Un Alma Rota
POV Brandon
¿Cuál sería el miedo que puede sentir un hombre al que bajo al mismo infierno y le arrebataron su alma? ¿Qué le puedes quitar a un hombre que ya lo ha perdido todo? ¿Dolor? ¿Miedo? ¡Por favor! Esas palabras perdieron significado para mí hace mucho tiempo. Si hoy una bala atravesara mi corazón y mi vida llegara a su fin… Pues sería un regalo Divino, ya que así encontraría esa paz que tanto persigo.
¿Como la persigo? Pues como ahora, en una misión super peligrosa, en la que salvar vidas de personas inocentes, es lo único que me importa. Salvar vidas es mi catarsis, es el método que adopte para justificar un motivo para no acabar con mi existencia.
—¡Capitán! El objetivo se está moviendo, ¿Atacamos ahora?
Escucho la voz de mi teniente y observó al hombre de quien me habla. Estaba distraído, con la guardia baja. Le hicimos creer que él tenía el control y confiado en su ingenio está cometiendo el error que destruirá todo el perverso plan de secuestrar a todas estas personas inocentes a cambio de desaparecer con mucho dinero.
Era nuestra oportunidad. Escucho, desde mi posición, como los calmados latidos y su respiración tranquila era más que claro que el mal nacido bajo la guardia.
—Entren —Doy la orden.
Todos mis hombres actúan tal cual lo planificamos, sin demora se adentraron al edificio donde neutralizaron a los pocos hombres que tenían de guardia, pésima guardia por cierto, a cientos de kilómetros pude escuchar sus voces, eran descuidados, sin práctica alguna. Acabar con sus defensas fue más fácil que derretir hielo.
—Listo señor. Los hombres estaban en los lugares que usted indico, ¿Como lo hace Señor? Pareciera que tuviera visión de rayos X.
Mi teniente, Nando, se asombra en cada misión que vamos. Su respeto mezclado con asombro, deriva del hecho de que las cosas que hago no son cosas que un humano común pueda hacer, pero… Son en esos momentos que recuerdo que debo controlarme y no llamar la atención.
—¿Quieres saber mi secreto? — este afirma esperanzado— Se llama sentido común.
Digo mis líneas y sin esperar su respuesta sigo mi camino.
—Ah ¡Por favor! No soy idiota, se que ocultas algo y no quieres decírmelo ¿Quién te entreno? Definitivamente no fue con cualquiera.
—En eso tienes razón, quien me enseño todas mis habilidades no fue cualquier persona.
Unos brillantes y profundos ojos esmeralda llegaron a mi mente inundándome de nostalgia y la misma punzada en el corazón que siempre tengo cada vez que la recuerdo.
Nando intenta hablar pero un disparo nos pone alerta.
—¡Nos descubrieron señor! — Nos grita un soldado por la radio, de inmediato puedo escuchar los disparos, y no solo por la radio.
—¡Carajo! — Exclamo— ¡Retirada! La misión falló, ¡RETÍRENSE TODOS!
En el campo de batalla todo es multifactorial, no sólo es una buena estrategia o un gran ejército, no importa de nada tener todas las armas del mundo cuando tu enemigo tiene más ingenio. El general que va a la lucha confiado en su estrategia está destinado al fracaso, ya que hay un elemento que es el más importante de todos… y es… ¡Conocer a tu enemigo!
Y por suerte…
El enemigo no me conoce…
Pero yo a ellos si.
Aquellos disparos provenientes de uno de los costados de aquel edificio obligo a mis hombres a retroceder y con ello, sus atacantes salieron de la ratonera dejándose al descubierto de aquellos hombres que ignoraban por completo al hacer un cálculo equivoco de los soldados que trabajaban para mi.
En ese momento unos pasos pesados y toscos comenzaron a aparecer en mi campo auditivo. ¡Era él! hicimos que la rata saliera.
—Falco —Me dirijo al único francotirador que deje afuera de aquel lugar, a una distancia suficiente para que nadie lo pudiera ver, pero él sí ve a todos. —Se encuentra en el ala oeste, segundo piso— Le indico— ¿Lo ves?
—Aún no, todas las ventanas están cerradas.
—Era de esperarse, pero mantente atento, recuerda lo que hablamos, en los próximos minutos tendrá que pasar al lado de la única rejilla de metal, cuando eso suceda… solo tendrás menos de tres segundos para disparar… Recuerda Falco… Esta misión está en tus manos.
—¡Sí señor!
Los disparos iban y venían. Los gritos de los rehenes aterrorizados retumbaban por mis tímpanos. Mis soldados hacían el mayor esfuerzo por evitar ser disparados.
—¿Falco? ¿lo ves? — No recibí respuesta.
¿Bajas? ¡Me niego a tenerlas!
—Falco.
¿Heridos? Puede ser.
El enemigo llega a nuestra posición y puedo sentir por donde vienen las balas, las esquivo con experticia, pero conmigo hay muchos soldados que no tienen esa destreza. Disparo para evitar que los ataquen, pero se que me estoy arriesgando demasiado en que me descubran.
Una bala viaja directo a la sien de uno de mis hombres. ¿Podía evitar que lo tocara? ¡Por supuesto!
