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Viviendo entre estrellas

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Blurb

¡Hola! Soy Sky Teasdale. Tengo dieciocho años y soy hija de la prestigiosa maquilladora Lou Teasdale, estilista de la famosa y conocida banda Two Times, y yo, vivo con ellos.

¿Quién son los Two Times? Bien, los Two Times son una banda británica que lleva arrasando estos últimos años, la más exitosa del momento. Está formada por cinco chicos, (Henry, Zack, Landon, Lewis y Nick) que, obviamente, vuelven locas a la adolescentes. Me gustaría incluirme, pero al vivir con ellos, acabas exhausta.

Mi madre siempre está viajando a todos sitios, así que me ofreció quedarme a vivir aquí con ellos, ya que no podía irme con ella debido a mis estudios.

Tengo que decir que me encanta vivir con los chicos, me ayudan mucho. Siempre estamos bromeando y haciendo locuras. Los amo muchísimo, son como mis hermanos, pero a quién amo locamente es a Henry.

Sí, estoy enamorada de Henry ¿Y quién no? Es hijo de un ángel, con un cuerpo tallado por los mismísimos dioses, pero yo ya era consciente de que él solo me veía como su "hermana pequeña a la que debía proteger", y que no tenía posibilidades.

Crucemos los dedos.

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Sky Me levanté pesadamente por los malditos golpes que alguien estaba dando en la puerta de mi habitación. — ¡Sky, levántate ya! — me gritó ese alguien. Era Zack. Qué hijo de puta. Me removí en la cama y maldije. — ¡Para! — voceo malhumorada hacia él, pero no obtengo respuesta. ¿Por qué no me pueden despertar bien? Será posible. Miro la hora del reloj y marcaba las ocho con diez. «Ah bueno, pensaba que me había dormido o algo así, pero veo que no. Puto Zack.» Me levanté de la cama perezosamente y me encaminé a mi armario para elegir el outfit de hoy. Cuando lo tuve elegido, me vestí, me metí al baño, me retoqué un poco y luego bajé a desayunar. — Buenos días, enana — me dijo Henry, el cual me crucé solo al salir de mi habitación. «Bello, como siempre» Siempre me dice enana. Sí, soy más pequeña, pero solo por dos meses. Tenemos dieciocho los dos. Tampoco es para tanto. — Hola, Harold — le dije yo de vuelta. Siempre le llamaba así también y lo odia. De ahí a que él me diga enana. Estamos en paz. Rodó los ojos y siguió para su camino, que iba en dirección contraria a la mía. — ¡Ah, Sky! — me llamó de nuevo y me giré — Hoy tenemos la entrevista para Capital FM, lo que significa que igual no estamos para cenar. Asentí. «¡Eso quiere decir pizza y una tarrina de helado para mi sola!» Siempre que compraba helado se lo acababa comiendo Nick. El de vainilla con chocolate es nuestro preferido, y siempre se lo acaba cuando yo no me doy cuenta. Eso me pone muy furiosa. — Eso quiere decir que te puedes pedir una pizza o lo que sea — acabó el ruloso como si me estuviera leyendo la mente. — Perfecto, estoy deseando que ya sea de noche — dije sonriendo malévolamente — Así me podré traer algún tío bueno. — Tú tráetelo y a ver quién acaba vivo — dijo bromeando y se fue. Yo también me encaminé hacia las escaleras. Esta casa es enorme, cosa que me gusta. Antes vivía con mi madre en un piso muy pequeño, y cuando me vine aquí flipé. Esta "mansión" tiene siete habitaciones, una para cada uno.  Están todas situadas en un largo pasillo enmoquetado. La mía está al lado de la de Lewis, y delante tengo la de Henry. Luego vienen las escaleras, que casi siempre me caigo ya que son muy resbaladizas. Son una mierda. Bajé a desayunar con cuidado de no caerme por las escaleras. — Hola, Sky — me dijeron algunos que estaban por ahí. — Hola, chicos — saludo yo y me encamino hacia la cocina. Nick estaba cocinando tortitas. — Wow, ¿Nick haciendo tortitas? Cada vez te amo más — hablé bromeando. — Estás de suerte que hoy estoy de humor y me apetece hacerlas, porque ya no las hago más, no me salen — balbuceó intentando darle la vuelta a una tortita, pero se le estaba complicando. — Es muy fácil hacerlas, Nick — expliqué. — Fácil para ti — respondió frustrado. — ¿Qué ingredientes has puesto? — cuestioné — Igual es por eso que no te salen bien, tal