Capítulo 1

3113 Words
Tengo miedo, solo escucho el tic tac del reloj, tengo miedo de dormir y jamás despertar. Ella me está hablando, pero estoy desconectado. Haberla perdido mato mi alma, siento que desaparece, por eso es que debo vivir donde ella esta. El mundo real ya no existe para mí. Alguien me llama, veo todo borroso, al abrir mis ojos. ¿Dónde estoy? —¡Rodrigo! ¡Rodrigo! ¡Despierta! — me dice una voz cálida y serena. Al enfocar bien, es una mujer de mediana edad, cabello corto, castaño oscuro, ojos color café, de piel morena. Vestida de blanco, parece un ángel «quizás es mi momento de partir» «quizás han venido por mí» Me duele la cabeza, no quiero estar aquí, siento que ella estira su brazo mientras se va alejando. Necesito más pastillas, para salir de este lugar. Empiezo a moverme, estoy atrapado, todo mi cuerpo, amarrado de pies a cabeza, incluso tengo algo en mi boca, que no me permite expresarme, solo hago sonidos de desesperación. Aparecen unos hombres, que estaban fuera del alcance de mi visión, inmediatamente me sujetan. Siento calma, cuando en mi cuerpo, introducen la sustancia que de nuevo me alejará de aquí. Despierto, estoy con Sharon mi prometida, a la cual pedí matrimonio hace tres meses. Miró el techo, tuve el mismo sueño, que he tenido estos últimos meses. Estoy envuelto en unas sábanas blancas, estoy sudando; aunque el aire acondicionado está en dieciséis grados. Me desarropo, estoy medio desnudo; solo llevo un bóxer puesto, sonrió, recordando la noche anterior. Me miró un poco; estoy muy fornido, soy atlético, ya que me ejercito todos los días. Me levanto, me siento en la orilla de la cama, pasando mis manos por la cara, y por mi cabello, luego me estiro colocando mis manos hacía atrás. Mi Sharon aún está dormida, me levanto lentamente de la cama para no despertarla y voy directo al baño. Al llegar al lavamanos busco en unos de los estantes crema de afeitar; mi barba ha crecido estos días, y a Sharon le desagrada. Busco en los cajones, y saco una afectadora de plástico rosada «está usada» pienso un poco. Después pienso «no hay lugar a donde mis labios no hayan llegado». Al ir descubriendo mi cara, vuelvo a parecer yo. Limpio el vidrio con la mano que se está empañando, dejando ver mis ojos verdes, mi nariz perfilada y mis labios pequeños. Mi cabello castaño también grita cambio de look. Tengo una piel perfecta; lo cual me ayudó a nunca sufrir de acné. Luego tomó mi cepillo de diente eléctrico, cierro la puerta del baño para no hacer ruido y despertar a Sharon. Cepillo mis dientes, mientras pienso en el día de hoy. Voy agendando en mi mente todo lo que tengo que hacer; desde decirle a mi asistente Pit, que lleve a lavar mi camioneta hasta tomar unas cervezas con Tony mi mejor amigo, que lleva tiempo pidiéndome que vaya con él. Al entrar en la ducha, abro el agua fría y el agua caliente, meto mi pie un poco para sentir el agua, hasta que voy ajustando las llaves, y mi pie me diga la temperatura adecuada «lo llamo, el termopie». Entro a la regadera, siento el agua sobre mi cuerpo, voy pasando mis manos sobre mi cara y mi cabello a medida que el agua cae. Muchas veces he sentido que he vivido estas cosas «supongo que son cosas de la vida cotidiana» pienso. Estiro mi mano para tomar la toalla, aún tengo los ojos cerrados, pues el agua no me deja ver, en vez de sentir la toalla, siento una mano pequeña que se encuentra con la mía, sonrió, es Sharon. Una toalla golpea mi pecho, que automáticamente mi otra mano la ataja; gracias a mi inmediato reflejo. Seco mi rostro, luego termino de abrir la cortina. Sharon está sentada en el inodoro, cuando me ve salir desnudo de la ducha, sonríe. Ya tenemos la suficiente confianza, como para no avergonzarnos el uno del otro. Ella baja la palanca del inodoro y agarra su cepillo de dientes luego de lavarse las manos y, se coloca frente al espejo. Yo me coloco en la parte de atrás de ella, mientras ella cepilla sus dientes, yo busco un peine, pasando la mano cerca de ella y, desviándola, para sacar el peine de la repisa, ella hace un movimiento esquivo, con una sonrisa pícara; luego que ella lava su cara, me acerco con mi boca, buscando su cuello y subo hasta su oreja izquierda, ella responde volteándose y dándome un beso