FAVORES

764 Words
Esa tarde, Heller se reúne con Jennel en el Orus dae, el lugar exclusivo para Eniyans. No es un lugar que le encante pisar, pero Jennel se lo ha pedido. Luego del brindis, y del acto principal de la ceremonia, Heller bosteza abiertamente. El aburrimiento de que hace gala es auténtico, es algo más grave que una mera pose para irritar a los demás. Siente unas irrefrenables ganas de gritarlo al cielo. —¿Nunca soñaste con algo diferente a todo esto? –le dice a Jennel, que está a lado suyo. —¿Dices, con cambiar de ciudad? —No, Jennel, hablo de cambiar las cosas, que podamos caminar sin tener esos molestos ojos visores encima o que en vez de usar el subterráneo construyamos hacia arriba, que todo el que guste pueda admirar las maravillas que nuestros ojos ven ¿puedes imaginarlo? ¡Centenares de coches aéreos! O quizás que no tengamos que llevar siempre encima el título de Eniyan. —Ahora que lo dices… alguna vez tuve un par de ideas locas... —¿Y qué paso? —Nada ¿qué iba a pasar? Aquel conformismo es característico entre los Eniyans, pero para él es como un tóxico corrosivo, no lo soporta, quiere huir. Ha tratado infinidad de veces que Jennel vea las cosas como él lo hace pero Jennel es un hueso difícil de roer. Gradualmente su rostro empieza a alterarse. Su mirada se transforma de forma indefinible y ese manto de lasitud y consumidora ebriedad fue disipándose. —Pues yo pienso cambiar las cosas —suelta, Heller, con tono rebelde. Jennel, en cambio, se muestra relajado, acostumbrado a esos episodios de su amigo. —No veo cómo piensas hacerlo, ya que quedan menos de dos años para que Olaya... Jennel siempre sale con ese tema, y siempre que lo hace, Heller cierra sus oídos, es presa de una furia inmensa y aniquiladora, no lo sospecha en ese momento, que su eterna inquietud es de naturaleza sombría, en su eterna rebeldía, subyace la desesperación. —Conmigo o no, el mundo va a cambiar. Es inevitable. En esos momentos Jennel se compadece de él. —No creo que Olaya esté de acuerdo. —Olaya también cambiará. Esas palabras, para cualquiera son sacrilegio. El resto de Eniyans se limitan a mirarle con el rabillo del ojo. Aunque entre ellos hay quien está de acuerdo con él, pero jamás lo admitirá, delante de otra persona. Sin embargo, los Eniyans que se consideran obedientes, también guardan bajo llave sus anhelos y depravaciones más ocultas. Pero Heller conoce a cada uno de ellos, de esa época en la que todavía les tenía esperanza. Sabe que a Karus le gusta hacerles tajos mientras les penetraba. Jennel es sádico… y están los que apetecen de la carne más tierna. De entre todos ellos, el más normal, paradójicamente es él. Solo un par de días después, Jennel tiene de vuelta a Heller en su oficina. Esta vez insiste con que le permita mandar un ojo visor por los alrededores de Gardh. —Quiero comprobar si está por ahí, he perdido la señal del gps. Con la mirada apacible, Jennel cruza los brazos. Sabe de sobra que Heller ocultaba sus verdaderas intenciones. —¡Vamos, Jennel, me la debes! Eran contadas las veces que le decía no a sus locuras. Pero esta vez Jennel tenía la esperanza de que si accedía a su loco pedido, y viera que estaba lejos de la realidad, esa curiosidad insensata que sentía se le esfumara de la cabeza, porque era así como funcionaban las cosas con él. Soltó un suspiro de resignación. —Sólo promete que, si compruebas que está ahí, no lo traerás. —¡Tómalo como hecho! No pienso traerlo. Ese su entusiasmo desmedido a Jennel le hacía dudar. Lo conocía bastante bien como para darse cuenta que andaba en algo y que no pensaba contárselo, sino hasta que tuviera que sacarle de algún apuro. —Algo me dice que me ocultas información. Heller hizo una mueca, sin intenciones de soltarle nada. —Sólo quiero saber si realmente viene de Gardh, porque no hay otra explicación... —¿Algún día me contarás cómo empezó toda esta locura? —Esa historia es larga, dejémoslo para otro día, y siempre que quieras escucharme. —Es decir jamás. —responde Jennel. Unos minutos más tarde, los amigos se encuentran contemplando la pantalla, aguardando a que el ojo visor se adentrara en Gardh. Heller mostraba abiertamente el alto grado de su ansiedad, mientras que Jennel cruzados de brazos espera que todo eso termine.
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