vez te has dejado algo. — Le he puesto harina, leche, aceite, huevo y... — se quedó pensando. — ¿Azúcar? — ¡Mierda! — exclamó y casi tira la sartén del enfado — ¡Me he olvidado del puto azúcar! ¡Sabía que me dejaba algo! — ¿Cómo coño haces unas tortitas sin azúcar, Nick? — le cuestionó ahora Landon desde la mesa de la cocina. — Ya sé que va azúcar, pero se me ha olvidado, j***r — siguió quejándose Nick. — Qué pringado eres — le dijo Lewis también desde la mesa. — Añádeselo ahora a la mezcla, no pasa nada — dije finalmente y senté al lado de Landon en la mesa. — Sky, ¿te sabes el examen que tienes hoy de sociales? — me preguntó Landon después de dar un trago de su batido de proteínas. — Sí, ayer estuve toda la noche estudiando, por eso me he dormido y alguien me ha tenido que despertar dando golpes en la puerta — berreé y miré mal a Zack. — Oh, ahora es mi culpa. Haberte despertado. — ¡Ya sabes que por la mañana siempre tengo mal humor y encima me picas en la puerta! — le bramé frustrada — ¿Qué te costaba entrar y decírmelo bien? Joder, es que eso me molesta muchísimo. No lo aguanto. — Anda ya, para que luego me escupas en la cara, y una mierda así de grande — exclamó e hizo una forma con las manos. — ¡Tan grande como tú! — j***r tía, si lo sé no te despierto — bufó Zack — La próxima vez te dejo ahí y que te llamen del instituto, vaga — me dijo y se levantó de la silla. — ¿Vaga yo? ¡Inú- iba a decir, pero Henry nos interrumpió. — Chicos parad de discutir de una- — ¡Cállate! — le gritamos los dos a la vez y nos fuimos cada uno por un lado. Estas eran las típicas peleas que teníamos, aunque yo ya estaba bastante acostumbrada. Cada día era por algo distinto y casi siempre con Zack. Somos tan distintos que chocamos muchísimo. Siempre pienso que, si las fans los conocieran y estuvieran viviendo con ellos todos los días, entenderían el por qué me enfado siempre con ellos y dejarían de estar obsesionadas. Acabarían hartas de ellos. Son solo cinco chicos normales los cuales aún no han madurado y les salen granos como a todo el mundo. Cogí mi mochila y me encaminé a la puerta. — Me voy al instituto, adiós — anuncié rápida, pero Henry me paró. — Yo te llevo, tengo que hacer unos recados — asentí y salimos por la puerta — Voy al parking, espérame aquí — me quedé de pie en medio de nuestro patio mientras él se metía por una puerta que daba al parking. En parte me gustaba que Henry me llevara en coche. Me gustaba chulear, ¿a quién no? Además, su coche es la hostia. Es un Range Rover y es mejor del de los cinco - todos tenían coche - y el más grande, y además me encanta que mis amigas me vean llegar con él. No quiero dar envidia, pero sí que me vean bajar de un pedazo de coche junto a un tío famoso, guapo y musculoso. A veces también nos sacan fotos los paparazis cuando se dan cuenta que quién conduce es alguno de los chicos, pero no me molesta, ya que de esta manera la gente me va conociendo. Sí que es molesto en algunas ocasiones, pero no me desagrada tampoco. Algunas personas me odian por el simple hecho de estar en el mismo coche que alguno de los chicos, hasta se han pensado que salgo con alguno de ellos. Ya ha pasado varias veces, cosa que obviamente no es cierta. Pero no solo voy con él por eso, él me gusta y mucho. Él no lo sabe así que está bien. Si se enterara, no podría verlo a la cara jamás. Me gusta pasar tiempo con él y hablar y reír, y me gustaría que él me viera de otra manera. Después de tanta espera, apareció el coche saliendo del parking. Paró delante mío y me subí. — Me encanta este coche — declaro tirándome en el asiento mientras me ponía el cinturón. «Y también me encantas tú» pensé. Él rió. — Siempre que te subes me lo dices — se puso sus gafas de sol y una mezcla de olor a desodorante y colonia invadió mis fosas nasales. Qué guapo, por Dios. — Bueno, vamos — expresa. Con su mando abrió la puerta del patio y pudimos salir a la calle. Vivíamos no muy lejos de mi instituto, a cuatro calles, pero si iba en coche mejor, me ahorraba andar. — Oye, el «cállate» que te he chillado esta mañana... lo siento — me disculpé arrepentida — Es que Zack siempre me está despertando a golpes y ya