Pero… La velocidad en que lo haría, sería demasiado evidente… Así que opté por un método más… ¿Humano? se pudiera decir… Si, mi cuerpo se interpuso entre esa bala y mi soldado, la bala entró en mi hombro, logrando lastimarme.
—¿Falco? — digo entre gemidos de dolor mientras que seguimos disparando.
Esta misión no se trataba de matar a los peones, sólo se reducía a matar a la reina…
—¡¿Falco?!
En este partido para no perder a mis soldados tenía que hacer Jaque Mate apenas iniciara el juego.
—¡FALCO!
¡ZUUUMMM!
Y en ese momento, como si un zumbido de una abeja se tratase, escuché el dulce retumbar de aquella veloz bala. Una sola. La necesaria para acabar con esta misión.
Murió… El mayor terrorista árabe había muerto. Jadib Salem, en mi lista desde hace mucho tiempo y hoy… Destruimos de una vez por todas a su siniestra red de contrabando.
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Las puertas a la gloria se abren frente a nosotros, como es de costumbre, todo el edificio nos recibe como héroes tras rotundo éxito.
Si un soldado llama la atención de las mujeres con su uniforme de gala puesto, imagínense lo adonis que se convierte cuando ese soldado es alto, guapo, con su uniforme de gala y con una férula debido a una herida de combate. ¡Disparas el ego de cualquier mujer! ya que las pobres mujeres no solo se sentirán seguras, sino que las empoderan al sentir que son ellas quienes pueden cuidar de un hombre poderoso. Es una reflexión un tanto dicotómica ya que protegida-protectora entra en el mismo verbo, mis relación y con la misma persona.
Como dijo ¡Le disparas el ego a esas lindas mujeres soñadoras e hilarantes!
—Excelente trabajo, Capitán Durand.
—Felicidades.
—¡Tu equipo es el mejor!
Felicitaciones van y vienen. Un saludo aquí, un apretón de manos por allá. Es agradable, hicimos un buen trabajo, salvamos a más de 60 personas de un final atroz, por supuesto que debemos estar orgullosos… Pero… yo estoy vacío, no siento ningún tipo de alegría.
Lo único que quiero… Es estar en silencio.
El suave y frío asiento de cuero me recibe como siempre. Solo en mi oficina, logró quitarme la careta que ya me estaba asfixiando. Silencio… Es lo que me calma y me permite poco a poco caer en la dulce oscuridad que me permite volver a verla… aunque sea en mi triste imaginación.
Esos ojos esmeralda que hoy por hoy me duelen tanto como me duelen los pequeños ojitos azules de mi niña.
las dos juegan en la playa, se divierten y juegan, las veo reírse mientras que sus ligeros vestidos danzan en el aire. Leyla carga a mi amada Victoria y esta rodea su cuello con sus brazos. Las dos voltean a verme y me piden que me acerque, lo hago a placer. Llegó a ellas y les doy un beso en la frente a cada una de ellas y Leyla acaricia mis mejillas con su dulce mano.
Se siente reconfortante, su mano es cálida y suave, es…es…¡Es real!
—¡Auch!
De un segundo a otro logró neutralizar a la persona que estaba tocando mi rostro mientras yo dormía plácidamente. Fue mi cuerpo que reaccionó antes de asimilar, era mi estado de alerta quien causó que de un solo golpe tuviera a Daniela, la única amiga que me queda, boca abajo, tendida en el suelo, mientras que estoy a un grado de romperle el brazo.
—¡Daniela! —- La suelto de inmediato y la escucho soltar su aire de dolor— Lo siento tanto, ¿Te lastime?
—¿Por poco me quitas el brazo y me preguntas si estoy bien? ¡Eres un cavernícola Brandon!
—Lo siento, actúe por instinto. Además — hago una pausa para reaccionar y darme cuenta de que esta pulguita escurridiza entró a mi oficina y logró tocar mi rostro sin que yo pudiera darme cuenta — ¿Cómo entraste?
—¿Cómo más voy a entrar loco? ¡Por la puerta!
Daniela me grita mientras se levanta del suelo sin mi ayuda y se da un masaje en el hombro con su mayor gesto de dolor.
—Eso lo sé, pero… Entraste de puntas, porque no te escuche entrar.
—¡Já! Ya quisieras. Entre como siempre entro, bueno, esta vez entre pisando fuerte porque venía preocupada por tu herida, pero estabas dormido profundamente que no quise despertarte — De la nada veo como su piel trigueña va tomando una tonalidad más rojiza y agacha su mirada antes de continuar— Me quedé unos minutos viéndote dormir y sin darme cuenta no pude controlar mi impulso de tocar tu rostro — Daniela vuelve a mirarme a los ojos, pero esta vez con un brillo y una firmeza, que ya se lo que se viene — No pude evitarlo, era demasiado tentador para mi.
Sin más, Daniela prende mi rostro entre sus manos y se abalanza a mis labios para darme un decidido y frenético beso.
¿Me sorprende? Para nada. Lo que sí me sorprende es cómo carajos esa mujer entró haciendo escándalo duro contemplándome por mucho tiempo y para colmo toca mi rostro ¡Y YO!... Estaba tan profundamente dormido que mi cuerpo no pudo percatarse de su presencia.
¿Qué me está pasando?