Chloé acababa de entrar al despacho de Magnus, cuyo ambiente gris era silencioso. Ella tomó asiento frente al escritorio mirando al Vicedirector sin parpadear. Él no perdió tiempo en preliminares.
—Siéntese, señorita Matamba. Entiendo que ayer tuviste una actitud desordenada e insolente hacia mí.
Chloé se sentó, manteniendo la barbilla alta, como su padre Sergi.
—Vicedirector, solo dije la verdad.
Magnus frunció la boca, molesto. —La verdad es que en esta Academia se siguen protocolos. Desde el respeto a la autoridad hasta la vestimenta. Pero lo que más me inquieta, señorita Matamba... —Magnus se inclinó sobre el escritorio—... es su origen. Usted es una niña adoptada, ¿verdad? ¿Sabe quiénes son sus padres biológicos?
La maldad de Magnus era evidente en su tono monótono y su mirada penetrante. No buscaba información; buscaba herir. Chloé se mantuvo firme, aunque la pregunta la golpeó.
—No, Vicedirector. No sé quiénes son. Pero eso no importa. Mis padres son Sergi y Jandey. Ellos me eligieron.
—Elegir. ¿Usted cree que es normal tener dos padres varones? ¿Nunca ha sentido la necesidad de tener una figura femenina? Una madre, quizás. Una madre biológica.
—Mi madrina Katrina es mujer, y es mi figura femenina maternal. Y sí, es normal. Mis padres son muy amorosos.
Magnus sonrió, condescendiente. —Ya veo. Y esos círculos. ¿Cómo son las amistades de sus padres? ¿Dónde se mueven? ¿Hay mucha... libertad?
—Mis padres son profesores de la Academia. Se mueven con otros profesores y artistas. Con gente que no juzga a una niña por su pelo o su cuerpo.
—Cambiando de tema —cortó Magnus, irritado—. Ayer la vi de la mano de Patrick Gerard. Un joven con un piercing. ¿Qué tipo de relación es esa? ¿Acaso esto ya es promiscuidad a los diez años?
Chloé se indignó. —¡Patrick es mi mejor amigo! Crecimos juntos. Nos tomamos de la mano porque... estamos enamorados. ¡Y usted no tiene derecho a decirme que es promiscuidad!
Magnus se reclinó, con desaprobación. —"Enamorados". Esa es una palabra de adulto. A su edad, a los diez años, ese tipo de afecto y contacto físico no es lo que se considera normal o apropiado. Usted debe preguntarse si está haciendo lo correcto al desafiar las normas de la Academia con esta relación tan... prematura. Guarde ese comportamiento. Hablemos de su futuro. ¿Cuáles son sus intereses académicos?
—Quiero ser artista de Ritmo Libre como mi papá Sergi, y diseñar ropa como mi papá Jandey. Quiero crear cosas bonitas y libres.
Magnus suspiró. —Vea, señorita Matamba. Patrick Gerard. Él tiene una Academia que heredar. Usted, por otro lado, es adoptada y tiene que labrarse un futuro. La ambición es esencial. Yo le sugiero que se concentre en sus estudios, no en las diversiones que le proporciona la amistad con Patrick.
Magnus se levantó.
—Trate de guardar las formas, señorita Matamba. Veo a Patrick como una amenaza en sus metas. Es un niño de diez años, sí, pero criado en un ambiente de demasiada libertad. Evite la excesiva familiaridad.
Chloé se levantó, sin despedirse, y salió del despacho.
Cuando Chloé salió, Patrick la esperaba en la escalera. El niño se levantó al ver su rostro sombrío.
—¡Chloé! ¿Qué te dijo? ¿Te castigó? —preguntó Patrick.
—Me preguntó si era normal tener dos papás. Y si extrañaba a mi mamá biológica. Y me dijo que no me tomara de la mano contigo porque promiscuidad —dijo Chloé.
Patrick la tomó de la mano de inmediato, con una firmeza de desafío. Pero Chloé se puso tensa y le quitó la mano, llevándola a su propio cuerpo.
—Pero, ¿qué pasa? —insistió Patrick, y en su mirada apareció una punzada de tristeza—. ¿Y qué piensas de todo lo que te ha dicho? ¿Piensas que somos promiscuos?
Chloé bajó la cabeza. —Yo... yo no sé, Patrick. Tal vez tenga razón. A lo mejor no es normal que estemos así, tomados de la mano, a nuestra edad.
Luego, se dirigieron a la clase de Arthur, que ya había comenzado. La tensión era palpable.
Cuando finalizó la clase, Arthur detuvo a ambos antes de que salieran.
—Chloé. Patrick. Vengan aquí —dijo Arthur. Miró a Chloé—. Sé que Magnus habló contigo. Sé que te hizo preguntas muy personales. Quiero que sepas que tienes una familia maravillosa. Nadie tiene derecho a cuestionarla.
—Gracias, Padrino —dijo Chloé.
Arthur miró a su hijo. —Patrick, eres mi orgullo. No dejes que nadie te diga cómo debes vestirte, o a quién debes querer. Tu amistad con Chloé es lo más sano. Y si Magnus vuelve a molestarlos, solo avísenme. ¿De acuerdo?
Los dos niños asintieron y se fueron almorzar.
Luego, Chloé se fue con Katrina al centro comercial.
—¿Lista para ser la chica más fashion del centro comercial? —preguntó Katrina.
—¡Sí! —contestó Chloé.
Mientras Chloé se iba con su madrina, Arthur se llevó a sus cinco hijos (Patrick, Margaretã, Philips, Elizabeth y Eros) rumbo a la hacienda El Edén.
En el camino al salón de belleza, Katrina aprovechó para hablar con la pequeña.
—Chloé, esa amistad especial que tienes con Patrick... es hermosa. No dejes que el odio te la quite.
—Lo sé, Madrina. Solo que el Vicedirector me hizo sentir rara. Como si mis papás no fueran suficientes. Y me preguntó si estaba bien que me tomara de la mano con Patrick, si estábamos enamorados a nuestra edad. Me hizo pensar si de verdad está mal.
En el salón de belleza Katrina le preguntó a su estilista cómo podía Chloé disimular sus rastas para evitar problemas. Le sugirieron unas trenzas francesas recogidas.
Katrina le regaló a Chloé una tarde de chicas. Magnus ya había comenzado a sembrar la semilla de la duda en la pequeña Chloé.
Mientras Chloé disfrutaba de la salida, Jandey seguía inmerso en su decisión de confeccionar un uniforme. En una vídeollamada con Arthur, él le sugirió los colores del escudo.
—Arthur, necesito colores. El Gris Institucional va a ser insufrible. ¿Qué colores representan a la Academia?
—Los colores de nuestro escudo, Jandey. Los que mi abuela me inspiró: Oro viejo, por el valor, Azul Profundo, por el conocimiento, y un toque de Rojo Cardumen, por la pasión.
Jandey asintió. Vio a Patrick al lado de Arthur en el estudio que él tenía en la hacienda El Edén, tocando el bajo.
—Hola, Patrick. ¿Por qué no fuiste al centro comercial con tu madre y Chloé?
Patrick subió el volumen con brusquedad. Su gesto de frustración era claro. Luego, le contestó a Jandey con la voz ahogada.
—No fui, Jandey. Me quedé aquí porque estoy enojado. Magnus le dijo a Chloé que no es normal que estemos enamorados a nuestra edad y que es promiscuidad. Ella ya no quiere tomarme de la mano.
Arthur, en un gesto paternal, acarició la cabeza de su muchacho