de buenos días. cuando sus ojos azules, se encuentran con los míos; besando sus tiernos labios rosados y carnosos. Toco su hombro suavemente y, enredo en mi dedo la tira de su blusa, bajándola lentamente, ella inmediatamente la vuelve a subir, abriendo los ojos en señal de desaprobación. Sharon es un poco más baja que yo, mide un metro sesenta y cinco; muy atlética, nos conocimos en el gimnasio; piel clara: cabello largo, totalmente n***o, el cual me encanta. Tiene una cintura pequeña, y un cuerpo muy encantador, no me canso de acariciarlo. Termina de cepillarse rápidamente y me deja el espejo para mí solo. Cuando se desviste no puedo dejar de verla, aunque la he visto mil veces. Su gran trasero firme, ella me mira de una forma picara cuando se va desvistiendo, doy un paso hacía ella, pero con su dedo índice hace un movimiento de negación, a ella le gusta estos juegos de provocación. Se ríe, cierra la cortina y se acaba la exhibición. —¿A qué hora llegas hoy? —me grita Sharon desde la ducha, el sonido del agua ahoga un poco las palabras, agudizo mi oído para escucharla, pero abre un poco la cortina tapándose «lo cual no entiendo». —A las siete, mi vida, tengo una reunión con los nuevos inversionistas, los que te comenté, que quieren hacer ese complejo mediocre en Palm Beach. Yo la verdad no quiero ir a Florida, es por eso que le dije a mi asistente Pit que vaya— en ese momento Sharon volteó los ojos y se metió de nuevo en la ducha, mientras yo estaba recostado al lavamanos. —¡Cuando nos casemos, deberás dejar tiempo para nosotros! — grita Sharon desde la ducha. – Que te parece si nos quedamos en mi casa hoy? — lo dije mientras cerraba los ojos, pues mi casa era más amplia, y tenía todas las comodidades. Siempre que nombraba en ir para mi casa, a ella no le gustaba, ya que quedaba lejos de su trabajo. Sharon era maestra de educación física de una escuela de primaría, aunque muchas veces le había dicho que dejara ese trabajo mediocre, ella lo hacía por vocación, le gustaba los niños. Los últimos meses, cada vez que ella me hablaba de tener hijos, yo cambiaba el tema de conversación. Sharon salió de la ducha envuelta en una tolla azul, su cabello estaba totalmente seco; lo cual siempre me sorprendía como las mujeres lograban ducharse sin dejar que una gota de agua entrara en su cabello. —¿Estás incomodo aquí? Te he dicho que puedes traer tus cosas, no solo el cepillo de diente. —¡No claro que no! Nunca estar contigo crearía incomodidad en mí— era muy bueno construyendo palabras rápidas en mi mente, para salir de estos aprietos y funcionó, porque esa cursilería provocó una sonrisa en el rostro de Sharon —solo que siento, que debemos también compartir en mi casa, darle el calor de hogar que también se merece— Ella sonrió, y no bastaba más que eso, para saber que yo había ganado. Fue a donde yo estaba, y paso su mano cerca de la parte baja de mi pantalón desviándola y agarrando en unas gavetas, que estaban cerca, dos envases plásticos de cremas humectantes. La vi sonreír un poco, cuando lo hizo, fue como una micro expresión. Coloco un envase encima de el tanque del inodoro, y dejo la otra en su mano derecha, abriendo la tapa con su mano izquierda con un leve accionar. Después que colocó la crema en su mano, empezó a jugar con ella moviendo los dedos, mientras me veía a los ojos. Yo estaba en un punto donde mis hormonas empezaron a pasarme cuenta, sin embargo, si yo me acercaba a ella, perdería la batalla verbal que teníamos hasta ahora. Al ver que no reaccioné, subió una pierna encima del inodoro y mezcló la crema en las palmas de sus manos, empezando desde el tobillo, hasta subir a lo más alto de su pierna. Nunca había visto algo tan hermoso en vivo, di tres pasos hacia donde estaba ella, cuando vi sus ojos, tenía las pupilas dilatadas, cuando estaba a punto de llegar a donde ella estaba, la miré a los ojos, ella subió el rostro, pero solo tomé mi franela que estaba guindada cerca de ella. Y me di la vuelta. —Esta bien, ganaste, ven aquí— me dijo en un tono de voz más lento y suave. Cuando caminé hacia donde ella estaba y la besé, ella llevó sus manos a mi espalda, luego se separó del beso apasionado, que llevaba ya casi diez segundos. —¡Es tarde!, ¡me tengo que ir al trabajo! — seguí