3. Camino equivocado

2142 Words
Cerca de mediodía estábamos llegando a nuestro destino. Sentía la adrenalina correr por mis venas mientras inspeccionábamos el bosque. Amaba la emoción que me recorría antes de batalla, no me encantaban las muertes, de hecho prefería los torneos en palacio, aunque por lo general no permitían que participaran mujeres, y aún peor, siendo la princesa la mayoría de mis contrincantes no le ponían el suficiente empeño en nuestras peleas, cosa que me irritaba mucho, el único que siempre me trató como su igual fue mi tío Blas, nuestro general, a quien amo como un m*****o de la familia, me enseñó que siempre que algún enemigo se rindiera, procuráramos mostrar misericordia, era lo que nos diferenciaba de los demás, también siempre me decía que sería glorioso morir en batalla, así es como él planeaba partir de este mundo, y esa filosofía me agradaba. Siempre tratamos de mantener La Paz y el honor que caracterizaba a mi familia. Me sentía orgullosa de nuestro linaje, mi padre había logrado lo que muchos antes de él no. La Paz, el tratado fue su idea, los hombres lobo no estaban interesados en compartir tierras, lo querían todo para ellos, eran crueles, en especial su rey, Romulus, quien se hacía llamar el conquistador, todo por querer conservar el mayor territorio y someter a todos bajo su reinado, pero todo eso quedó en el pasado. Aunque fuéramos gente tranquila y serena, aún así debíamos mantener nuestro ejército fuerte, por eso padre exigió tanto en nuestro entrenamiento. Por lo que le estaré eternamente agradecida. Aunque siempre quiso tratarme con más delicadeza, yo intenté mostrarle que era más fuerte, que podía con cualquier obstáculo. Es importante para mi que él lo vea, mi valor. Le sumaba puntos a la experiencia poder salir del palacio y conocer nuevos lugares, la gente de nuestro pueblo es amable. Y luchar para protegerlos es un verdadero honor. Levante la vista y divise la zona rocosa que se levantaba frente a nosotros, nos dividimos en grupos para la búsqueda. Rápidamente en compañía de tres soldados me dirigí a las cuevas en las que alguna vez jugué con mis primos. Lord Daven que era un año menor que yo, despreocupado de la vida, siempre con el espíritu alegre y aventurero, a menudo nos decía que nos admiraba, éramos unidos, entrenó conmigo, me pone triste pensar que jamás me di cuenta en que momento nació su odio a nosotros, que lo hizo cambiar tanto, mientras que mi querida prima, Lady Caryn, cinco años menor que yo, la mandaron lejos, a donde? Solo Magnus lo sabía.. antes de que empezara la guerra civil, se encargó de esconderla, ella nunca estuvo interesada en el poder, ni en las mismas cosas que yo. Éramos tan diferentes. Ella soñaba con casarse y tener una familia, vivir en el campo. Tenía gustos simples y era muy dulce. A menudo sentía que mi tío nunca estuvo orgulloso de ella, aún así trato de protegerla de nosotros, aunque no entiendo porque, no era como que fuéramos a hacerle daño, era familia, y la amábamos. Claramente el favorito siempre fue Daven, su heredero, que lamentablemente ya había perdido la vida, tal vez eso hizo que el ánimo de mi tío decayera, y desató una cadena de errores en su estrategia, culminando en este momento. Una cacería. Nos movíamos sigilosamente, hice una señal para que pararan detrás mío, estábamos llegando a una de las cavernas, y había que inspeccionar los alrededores. A pesar de verse tranquilo y sin señales de vida, debíamos ser extra cuidadosos. “Entrare en la cueva, uno de ustedes quédese en la entrada escondido, y otro vigile el perímetro” murmuré hacia mis hombres. “Si su alteza” respondieron en unísono. Comencé a caminar hacia el interior, todo estaba oscuro, me moví lentamente, prestando especial atención a cualquier sonido, era un ambiente muy húmedo y comencé a sentir mucho frío, se oía a lo lejos gotas caer, pero nada de movimiento. Por suerte no era muy profunda, aún así no quise llevar una antorcha para no delatar mi presencia. Incluso no olía mal, pero no había ningún indicio o señal de vida. Esperaba que los demás hubieran corrido con más suerte. Al llegar al final de la cueva pude