-Cariño ya me voy. Llevaré a Emily al centro comercial- me informa mi mamá.
-De acuerdo- respondo sin prestarle mucha atención a lo que dice.
Emily y yo tuvimos una pequeña pelea ayer, y desde entonces, no me habla.
Yo medité la situación; y sí; aún me parece que Emily fue muy inmadura, pero ¿quién soy yo para decir eso, si le seguí el juego? Está claro que para ella era muy importante ver ese programa; y aunque me parece estúpido el motivo de por qué lo quería ver; no debí actuar tan egoísta.
Ambos teníamos razones por las cuales queríamos usar la TV, y estuvo mal de mi parte sólo pesar en mí y no en los intereses de Emily.
Quise hablar con Emily, pero cuando fui a su habitación, me ignoró por completo, hasta que decidí darme por vencido y retirarme del lugar.
En mi opinión, ahora es ella quien debe intentar disculparse, porque yo no fui el único que falló. En cosas que dijo, tiene razón, pero no por eso puede restregarmelo en la cara.
-¿Tú y ella pelearon?- interroga mi mamá.
-¿Qué?- pregunto sin comprender sus palabras.
-¿Peleaste con Emily?- vuelve a preguntar.
-Pues, se podría decir que sí- digo con un encogimiento de hombros.
-¿Qué pasó?- mi madre pone los brazos en jarra, típica posición interrogativa.
-Si te lo digo va a sonar estúpido, y tal vez lo es. En resumen, peleamos porque ambos queríamos usar la TV- mi madre me dedica una mirada de "¿es en serio?"
-Ustedes ya están grandes como para pelear por esas cosas.
-Lo sé- admito.
-Quiero que para la noche arreglen las cosas, no me importa quién le pide perdón a quién.
-¿Qué pasará si para la noche aún estamos peleados?- pregunto. Quiero saber a qué me enfrento.
-No querrás saberlo- se limita a contestar. Su mirada es de pura advertencia.
Mi mamá toma su bolso; que ha dejado sobre la mesa; luego se encamina a la puerta principal, y poco después puedo oír a la misma cerrarse.
Emily baja las escaleras, asegurándose de que sus zapatos hagan más sonido del que deberían al chocar contra la madera. Es completamente consciente de lo molesto que resulta.
Mi hermana me mira por unos segundos, pero no dice nada, hasta que decide retirar la mirada.
-Mamá quiere que nos hablemos- le digo a Emily, quien me ignora de una forma impresionante- Escucha, si no estamos bien para la noche, ella hará algo, y lo más probable es que nos perjudique a ambos.
-¿Y qué quieres que haga? No pienso olvidar tan fácil lo que hiciste- responde Emily. Ella se encuentra frente al espejo ubicado junto a uno de los sofás, a la par que retoca su peinado.
-Bueno, quiero que me hables como si nada hubiera pasado. De lo contrario, seremos castigados.
Emily retira las manos de su cabello como si éste le hubiera dado corriente. Mi hermana se gira hacia mí y me dedica una mirada incrédula.
-¿Perdón? No pienso cambiar mi actitud contigo hasta que te disculpes- Emily cruza los brazos sobre el pecho, y adopta un pose desafiante.
-No fui el único que se equivocó. Me parece que tú también debes disculparte- le devuelvo la mirada llena de desafío.
-Esto es increíble- dice Emily enviandole una mirada al cielo, que en realidad, es el techo. Aún estamos dentro de la casa.
-Debes admitir que también estuviste mal ayer. Además, yo fui a tu habitación con la intención de pedirte perdón, pero tú ni me miraste- le reclamo. Todo lo que quiero es que acepte que también cometió un error.
-¿Sabes qué Evans? Quedé con mis amigas para vernos en el centro comercial, y si no me voy ya, llegaré tarde- Emily se da una última mirada en el espejo y camina hacia la puerta.
Puedo oír el sonido del auto de mamá al ser encendido, y soy consciente de cuando mi madre acelera y se aleja de la casa.
Pienso con frustración en la actitud de Emily, ¿por qué no colabora? Yo estoy intentando agregar mi error ¿es tan difícil para ella hacer lo mismo?
Mi celular comienza a sonar, con el tono que indica que alguien me está llamando.
Atiendo la llamada sin detenerme a ver de quién es.
-Hola- oigo la voz de Lucy a través del auricular.
-Hola- respondo.
-Sé que habíamos planeado vernos hoy en la tarde, pero no voy a poder. Mi tía se va a casar en una semana y aún no tiene el vestido de bodas, así que vamos a ir todas las mujeres de la casa a ayudarla para encontrar uno. Y antes de que preguntes, nadie lo sabía, surgió de repente. Aún intento entender lo que pasó- explica a toda prisa.
-Oh, está bien. Felicita a tu tía de mi parte- respondo simplemente.
-No te molesta que no pueda ir a la cita ¿cierto?- la voz Lucy se oye insegura, no sabe lo que podría responder.
-No, para nada- digo con sinceridad.