buscando su boca y ella volvió a sonreír —lo siento, fueras empezado más temprano, guarda esas ganas para la noche, te voy a compensar— me dijo en el momento que agarro mi trasero cuando me di la vuelta. Mi humor repentinamente había cambiado, me fui a vestir, mientras permanecía callado, ella prefirió llevar la ropa al baño, para evitar de nuevo una tentación. Busque los zapatos bajo la cama, cuando su celular sonó de repente. Casi se cae, cuando patino al menos medio metro. Debe ser papá, no nunca pensé en tomar su teléfono, aun estaba agachado tomando los zapatos, parecía ser algo urgente de su padre «seguramente es que le habían conseguido un riñón» porque se llevó el celular al baño, Yo terminé de vestirme como pude, saliendo de su apartamento que se encontraba en una zona suburbana de Burbar, California. Conocí a Sharon cuando teníamos un proyecto para demoler la escuela donde ella trabajaba, fue tanto su ímpetu, y su determinación, que terminé enamorándome de ella, ante todas las miradas de mi familia. Soy un empresario, director ejecutivo de Earth Global Corporation, una de las empresas más famosas de construcciones desde, mega centros comerciales, hasta condominios de bajos costos. ¿Como hice este imperio? teniendo mucha suerte. Comprando y vendiendo en la bolsa. El ascensor de este edificio está dañado, debo bajar las escaleras, por suerte Sharon vive en el piso tres. Si viviera en el piso ocho que es el más alto, ciertamente ya fuéramos terminado, «como dice mi padre, el amor no lo es todo», llevo tiempo convenciéndola que se mude conmigo, pero ella dice que, hasta no estar casados, ella no se muda conmigo. Hace tres meses le pedí matrimonio, para mi buena suerte dijo que sí. Cuando bajo las escaleras, van subiendo dos hombres de piel blanca, vestidos de una forma desagradable, no es que yo juzgue a las personas, pero quizás debería llamar a la policía, ya que parecen delincuentes. Uno de ellos me examina de arriba abajo, dándole al otro con el codo, el cual hace lo mismo, parece que así miran a las personas. Lo cual me hace no juzgarlos por eso, ya que yo los había visto antes. Escondo mi mano en mi chaqueta, ya que el Rolex ilumino las escaleras por una luz que se asomo desde el techo agrietado. Ya faltan solo dos tramos para bajar, veo por el rabillo del ojo que ellos se regresan, suspiro un poco, «parece que esto, terminará mal», cuando veo que están cerca y uno de ellos va a tocar mi hombro, agarro su mano instintivamente y la doblo «no aprendí dos años defensa personal, para terminar así en una escalera» el sujeto empieza a gritar como loco, mientras el otro va gritando. —¡Hombre estas loco! ¡Suéltalo! — En ese momento, el otro hombre que esta libre, se agacha al suelo, y recoge un billete de veinte dólares, y me lo entrega— se te había caído esto. Estiro mi mano libre, tomando el billete en la mano, y suelto al sujeto que estaba torturando. Avergonzado tomo el reloj de mi muñeca, y estiro el brazo hacia ellos, con el reloj en la mano. —Toma mi reloj como compensación, fue un error, lo lamento— el hombre que se esta sujetando la mano, aun de dolor, no hace nada, solo me mira. Y suben corriendo las escaleras, en el momento que bajaba Sharon los vio pasar preguntándose qué había pasado. —¿Qué ocurrió con los pastores de la iglesia de jóvenes? ¿Por qué subieron apresurados? —me dijo cruzando los brazos. —Si son pastores ¿Por qué van vestidos así? — pregunto. —Porque vienen de una convención, además ellos se visten así para atraer a los jóvenes de la comunidad— ¿Por qué se fueron corriendo no me dijiste? Mi corazón iba dando punzadas cada vez que hablaba, al parecer los sujetos eran unos ángeles, y eso me convertía a mí en una muy mala persona. —¿Cómo hago para hacer una donación anónima para esa iglesia? - le dije desviando la pregunta. —¡Vaya! Que generoso de tu parte— me dijo mientras su rostro se veía feliz. No me volvió a preguntar nada. Cuando bajamos estaba Pit, recostado frente a la camioneta, cuando me miró casi se resbala, corrió inmediatamente abrirme la puerta, a lado de la camioneta estaba la moto Scooter de Sharon, que ya Pit había ido a buscar. Yo hice señas con las dos manos, señalándole la camioneta a Sharon, pero ya esta se había puesto el