comprobar que no había nadie, solo murciélagos y algunas ratas. Suspire molesta y decidí que era hora de regresar. Al salir de la cueva no vi de primera mano a mis hombres, comencé a silbar una señal de gorrión, pero no tenía respuesta. Esto no me agrada. Me puse totalmente alerta, agarrando rápidamente mi arco y una flecha, miré a mi alrededor pero así como en la cueva, no veía nada extraño. Explore el perímetro entre los árboles, ocultándome y caminando semi agachada, el bosque era espeso, por el frío que comenzaba a sentirse se empezó a formar una neblina, esto dificultaba la labor de búsqueda. Definitivamente no era lo ideal pero tenía que encontrar a los demás. Crucé un par de troncos caídos, tomando otro camino para ir a la siguiente cueva, donde esperaba estuvieran mis hombres junto a los demás grupos. Mis ánimos decayeron cuando mis ojos se posaron en unas gotas de sangre y ramas rotas, mi respiración y corazón se aceleraron un poco, mentalmente le rezaba a los dioses por el bienestar de mis compatriotas, hasta que pasando una gran roca encontré un rastro de sangre. Maldije internamente y comencé a mirar alrededor, esperando que no fuera una emboscada. Al pasar unos minutos me sentí lo segura suficiente para continuar mi búsqueda. Me aleje del rastro por un flanco y a pesar de que mi instinto me gritaba que regresara, el sentimiento de protección a mis hombres me hacía seguir adelante, si seguían con vida yo los rescataría! No estaba preparada para lo que me esperaba en la siguiente caverna. El rastro terminaba, y en un gran árbol, divisé los cuerpos mutilados de los seis soldados, el dolor y coraje calentaron mi interior, haciendo que agarrara con más fuerza mi arco. Esto lo pagarían caro! Camine más despacio, asegurándome que no hubiera nadie al acecho, hasta que escuché una risa cerca de la entrada de la segunda caverna. Había una fogata y cinco hombres a su alrededor, comiendo y bebiendo felizmente. Sentía mi sangre arder. No se veían como parte del ejército de mi tío, aunque si lucían como mercenarios, eran robustos y se les veía musculosos, no portaban armaduras, pero si acabaron con mis soldados sin mucho daño en ellos eso quería decir que estaban bien entrenados, y que probablemente no sería buena idea atacarlos yo sola. Me quede unos minutos tratando de idear un plan cuando sentí una presencia detrás de mi. Vesper. Toco mi hombro y giré mi cabeza a ella, comencé a hacerle señas indicándole la cantidad de hombres y su ubicación. Camino agachada unos pasos más delante mío y se colocó detrás de un árbol, se nos unieron los ocho caballeros restantes de la guardia y observamos con cautela. Ahora que habían llegado mis refuerzos podíamos actuar, miré a los demás, e hice unas señas para indicarles que debíamos rodearlos. Todos asintieron y comenzamos a colocarnos en posición. Los hombres en la fogata reían y hablaban de lo fácil que había sido matar a los caballeros del rey. Estaban haciendo que mi sangre ardiera. En cuanto me encontré en una buena locación, miré a los demás, estábamos lo suficientemente cerca para acabar con ellos sin mucho escándalo, hasta que escuché a uno de mis caballeros silbar a lo lejos. Viene alguien.. Nos escondimos rápidamente y noté que los hombres de la fogata se quedaron en silencio. Habrán notado nuestra presencia? Me congelé al ver que comenzaban a pasar cerca de mi varios hombres de la escolta de mi tío. Sin embargo él nunca llegó. Conté 10 hombres más, esto representaba un problema. Y si seguían llegando más ? Cuál era su plan? Vesper me miró y le ordene que permanecieran en sus lugares y esperáramos. “Donde encontraron a estos soldados? Dijo el más alto de ellos. Uno de los hombres de la fogata, quien supongo era el líder se paró y camino hacia el. Tenía una cicatriz grande sobre su rostro. “Estaban rondando las cuevas Einar, tal y como lo predijo el duque”. Dijo rascando su brazo, le aventó un pedazo de carne y volvió a girar para sentarse en su lugar. “Adelante, únanse” “Deberían estar alertas, vendrán más soldados. Y te recuerdo que debes hablar con más respeto cuando te refieras a nuestro verdadero rey” el hombre al que se