He pensado parte del día de ayer y todo lo que va del día de hoy en la cita con Lucy. Tal vez suene mal, pero creo que es mejor que no ocurra.
-Me alegra que no te moleste- dice Lucy aliviada.
-Sí- es todo lo que digo.
-Bueno, hay más días en la semana ¿cierto? Podríamos salir el lunes, tal vez.
-Lo siento, pero no creo poder un día de semana. No sé si vayan a mandarme tarea. Los últimos días, los profesores se han puesto exigentes- digo, pero me da la impresión de que acabo de darle un excusa barata.
-No claro, yo también tengo tarea, aún estudio ¿recuerdas? Pero siempre podemos sacar tiempo.
-Seguro- me limito a responder.
La línea se llena de un silencio incómodo, ni Lucy ni yo sabemos que decir.
-Creo que deberías irte. Las compras esperan- digo, y debo admitir que incluso para mis oídos soné como un idiota.
-Sí. Bueno adiós.
-Adiós- me despido.
Creo que Lucy esperba que dijera algo parecido a un"Te quiero"; como ella hizo en nuestra última llamada; porque espera unos segundos antes de colgar, y al final, termino colgando yo.
Mi teléfono marca las tres de la tarde. Mi hora preferida para ir al parque, y también la hora en la que debería tener una cita.
Me pongo de pie y subo a mi habitación. Estando dentro, intento buscar un suéter, pero hay un caos aquí dentro. No me gusta ordenar.
Lo único que acomodo cada día es la cama, pero la ropa; tanto sucia como limpia; se encuentra esparcida por el piso, en compañía de uno que otro libro.
Quien ordena mis cosas es mi madre, pero tal parece hoy no lo ha hecho.
Remuevo entre un montón de ropa junto al armario, sin éxito alguno.
Abro el armario y vislumbro lo que estaba buscando. Es curioso que eso nuca pasa. Suelo buscar la ropa primero en el armario, y resulta estar en el suelo.
Tomo el suéter y me lo pongo. Luego salgo de mi habitación y camino a la puerta principal.
No pierdo el tiempo, y al salir por la puerta principal, me encamino al parque comunitario.
Paso de largo el área de juegos infantiles, al igual que los múltiples carritos de helados y algodón de azúcar.
Al acercarme a la vieja banca de siempre, una ráfaga de viento de cierne sobre mí, trayendo consigo el olor de una fragancia que al instante reconozco: vainilla. La favorita de Emily.
Pero no es ella la chica que encuentro sentada en la banca, lo cual sería casi tan sorprendente como la realidad. De lo contrario, se trata de una desconocida.
Una chica, de mi edad aproximadamente, está sentada sobre los trozos de madera vieja y gastada que conforman a la banca. Ella no parece advertir mi presencia, y al acercarme más, pude notar que tiene los ojos cerrados.
Su cabello castaño se remueve ligeramente con el va y ven del viento. En sus oídos lleva un par de audifonos, cuyo cable desaparece en algún punto a un lado de ella, supongo que dentro de un bolso.
La chica luce dispersa, como si su cuerpo estuviese aquí pero su mente no. Además, su rostro transmite, entre otras emociones, cansancio. Me da la sensación, por muy extraño que sea, de que lucha por huir de algo pero le es imposible.
Me quedo de pie a unos pasos de la banca, debatiendo si caminar los pasos restantes hacia la misma, o irme y dejar a esa chica sola.
Al final, decido que será mejor retirarme en silencio. Retrocedo un paso y mi pie aplasta una hoja seca, lo que produce un ruido sordo, suficiente para llamar la atención de la chica.
Ella abre sus ojos y se gira abruptamente, centrado su atención en mí.
La chica muestra una expresión de sorpresa, que pronto pasa a ser interrogativa, y luego cautelosa.
Ambos nos miramos sin saber qué decir. Ninguno sabe como romper el silencio.
Luego de varios minutos de incomodidad, la chica se pone de pie, e intruyo que lo hizo para irse.
-Hey, espera- la llamo. Ella se limita a girarse en mi dirección y a mirarme un poco sorprendida- No tienes porqué irte- la chica no contesta, sólo me evalúa con cautela- Si quieres, yo me voy- digo al no obtener respuesta de su parte, a la par que retrocedo otro paso más.
-No es necesario. Ya yo me iba- dice ella. Siento que podría oír su voz todo el día. Un pensamiento extraño, lo sé.
-No quiero molestar, en serio, puedo irme- la chica niega con la cabeza, luego toma un pequeño bolso que se encontraba junto a ella.
-No, está bien. Tengo bastante tiempo aquí, supongo que ahora es tu turno.
-De acuerdo- me limito a responder.
La chica me observa por unos segundos, luego da media vuelta y se aleja caminando.
-¡Adiós!- grito a sus espaldas, cuando ella está a varios pasos lejos de mí.
La chica no se detiene, ni siquiera se gira un poco para responder a mi despedida, sólo sigue caminando.
Aún lleva los audifonos puestos.
Yo me quedo allí de pie, viendo como ella se aleja, y preguntándome quién es realmente.