caso en su cabello. Volví a resoplar, me acerqué a ella. —Hoy, en mi casa, te paso buscando, levanté su rostro con mi mano, y la besé. Se me había olvidado el mal humor, no había otra cosa en el mundo que quisiera hacer, aparte de eso. Volvió a sonar su teléfono, ella se aparto de mí, no lo revisó. —Ya es tarde— me dijo al sonreírme, sus ojos querían decirme algo— hablamos en la noche. Pit sostenía la puerta, quizás temía que se fuera a caer. El era sobrino de la tía Samantha, que me había rogado que le diera un empleo, luego de acosarme en tantas reuniones, accedí. Desde ese momento Pit se convirtió en mi asistente personal y mi sombra. Es algo torpe, me monto en el asiento trasero de mi camioneta Mercedes plateada. Del asiento se despliega mi laptop, empezó a ver como esta la bolsa, empiezo a comprar y vender, tengo miles de correos, «necesito una secretaría ya», Nubia pidió su jubilación, he tomado el rol de agendar mis citas, pero estoy colapsado de trabajo y Pit no sabe nada de administración «si hasta se le olvido darme los buenos días» no lo imagino en la oficina. Enciendo el móvil por primera vez en la mañana, en mi línea personal, llegan mensajes de Tony, de mi padre y de un grupo de la familia que tiene de mi parte cuarenta mil mensajes sin leer. Abro los mensajes de Tony, pero no hace falta, al instante empieza a vibrar el teléfono y al contestarlo es él. —Desde que te hiciste millonario, ya te olvidaste de tus amigos— dice la voz de Tony que sale por mi celular, sonrió, me alegra mucho escucharlo. Tony ha sido mi mejor amigo desde la secundaria, cuando estaba en tercer año y yo estaba en primero, unos niños de quinto, llegaron a quitarme el dinero del almuerzo, pero llegó Tony, a defenderme, haciéndose el valiente, y sí, salimos los dos golpeados, pero desde ese momento se convirtió en mi amigo.  Cuando salió de la preparatoria, se dedicó a trabajar en el bar de su padre, luego de que muriera, llevó las riendas. Yo, sin embargo, opté por estudiar finanzas en la Universidad Stanford, gracias a una beca que conseguí por mi alto índice académico. Graduándome con honores, tuve contactos. Nunca dejamos de ser amigos, siempre voy a donde trabaja, ese día el bar cierra. Y nos tomamos unas cervezas. Terminamos cantando karaokes, o caminando por la calle, como dos niños, hablando tonterías. —¿Cómo estas, amigo?, casualmente hoy estaba pensando en ti, no me lo vas a creer. —Si tienes razón, no te creo, deberíamos vernos esta noche, tengo algo que contarte, quiero que lo sepas de mi boca. —Esta noche, no puedo y se lo que vas a decir, pero en verdad no puedo, se lo prometí a Sharon. —¿Sharon como esta? ¿Cómo la has visto, recientemente? —¿A qué te refieres? —Ósea, de ánimos. —Creo que bien, ¿Por qué? ¿Sabes algo que yo no sepa? —¡No!… no, solo, que un trabajo como el de ella, debe ser estresante… muchos niños…  y eso… tengo que colgar, avísame cuando te pueda ver, mi amigo. La llamada se desconectó de inmediato, quizás tenía clientes, o algo que le urgía. No me dio tiempo de planificar mi cita con el «mas tarde lo llamo» pensé. —¿A dónde vamos señor? — me decía Pit mirando hacia atrás, por el retrovisor. Piter era un joven de diecinueve años, flacucho, alto, cabello rojizo, tiene pecas en su rostro, nariz larga, labios anchos, ojos cafés. Ese día Iba bien vestido, ya que para trabajar conmigo lo exigía. Pit debía llevarme a todos lados, tengo fobia, de un tiempo para acá de manejar, mis manos tiemblan al volante, empiezo a sudar, mi visión se nubla, me empieza doler la cabeza. He ido a distintos centros especializados, pero no encuentran la cura para esto, lo ultimo que visité fue una clínica espiritual, allí doctor Scott me dijo que se debía a un trauma de mi pasado en otra vida. Seguí revisando los mensajes en mi teléfono, nada importante, bajé la tapa de mi laptop, vi un poco a través de la ventana. De vez en cuando sentía que voces hablaban a mi cabeza, quizás me estaba volviendo loco. Esto no se lo había dicho a nadie «quizás deba decírselo a Tony» papá se había alejado de mí, desde que salía con Sharon, me había quitado el habla completamente, por eso no me molestaba en ver los mensajes de papá, sabía que eran de mamá.
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