sabes como soy por la mañana y- — Tranquila, te perdono — habló divertido — El próximo día te despertaré yo a besos, si es lo que deseas — bromeó. Me puse a reír. «Ojalá» — ¿Qué dices? — manifiesto haciéndome la sorprendida. Sin dudas, me quedé helada ante su confesión. — Es broma, es broma — me dijo y se puso serio de nuevo — Llegamos — me anunció. Divisé a mis amigas en la puerta del instituto. Henry justo había aparcado delante suyo, así que ellas se giraron para admirar el cochazo, el cual sabían que era de Henry. Casi siempre me llevaba él al cole. Era muy bueno conmigo. — Gracias, Harold — le di un beso en la mejilla y salí del coche. «Ojalá él me lo devuelva en otro sitio» — Adiós, enana, acuérdate de que esta noche- — Que sí — le corté a través de la ventanilla y él sonrió — Adiós, rulitos. Hasta luego — le guiñé el ojo y me acerqué a mis amigas las cuales estaban a unos pocos metros de mí. Mientras me alejaba, puede oír cómo Henry arrancaba su coche y se iba. — j***r tía, intenta que Henry no te traiga más al instituto, por favor — me pidió una de mis amigas, Stacy — Y no con esa camisa y esas gafas que traía, madre mía que hombre. Era rubia, pelo hasta los pechos y muy guapa. El típico perfil que les gusta a todos los chicos. Era muy presumida y nunca se vestía con ropa que le hubiera costado menos de veinte euros. Increíble pero cierto. Siempre se arreglaba hasta el más mínimo detalle, y al igual que yo, amaba a Henry, aunque a diferencia de mí, no lo conocía. — ¿Por qué? — cuestiono graciosa. — Se me mojan las bragas cada vez que lo veo — expresa desesperada y no puedo evitar reírme ante sus palabras — A ver cuando me lo presentas — me pidió — ¿Te imaginas que le acabo gustando y salimos? Sería un sueño hecho realidad. Posibilidades tengo, eso está claro, y además me lo follaría cada noche. «Oh, que asco», arrugo la frente al escuchar eso. Ella era así. Directa, muy basta. Sus hobbies eran fumar y practicar el sexo: vamos, una chica rebelde, pero con cara de ángel. Siempre tenía chicos comiendo de la palma de su mano, y ella iba cada día con uno distinto. Siempre me insiste en que algún día le presente a Henry, pero cuando él me trae al instituto es porque tiene prisa y no se puede quedar a hablar, así que nunca los puedo presentar cómo es debido. «Pero él es mío» Siempre finjo que no me acuerdo, ya que me pondría muy celosa si al final Henry y Stacy acaban... en algo, que es lo más probable ya que ella es guapísima y todos están por sus huesos. — Bueno, ya te lo presentaré — le dije de nuevo y aplaudió como una niña pequeña. «Nunca te lo presentaré», pensé. No quería ser mala, pero cada uno piensa en su bienestar, ¿No? — Y a mí a Zack, por favor — me pide ahora mi otra amiga, Lucy — Necesito verle esa cara. ¿Por qué él nunca te viene a traer al instituto? — se queja y arruga la frente. Ella era todo lo contrario a Stacy. Pelo moreno, con pecas, ojos almendrados y pestañas muy largas. Ni muy alta ni muy baja, pero era un amor. — Eso depende — empiezo, captando la atención de mis amigas — Normalmente es Henry el que me trae, pero el próximo día ya se lo pediré a Zack — anuncié. «Si no es que no nos matamos en el coche» pensé. Es que somos como perro y gato. — j***r tía, tienes una suerte que no te la crees — declara Stacy animada — ¡Vives con cinco adolescentes más buenos que el pan! — vocea y yo miré a mi alrededor rezando para que nadie hubiera escuchado eso. No me gustaba llamar la atención, aunque en el instituto algunos me odiaban y me llamaban de todo ya que vivía con los cinco chicos más famosos del momento, otras me adoraban y siempre me venían a preguntar cosas sobre ellos y otras simplemente me trataban como una más, que eso era lo que quería. Por suerte, mi crush del colegio, Ashton, me trataba como una chica normal. ¿Qué si me gustaba esta vida? Bueno, no está mal. Ya me he acostumbrado. Además, ellos son como mis hermanos mayores y yo los trato como personas normales y corrientes, aunque algunas chicas matarían hasta por tocarlos, cuando yo lo que hago es pintarles la cara mientras duermen y reírme de ellos.

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