refirieron como Einar camino posicionándose cerca de los cuerpos sin vida, observándolos detenidamente, su rostro se lleno de disgusto, pero no dijo nada. “Coman algo. Antes de que se enfríe” repitió el hombre desagradable. Sus compañeros lo miraron, esperando que se les indicara qué hacer, Einar miró a sus alrededores y asintió. Me sentí aliviada. Cometieron un error fatal, y fue pensar que estaban a salvo. “Apresúrense, debemos buscar lo que queda del ejército y reagruparnos, esperar las órdenes del rey, en cuanto sea seguro saldrá de su escondite” “Como sabía que vendrían buscándolo aquí?” Pregunto el hombre desagradable. “El rey mencionó que solía traer a los príncipes a esta área. Estábamos esperando encontrarlos pero no hubo suerte”. Respondió Einar tomando un trozo de carne. “Y dónde está el rey?” Estaba escuchando atentamente su conversación, podía ser que revelaran alguna información importante. “No lo sé” dijo fastidiado, “solo se que tenemos que esperar órdenes”. En cuanto me sentí satisfecha con los datos que habían hablado, decidí que era hora de acabar con ellos, el rey no vendría a este lugar, no había razón para perder más el tiempo, di la señal de ataque arrojando la primera flecha al rostro del desagradable hombre que lidereaba a la p******a, dando justo en el blanco. Observé todo en cámara lenta, como caía al suelo, mientras que la sorpresa y shock inundaban los rostros de nuestros enemigos. Vesper y los demás siguieron mi guía y mataron a cinco hombres más aprovechando que habían sido tomados desprevenidos. Nuestra ventaja solo duró unos segundos, ya que en cuanto cayó el primero de ellos, los demás tomaron refugio detrás de las rocas, buscando sus armas. Con la adrenalina bombeando en mi corazón salí de mi escondite lanzando un par de flechas más, hiriendo a mis objetivos, corrieron a mi encuentro mientras ondeaban hachas y una espada oxidada. Mis hombres saltaron a mi lado y comenzaron a luchar. Yo seguí corriendo hacia dónde se encontraba Einar. “Contraataquen!” Grito mientras chocaba su espada contra mi arco. Lo logró cortar en dos pedazos, por lo que aventé los trozos a los lados y procedí a sacar mi espada, atacando viciosamente al guerrero, para mi disgusto me sorprendió descubrir que estaba muy bien entrenado. Chocamos nuestras espadas, corrigiendo su ataque un par de veces, intentaba cansarme, moviéndose a los lados y poniendo extra fuerza en sus golpes. En uno de sus ataques comenzamos a forcejear frente a frente, tomé ese momento para hacer mi cabeza hacia atrás, tomar impulso golpeando su frente con la mía. Esto lo hizo perder el equilibrio y caer hacia atrás. Me abalancé sobre el, pero respondió rápido ondeando su espada hacia el lado derecho, logrando herir mi hombro izquierdo. Mi armadura había absorbido la mayor parte del golpe, aún así su espada había logrado realizar daño. No perdí el tiempo y con una estocada final, clave mi espada en su estómago, haciéndolo gritar de dolor, acabe el ataque moviendo mi la hoja hacia arriba, asegurándome que el daño fuera mortal. El cuerpo sin vida de Einar ahora yacía sobre la tierra, la sangre continuaba acumulándose alrededor. Me quede observándolo con molestia por unos segundos hasta que sentí la mano de Vesper en mi brazo. Levantó mi hombrera y suspiro de alivio. “Solo un rasguño” murmuro. “Cuando dejarás de preocuparte? Estoy bien!” le dije en tono cansado. Inspeccione el área y quede satisfecha, habíamos acabado con ellos. “Nunca” sonrió y comenzó a colocar una venda alrededor de mi brazo. Renuentemente dejé que lo hiciera, a veces era tan cansado discutir con ella. “Reúnan los cuerpos, quemen todo, no lograremos averiguar nada más. Apresúrense porque tenemos una boda a la que presentarnos” dije sonriendo. “Si su real majestad” contestaron todos. Esta misión no había sido muy fructífera, al menos sabíamos que Magnus no estaba aquí, me hubiera encantado encontrarlo y llevarlo ante mi padre, demostrarle que soy más de lo que cree. Sin embargo regresaría con las manos vacías, con una esperanza persistente de que algún día lograre demostrarle mi valor.
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