutar de este momento de paz, hasta que termine.
No he hablado con mi novia desde ayer.
Conozco a Lucy, y sé que va a esperar que la llame como hasta las siete de la noche, del día de hoy. Si eso no pasa, ella va a dejar de hablarme hasta que yo haga algo que le demuestre lo arrepentido que estoy de no haberla llamado. Soy consciente de lo que mis acciones provocará, pero igual no quiero llamarla.
No pienso engañar a nadie, yo evado hablarle adrede. Apenas comience a hablar con ella, va a preguntarme por todo lo que he hecho en el día; desde luego; se lo diré, pero ella va a creer que miento. Peter va a enviarme un mensaje diciendo que mi novia no para de preguntarle lo que realmente he hecho, cuando ya se lo he dicho. Lucy perdió la confianza en mí.
Por un día, quiero ser feliz, sin los reproches de Lucy.
Las horas pasan y no soy consiente de ello. Cuando vuelvo a la realidad, ha oscurecido por completo.
Miro a mi alrededor con cierta sorpresa. No siento que haya pasado tanto tiempo desde que llegué, pero parece que así fue, pues la oscuridad de la noche sumerge al parque por completo.
Me pongo de pie y estiro mis brazos sobre mi cabeza. Llevo; aparentemente; varias horas aquí sentado, y mis brazos se encontraban apoyados detrás de mi cabeza, por tal razón me duelen un poco, y un calambre se extiende por ellos.
Cuando me encuentro listo para partir, comienzo a caminar en dirección a salida del lugar.
Llego a mi casa y abro la puerta principal. De inmediato, el olor de la cena me envuelve por completo, despertando un poco de hambre en mi interior.
Cierro la puerta y camino directo a la cocina, en donde me encuentro con mi mamá y mi hermana.
La imagen frente a mí me causa gracia. Emily lleva puesto un delantal; de esos que usan los cocineros; y su cabello está sujeto en una cola alta. Lo divertido, es que parte del delantal está cubierto de harina, y la parte de la blusa que lleva; la cual no está protegida por el delantal; se encuentra llena de algún tipo de salsa.
Por otro lado, mi mamá lucha contra un trozo de masa, al intentar moldearlo de alguna forma.
-¿Qué intentan?- pregunto con diversión. Mi hermana y mi mamá me observan al oír mi voz.
-Por fin llegas. Toma un delantal, tú también vas a ayudar jovencito- dice mi mamá, a la par que señala una mini montaña, constituida por diferentes tipos de delantales.
-¿Dónde conseguiste eso?- le pregunto con curiosidad, mientras le doy una mirada a la montaña de delantales.
-Antes de venir, pase por la casa de tu abuela y se los pedí prestados. Sabes que en su juventud fue chef, así que le sobran esas cosas- me explica mi mamá.
-Ya veo- me limito a responder.
-Sí, ahora toma uno y ayuda con la masa- me ordena Emily.
-¿Porqué debería? Hoy te toca cocinar a ti- respondo con una mirada desafiante.
-Ayer hablamos de esto Evans. Hoy se convirtió en un día para cocinar en familia- dice Emily. Su voz suena cansada, como si hubiese repetido lo mismo unas cien veces.
A mi hermana se le ocurrió la brillante idea de tener un día en la semana para cocinar en familia. Bueno, técnicamente se robó la idea de una serie de televisión. La cosa es que todo esto me parece una excusa para que no tenga que hacer la comida sola.
-¿Hoy? ¿Todos los miércoles? ¿Justo cuando te toca cocinar a ti?- pregunto enarcando una ceja. Intento poner en evidencia sus planes.
-Sí, ¿algún problema?- pregunta Emily a la defensiva. Puedo ver en sus ojos un brillo que la delata. Ella hizo esto para librarse de un día de cocina.
-Cariño, no me parece justo. Creo que cada semana debe variar. Hoy te libras de un día tú, la semana que viene Evans y así sucesivamente- dice nuestra madre, poniéndose como mediadora entre Emily y yo.
-Tengo una mejor idea. A ustedes les toca dos días para cocinar, y a mí tres. ¿Porqué no tomamos uno de mis días y lo hacemos "el día de cocinar en familia"?- propongo. Lo cierto es que me parece algo justo. Todos felices.
-Está bien por mí- dice mi mamá sonriendo, luego mira a Emily para ver qué opina.
-Bueno, está bien- termina accediendo Emily, aunque puedo ver que lo ha hecho de mala gana. He estropeado sus planes.
-Pero terminemos ésta comida- dice mi mamá.
Tomo un delantal y comienzo a ayudar a mi madre a moldear la masa.
Resulta ser, que lo que estaban preparando era pizza, y debo admitir, que al final, quedó deliciosa.
Les pregunté a ambas porqué no ordenaron pizza y ya, es menos trabajo. Ellas respondieron que se supone que es día de cocinar en familia, así que no tendría sentido comprar la comida.
Al principio, no quería cocinar, pero al final, hacerlo con mi mamá y mi hermana, terminó siendo divertido.
Mi parte favorita del proceso fue comer, realmente lo disfruté.
Al acabar de lavar los platos, me preparo para subir a mi habitación, ha sido un día largo y necesito descansar.
Me despido de mi familia y me dirijo a las escaleras, con el único propósito de descansar un poco.
Estando en mi cama, vuelve a mí el recuerdo de aquel trozo de papel, con el nombre de Gale.
Una vez más, mi mente divaga entre la persona que pudo haber escrito aquello y el porqué lo hizo.
No sé cuanto tiempo transcurre mientras yo pienso en aquello, pero luego de un rato, mis ojos comienzan a cerrarse, hasta que logro caer dormido.