El viento golpea mi rostro con delicadeza, como si me estuviera dando una suave caricia. Observo a mi alrededor como los arboles se mueven al compás del movimiento del viento juguetón. Las calles están repletas de flores con brillantes colores, dando una sensación de tranquilidad y felicidad para quiénes las observen, el sol recién se comienza asomar en las calles de Londres dándonos la posibilidad de calentarnos con su calor. Extrañaba esto, disfrutar y observar las calles donde crecí, donde viví mil aventuras donde sí las circunstancias fuera otras, me gustaría que mi pequeño Henry viviera, pero hoy veo esa posibilidad bastante lejana. Recorriendo las calles, recuerdo como todos los días en este mismo horario, antes de partir de la ciudad, salía a correr disfrutando de mi entorno, di

